Por Bibari Maeda
El partido de España en Glasgow a punto estuvo de tener una historia diferente a la lógica de una selección que continúa, imponderables
aparte, realizando un juego exquisito por el que el único resultado posible es la victoria, aunque siempre sea por la mínima. A punto estuvo, esta vez, de romperse cualquier lógica cuando los escoceses aprovecharon las autopistas de la defensa española y recordaron, aunque fuera un solo instante, a esa selección mítica de cuando el fútbol de las islas británicas todavía iba varios cuerpos por delante.
Lo cierto, no obstante, es que Escocia es hoy una selección de jugadores de tercera fila que lleva sin lograr el pase a una Eurocopa –lo que estaba en juego en el partido de anoche- desde 1996. Y es que el fútbol escocés es un oligopolio soporífero, con los dos equipos de Glasgow repartiéndose los títulos mientras todo el Reino Unido sospecha que, de acabar integrándose en la Premier League inglesa –ese rumor eterno-, ninguno de los dos pasaría de la condición de comparsa. Un par de versiones tartan del Everton o el Aston Villa.
Afortunadamente, Glasgow es mucho más que la pesadez del Old Firm. Casualidades del calendario, en el año de esa última Eurocopa para Escocia se formó lo que a buen seguro es la banda de pop más relevante de la ciudad de Glasgow. Belle and Sebastian llevan desde entonces, con algunas pausas y silencios, brindándonos grabaciones y directos tan previsibles, tan auténticos y tan efectivos como el juego de España.
El futbolista improbable y los Honest Men
La relación de los miembros de Belle and Sebastian con el fútbol es más directa de lo que muchos grupos del indiepop patrio se atreverían nunca a confesar. Bajo la imagen de ese chico blandengue que traslada a los personajes de sus canciones a los años escolares, detrás del líder de la banda, Stuart Murdoch, se esconde un fervoroso futbolero. Quizás no tanto como Chris Geddes, el teclista apodado Beans que cuenta con su evolución futbolística a El Beanerinho, y para el que el único club existente en el mundo es el Celtic y, sólo durante minutos, cualquier equipo que juegue contra él.
La lógica de la narración dictaría que el líder de la banda fuese un ferviente admira
dor del Rangers y los dos se enzarzasen en conversaciones recurrentes sobre cuál de los dos equipos realiza un juego más británico o si la Copa de Europa de 1967 puede convalidarse para cubrir el exceso de títulos que el Rangers le saca al Celtic. Pero las cosas no son siempre como desea un narrador que se frotaría las manos con un famoso católico seguidor del Rangers.
Stuart nació en el lugar de donde nacen los grandes poetas de Escocia, en Ayr, como Robert Burns, y apoya de siempre al equipo local, el Ayr United F.C. Un modesto de la Second Division escocesa que viste de blanco y negro, y a cuyos jugadores apodan The Honest Men por un poema del mismo Burns.
Belle and Sebastian han editado recientemente su último disco, "Write about love" y, aunque es un trabajo lastrado por el ritmo cansino de la colaboración de Norah Jones y por unas letras más propias del pop cristiano que de la inocencia infantil y el buenrollismo clásico de la banda escocesa, cuenta con algún tema que bien podría formar parte de sus clásicos –y absolutamente imprescindibles discos- "If you’re feeling sinister" o "Tigermilk".
Cuenta la leyenda que incluso que organizan pachangas con otros grupos de música, y que incluso teclista, mánager y líder belleandsebastianistas juegan a fútbol sala en el pabellón de Glasgow bastante a menudo. Por mucho que nos cueste imaginar al poeta escocés Stuart Murdoch, en toda su fragilidad, vestido de corto.