jueves, 25 de junio de 2009

And the land of the brave...

Por Howard Roark
Dios rara vez es justo. De hecho, Dios rara vez es. Pero ayer, por mucho que cueste creerlo, lo fue.

La derrota de España ante Estados Unidos en la tierra de Mandela escocerá durante un tiempo, dolerá a los fanáticos, a los incapaces de mirar el cesped prescindiendo de sus instintos más primarios.

La prepotencia pasó factura a "los nuestros". El "take it for granted la final", el creerse que los números, falsos amigos, te convierten en el mejor conjunto de la Historia. El decir, como el infame comentarista del partido, que los rivales, semifinalistas por derecho propio, son "muy pesados", por la inesperada e inaceptable ofensa de presionar, recuperar y atacar. De ganar.

Estados Unidos no debía atacar, no debía luchar, no debía marcar. Ese era el guión, de final cerrado y errado, escrito por alguien que, claramente, no conoce Estados Unidos. Quizás González-Sinde.

De Lalas a la victoria sobre España

En 1994, los norteamericanos organizaron un mundial. En 2024 lo habrán ganado. Han necesitado apenas tres lustros para dejar de ser Alexi Lalas y sus amigos, de ser el hermano de Elisabeth Shue y sus amigos para convertirse en un equipo que gana 2-0 al campeón de Europa.

El juego de las niñas, de las "soccer moms", ya no es la anécdota a pie de página en las crónicas de ultramar. Y no es una sorpresa. En EEUU la gente juega al futbol. En las universidades y las "high shools", sí, pero también en las calles, y es ahí donde todo empieza y acaba.

Mientras que en España las "canchas" desaparecen sin remedio, dejando a generaciones de niños en manos de la Wii para hacer deporte, en América proliferan. Campos grandes, de cesped, cuidados, abiertos las 24 horas del día, con iluminación, redes, balones y árbitros. Campos idiílicos en los que, como hace dos décadas en Europa, cientos de chavales juegan sin parar. Partidos que se suceden mañana y tarde, partidos que crean Escuela.

El fútbol norteameriano es como sus calles: duro, individualista, agresivo, rápido. Su escuela, antes del tamiz universitario, la mezcla. En California, Nueva York o Illinois hijos de inmigrantes de todos los continentes se fusionan en un fútbol de ataque y sacrificio, donde nadie para de correr y de sudar. No hay pausas, ni remilgos. No hay hueco para marear el balón y dormir al espectador.

Su fútbol es su historia. En el XVI y el XVII, España dominó los campos de batalla de Europa con sus tercios, hombres firmes, recios, valientes. Ganaban aplastando, sin retroceder, como los casacas rojas británicos en los siglos posteriores. Eran superiores, eran aterradores.

Los rivales huían, incapaces de aceptar el ritmo de las bajas, el precio de la victoria. Eran guerras, partidos, de orden. Hasta que llego el siglo XX, el siglo americano. Las trincheras acabaron con el orden y trajeron el valor, el sacrifio, el heroismo. El mismo que llevó a la milicia, subestimada desde Londres, a acabar con los ejércitos de Cornwallis en la Guerra de Independencia.

Los americanos juegan al fútbol igual que desembarcaron en Normandia: sabiendo que van al matadero, pero sin mirar una sola vez atrás.

La primera parte de EEUU ayer evocaba a la Corea del Sur de Hiddink: chavales jóvenes, corredores de fondo, amantes de pase rápido, del regate, de encarar. Europa ha perdido, si es que alguna vez lo tuvo, ese fútbol. España llora todavía por el egipcio Ghandour, y las lágrimas le impiden ver las estrellas. Una mirada cristalina, sin la venda de la roja, permite ver a chavales que juegan al fútbol, que juegan como saben que debería hacerse, como todos querríamos.

La última Eurocopa fue un oasis. España jugó como nunca y ganó. Porque atacó, porque corrió, porque creía. En Sudáfrica española no creía, sino que se creía. Goleó a los kiwis y sufrió por la mínima dos partidos más. That's it.

Si España quiere ganar el mundial, un mundial, debe aprender de Estados Unidos. En esta Copa Confederaciones ha jugado como lo hacen siempre Alemania, Italia, Inglaterra. Con historia y nombre, pero sin futuro.

miércoles, 24 de junio de 2009

López vs. Gasol: un anillo 'made in soccer'

Por Sebastián Dulbeca
El anillo es de oro blanco, luce una intimidatoria C (de Champion) a modo de sello y reserva uno de sus costados a la leyenda Spain. ¿Por Pau Gasol? No. Por Carlos López, su propietario.

Tanto cacareo con la edad de oro del deporte español y resulta que el all star de los Lakers no ha sido el primero en besar la certeza en círculo de los elegidos para la gloria. Un madrileño premonitoriamente nacido un 11-S (de 1984) se enroscó antes el triunfo en suelo yanqui. Y a diferencia del pívot, tras su primer -y único- año de aventura americana.

Claro que Spain llevaba ventaja: jugó al fútbol en el país del soccer.

Lejos de la experiencia profesional de Aitor Karanka (ex de Colorado Rapids) o Albert Celades (en la actualidad en los New York Red Bulls), su testimonio pone sobre la pista de las categorías inferiores del balompié USA, que por sorpresa mide fuerzas en esta Confecup contra la Selección de Del Bosque.

Carlos aterrizó en 2002 en San Antonio (Texas) para hacer primero de bachillerato, "obligado" literalmente por sus padres y avalado por la provechosa aproximación al inglés de una hermana en Oklahoma. En el hogar de acogida se encontró con que Jason, hermano de idéntica edad, también era pelotero en el equipo del instituto (Winston Churchill High School) para el campeonato estatal. El símil es demasiado fácil: todo vino tan rodado como un balón.

Spain había pasado por Villaviciosa de Odón, Tenerife alevín y Boadilla de fútbol sala. Superó sin problemas las pruebas de ingreso -mero examen físico- en los Churchill Chargers. Y se sorprendió a sí mismo como nuevo delantero centro: 17 goles para un total de 25 partidos ganados, siete empatados y ninguno perdido, nuevo récord del centro. "Tienen mucho nombre en EEUU. Habían ganado 20 años atrás el campeonato estatal, y el equipo femenino quedó tercero ese mismo año. ¡Los del fútbol americano eran unos pringaos! Allí en Texas, porque están en la frontera con México, y quizá en Florida, donde también hay mucha presencia hispana, es donde había más nivel. Jugar contra Michigan, por ejemplo, era como hacerlo contra chavales de cinco años".

Vais a sudar...

Un noruego y un alemán completaban el cupo de extracomunitarios de un club que calca la equipación del Milan. Carlos recuerda que los primeros días no entendía nada ("a los cinco meses ya hablaba perfectamente") y que la dinámica de trabajo era exigente. "Los tres primeros meses hicimos una especie de pretemporada, todo muy físico. Luego pasamos a alternar el trabajo en gimnasio con los ejercicios con balón. Por último, machacamos los aspectos tácticos, con pachanga, si acaso, al final de cada entrenamiento". ¡Sábado, domingo y festivos incluidos!

Sorprende la profesionalización de unas categorías que en el primer mundo futbolístico son generosas en penurias. "Se lo curran mucho, aquí es todo más cutre. Viajábamos siempre en avión y con la equipación oficial, no como pandilleros estilo NBA". Todos los partidos se disputaban de noche -los integrantes de la plantilla estaban liberados de acudir a clase, "para meditar", y casi de hacer exámenes...-, se anunciaban por televisión en el instituto -resultado: 8.000 espectadores en el estadio, a siete dólares la entrada- y eran amenizados con cheerleaders y toda la pesca.

"Antes de salir a jugar se producía la típica charla. ¡Como en las películas! Nos comían la olla para hacernos creer que éramos Zidane", rebota Spain envuelto en barras y estrellas. "Al ganar aquel campeonato tuve la suerte de las suertes. Me ofrecieron cuatro becas en otras tantas universidades, de diferentes estados. 1.000 dólares al mes más los estudios. ¿Por qué me volví? Porque prefiero vivir en España, aunque si lo hubiera pensado mejor..."

Gracias a Facebook comprueba que ninguno de sus ex compañeros sigue vinculado al soccer. De aquella liga de las cinco A conserva material deportivo, el libro personalizado (recortes de prensa, fichas, estadísticas...) que el club entregó a cada jugador y la satisfacción de haber disfrutado de un fugaz sueño americano. "Nos hacían descuentos en los McDonald's, había carteles del tipo We support our troops por todas partes, nos sacaron en las cajas de cererales, recibimos una carta de felicitación del Congreso local y de jugadores conocidos... Fuimos el orgullo local".

Y por supuesto, atesora el anillo, que le brindó un postrero reconocimiento por boca de un operario de aeropuerto en Nueva York: "Gracias por haber venido".

pd. Justo hoy, The New York Times muestra cómo se diseña un anillo de campeones... ¡en fútbol americano!

lunes, 22 de junio de 2009

Los 'hooligans' de Obama


Por Sole Leyva
Barack Obama es negro y eso lo saben hasta los ‘hooligans’. No anduvo muy astuto el nuevo 'líder mundial' cuando anunció en plenas primarias demócratas que era fan del West Ham, un equipo ramplón de la Premier, del sureste de Londres, cuyo datos más conocidos son su entrenador, el italiano Gianfranco Zola, su rivalidad eterna con otro equipo aun más mediocre, el Millwall, su cantera, de la que salieron Frank Lampard, Rio Ferdinand o Joe Cole, y por encima de todo sus ‘hooligans’, de los más violentos del Reino Unido.

El pasado verano los ‘supporters’ de Upton Park se ganaron el privilegio de convertirse en los primeros ‘hooligans’ británicos en liarla en EEUU. Durante un partido amistoso con la Columbus Crew comenzaron a insultar a los aficionados locales. Los americanos les respondieron, sin saber cómo se las gastan los ‘hammers’ (martillos). ¿Nadie les dijo que cuando te ponen un apodo es por algo? Pues eso, que los ‘skins’ comenzaron a repartir hostias como panes y aquello acabó con varios heridos.

Nadie sabe todavía por qué Obama eligió al West Ham como su club favorito de ‘soccer’, del que por cierto es gran aficionado –su hija Malia, de 10 años, jugaba en el equipo de un colegio de Chicago-. Tanto que últimamente habla mucho de lo que le gusta, aprovechando para dar empellones a la candidatura de su ciudad para organizar los Juegos de 2016, a los que dice apoya plenamente –se especuló hace varias semanas que Obama pasaba del tema- y amenazando, ojo con Obamita, con apadrinar una candidatura a organizar el Mundial de 2018.

La elección de equipo de Obama no parece casual. Acudió a ver un partido de los 'Hammers' en una visita a Londres en 2003. Equipo humilde, como él, de un barrio de clase trabajdora, como en el que se crió. Que Hillary Clinton, a la que dio candela, sea del Manchester, retrata perfectamente quien ganó aquellas primarias: el chaval hecho a sí mismo, desde la nada. Y algo de eso hay en el West Ham.

Varias películas han retratado el mundo violento dentro del club londinense, la cenicienta de la ‘City’ –el último trofeo que ganó fue la FA Cup en el 81-. La última, ‘Señales de humo’, una bastante mala protagonizada por Elijah Wood, que de modosito universitario en Oxford pasa a ser un Ochaita de la vida, con cheira y puño americano. Otra, llamada ‘Cass’, está basada en una historia real. Una historia que tal vez escuchó Obama antes de hacerse fan del club en 2003.

Trata de la vida de Cass Pennant, un huérfano jamaicano adoptado en la ‘era Tatcher’ por una familia de clase baja de Londres, que para ganarse prestigio en su barrio, industrial y grisáceo, se convierte en ‘hooligan’ y lidera al grupo más violento del West Ham, el InterCity Firm (ICF), con numerosos altercados a sus espaldas.

Cass pasó un tiempo en la cárcel y sobrevivió a varios disparos de un violento del Arsenal (un gunner) –los apodos, os lo dije-. Finalmente Cass consiguió salir de aquel mundo, se esfumó del lado oscuro y buscó un trabajo honrado. Luchó a mamporro limpio contra una sociedad racista para liderar a un colectivo reacio a su color de piel. Fue uno de los primeros ‘hooligans’ negros del Reino Unido. Obama peleó con sus armas, los libros, para liderar otro colectivo, aun más grande, convirtiéndose en el primer presidente de color del país más poderoso del mundo.

domingo, 21 de junio de 2009

El día que el fútbol me salvó la vida

Por Víctor Enciso
Hacía mucho frío en aquel cuartín lleno de cabezas calientes contra la dictadura. Los hombres estaban imprimiendo unos folletos tan subversivos como su propia reunión, una cita arrancada por cada uno al temor y al disimulo de sus vidas legales, que uno no es revolucionario las 24 horas por mucho que la memoria le engañe después.
La habitación sabía a humo y parecía estar armada de ojos. ¿Cómo si no emprender aquellos ratos de sabotaje a las cañerías de Videla? El miedo. Todo se hacía de reojo y con mil oídos puestos hasta en los enemigos íntimos.

Los hombres amontonaron los papeles terminados y se los fueron repartiendo. Un paquete cada uno, algunos dos, tres, incluso. Al día siguiente extenderían el mensaje por entre las tripas de una Argentina con demasiados inviernos en 1976.
Se despidieron, salieron del zulo voluntario, miraron a las esquinas y se fueron a la noche de Bahía Blanca para esconder por unas horas aquella guerrilla de imprenta que acababan de inventar.

Andaban nerviosos. No tiene que ser fácil viajar con un pasaporte de muerte en la mochila. La ciudad era un silencio de patrullas, la típica involución de las especies que generan los golpes de Estado, esa insoportable evidencia de saber que cada transeúnte debe tener alguna razón vital para serlo.
Él tenía una muy buena.

Se acercó a su Citroën, abrió el portón trasero y camufló los paquetes de folletos en el maletero, entre unas mantas y unos cachivaches. Arrancó y tiró hacia su casa. Por un rato fue un conductor más, un argentino obedeciendo a los semáforos, como le gustaban las cosas al general. Recorrió varios kilómetros sin más novedad que la de su estómago contraído, una angustia que probaban muchos amigos suyos a diario y que ya empezaba a formar parte de sus mapas interiores. Era un runrún de capricho, como por adelantado. Y era constante, porque uno sí es revolucionario las 24 horas para la ansiedad y los terrores por venir.

Tiempo extra

Cuando estaba llegando a casa, al doblar un cruce que había tomado mil veces, vio algo raro al fondo de la calle. Forzó un poco la vista y supo que tres coches por delante del suyo el orden había plantado un control militar. Estoy muerto.
Miró casi sin querer hacia la parte de atrás del coche y enseguida volvió a poner los ojos en lo poco que le quedaba de vida. Un armatoste militar estaba cruzado en la calle y dos soldados se colocaban a los lados del vehículo que llegaba, miraban a los ocupantes y les tomaban la documentación mientras otros guardias abrían el maletero.

Cuando pasó el tercer coche, él arrancó despacio hasta llegar a la altura del puesto improvisado. Creo que pensó que su vida no había sido perfecta, afortunadamente. Pero no habría estado de más que un golpe de suerte le hubiera librado de aquella noche con pinta de ley de punto final.
El soldado de la derecha encañonó la ventanilla en un gesto de rutina inoportunamente ofensivo. Si me vas a matar, al menos tómatelo en serio, cabrón. El que venía por la izquierda tardó unos segundos en alcanzar la altura del conductor, que ya había bajado la ventanilla por si su sonrisa retrasaba en algo su destino.

El soldado se acercó, inclinó un poco la cabeza, vio al conductor y fue a ordenar a los demás que registraran el coche, pero, de pronto, volvió a mirar adentro y habló con los ojos para acabar, sin saberlo, con todas las dictaduras de la Tierra:

– ¿Pero tú no eres el del fútbol?
– Sí, sí, claro.
– ¡Qué bueno, cuando lo cuente no se lo van a creer! Hay que ver cómo jugábais, daba gusto veros. Anda, pasa, pasa y que te vaya bien. Buenas noches.

Los soldados se separaron del coche y el parlanchín despidió con una mano sonriente al conductor, que se perdió en la tiritona de las jugadas que resumen al mundo.

Me lo contó hace muchos años, ante dos cafés solos de sobremesa, Ángel Cappa.

jueves, 18 de junio de 2009

La gran humillación de Egipto

Por Zaza / Desde Blida (Argelia)
Argelia-Egipto. Una de las rivalidades más encarnizadas del planeta fútbol. Un odio tribal, desde hace décadas, entre las respectivas aficiones (a su lado, los socios de Madrid y Barça parecen una pareja de novios en su segunda cita). Y un objetivo en liza: una plaza en el Mundial de Sudáfrica.

Los partidos empiezan pronto cuando se juega contra Egipto. El silbido inicial del árbitro no se adelanta, pero la gente sí se agolpa en el estadio a las 10 de la mañana para conseguir buenas vistas para el combate. No se juega en la capital, Argel, sino en Blida, a 50 kilómetros, en el antro del estadio Tchaker. Allí, el 7 de junio, la EN (sobbrenombre de la selección argelina) recibía a los dobles campeones de África, que el otro día casi fusilan a Brasil en la Confe Cup y esta noche intentarán liársela a Italia.

La historia de este clásico es rica en anécdotas. El apogeo se alcanzó el 16 de noviembre de 1989. Ese día, los faraones recibían en El Cairo a los Fennecs argelinos, ante sólo 120.000 espectadores. El partido terminó en pugilato general a pesar de la clasificación de Egipto para el Mundial de Italia.

El médico egipcio Ahmed Ahmed Abdelmouneim Ahmed Abdelhadi acusó incluso al jugador argelino Lakhdar Belloumi de haberle herido en el ojo con un vidrio de una botella rota y lo denunció ante la Justicia egipcia. Meses más tarde, en 1990, Interpol lanza una orden internacional de arresto contra Belloumi. Una historia que no terminó hasta ¡marzo de este año!, cuando Interpol quitó la orden de arresto contra la leyenda argelina gracias a una reunión de reconciliación entre los presidentes de los comités olímpicos egipcio y argelino.

Dibujado el contexto, volvamos al pasado 7 de junio. 50.000 argelinos se desgañitan desde hace horas. Las entradas suelen costar 200 dinares (2 euros). Hoy se negocian a 3.000 dinares (30 euros), lo que no desmotiva a nadie. Algunos inmigrantes argelinos han recorrido el mundo de vuelta a casa para intentar humillar al odiado vecino.

"One, two, three..."

Por todo Argel hay grandes pantallas con decenas, centenares de miles de seguidores blanquiverdes. A los que querían escuchar el himno egipcio sólo les quedaba navegar en Internet. La televisión argelina no hizo como la española en la final de Copa. Simplemente, no había un argelino en el Tchaker que no intentase tapar con su dolorida laringe los acordes de la marcha nacional egipcia.

Arranca el partido. Incomprensiblemente, hay un buen espíritu entre los 22. Como mucho, entradas con los tacos por delante y algún codazo. Lo habitual. Egipto consigue dominar la primera parte. Pero con el segundo tiempo, los Fennecs se despiertan y le meten tres en 15 minutos a los campeones de África, gracias a Matmour, Ghezzal y Djebbour. Los tres juegan en el extranjero y se les ha criticado mucho por su falta de compromiso con los colores nacionales. A los 49.999 que casi se desmayan a mi alrededor se les ha olvidado la polémica. Al final, el partido acaba 3-1.

La locura invade Argelia. El país arde y cominza la fiesta, al ritmo de los cláxones y los clásicos "One, two, three, Viva l'Algerie". Que no, que Argelia no ha ganado el Mundial. Sólo masacrado a su odiado vecino futbolístico... y dado un paso más hacia el Mundial de 2010. Una competición que no juega desde 1986. Semejante espera merece una buena fiesta, ¿no?

martes, 16 de junio de 2009

"Nunca he sufrido insultos racistas"

Por Nick Panzeri

Los abucheos a Matthew Booth, único jugador blanco de los anfitriones, en el partido inaugural de la Confecup no parecían escandalizar a nadie en Johannesburgo, pero sí a la prensa española, que no se lo pensó dos veces a la hora de calificar aquello como un escándalo.

"Pitos para el blanco propio", titulaba El Mundo su crónica del partido. "Los aficionados surafricanos abuchean a Booth, el único blanco de su equipo", anunciaba El País en el subtítulo. Abc, La Razón y, como no, Marca y As, también destacaban este suceso, sorprendidos de que ningún otro medio internacional se hiciera eco de la noticia.

Al parecer, ningún periodista español reparó en que el unánime "buuuuuu" que chillaba el publico cada vez que que el fornido central tocaba el balón tiene una fonética similar al Booth de su apellido.

"Es una locura. Estan todos equivocados. Pero si eran gritos de aliento", explica el propio Booth desde su hotel de concentración a FNF casi gritando como si así fuera a conseguir que se enteraran antes del error.

A sólo unas horas del segundo partido de su selección, el futbolista todavía no da crédito a la reacción de la prensa española. "Se trata de una tradición entre los hinchas sudafricanos. Por ejemplo, a Mark Fish le gritaban 'Fiiiiiiiiiiiiiissssssh' cada vez que tocaba el balón y a Lucas 'Rhoo' Radebe le chillaban 'Rhooooooooo'".

Lejos de ser el objetivo racista de su público, Booth representa mejor que nadie el sueño integrador de Mandela. Casado con Sonia Bonneventia, una espectacular modelo negra muy popular desde que fuera finalista de Miss Sudáfrica en 2001, los nombres de sus hijos representan esa mezcla cultural: Nathan Katlego y Noah Neo (nombre inglés y apellido africano).

"En mis 15 años como profesional, jamás he tenido problemas con el público y nunca he sufrido brotes racistas", cuenta orgulloso de la excepcionalidad que el fútbol siempre ha representado en términos de racismo.

"Incluso durante el apartheid, cuando a los deportistas de diferentes razas no se les permitía jugar mezclados, el fútbol era una excepción. Este deporte es el ejemplo perfecto de lo que debería ser el sueño de Mandela de la armonía racial", explica.

Este equipo tiene sólo dos jugadores blancos, pero en 1996, en el equipo ganador de la Copa Africa, había cinco jugadores blancos en la plantilla.

La razón de que sigan en minoría está para Booth en los colegios. "En la escuela estaba obligado a jugar al rugby y al críquet, y tuve que irme a jugar a un club al fútbol. Incluso hoy en día no todas las escuelas ofrecen a los estudiantes la posibilidad de jugar al fútbol, aunque es nuestro deporte nacional. En mi opinión este es el motivo por el que los niños siguen jugando al rugby y al críquet", concluye Booth.

Esta noche, cuando el público vuelva a gritar a Booth, algunos periodistas quizás vuelvan a poner el grito en el cielo. Mientras, el viejo Nelson Mandela, a punto de cumplir 91 años, sonreirá desde el sillón desde el que sigue viendo cualquier partido de su selección orgulloso de su afición.

lunes, 15 de junio de 2009

Los obispos de Kaká

(Kaká, religioso sí, pero no gilipollas)

Por Naara Rudá

“Dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. El problema es que, en el fútbol, el pasaje bíblico no funciona, pues Cesar y Dios pactan en nombre del espectáculo. Sueldos descomunales conviven bastante bien con goles ofrecidos al Altísimo. Y ese es, sin duda, el caso de Kaká.

El jugador brasileño, el principal nombre de su selección para la Copa de las Confederaciones, acaba de ser vendido al Real Madrid por 65 millones de euros. Sin embargo, no deja de ofrecer todos sus goles a su Dios. Kaká, o Ricardo Izecson Santos Leite, es un buen marido, hombre y deportista.

Siempre que puede resalta que se casó virgen y pretende convertirse en obispo tras su jubilación. En 2007, tras ganar el trofeo de mejor jugador del mundo, lo llevó a la sede de la Iglesia Renacer en Cristo, en São Paulo. Sus aportaciones monetarias también fueron importantes y ascendieron a los 200.000 euros, solamente en mayo del año pasado.

En estas ocasiones, el hombre usa lo que es de Cesar –la plata– para agradecer a Dios. Pero otros hacen el movimiento inverso. Los fundadores de la iglesia de Kaká, Estevam y Sonia Hernandes, usan lo que debería ser de Dios para crear metales de Cesar y luego llenar sus propios bolsillos.

La fiscalía brasileña afirma que ellos “explotan la fe religiosa de otras personas y realizan negocios ilícitos que encubren con actividades filantrópicas”. En los juzgados de São Paulo se han enfrentado más de 100 denunciantes por irregularidades laborales, falsedad ideológica y lavado de dinero. Pero Brasil no logró capturarles. El matrimonio supo huir a tiempo y esconderse durante los dos últimos meses de 2006. En diciembre de ese mismo año, lograron un recurso de amparo que cancelaba su prisión preventiva y, en enero de 2007, se marcharon a EE.UU.

Su intento de salvarse y su castigo vinieron del mismo lugar: la Biblia. Es decir, de los dólares que Estevam y Sonia llevaban escondidos dentro de la cubierta de su libro sagrado. Tenían un total de 56 mil dólares, pero sólo habían declarado 10 mil. Resultado: la cárcel. Después de culpar su “dificultad con el inglés” por lo ocurrido, el matrimonio asumió la culpa y recibió una sentencia de 140 días de prisión, pero en períodos intercalados que les permitiera cuidar a su hijo.

La condena se acabó en junio del año pasado, y la Iglesia Renacer sigue funcionando como si nada hubiera pasado. Para su fiel más ilustre, Kaká, ser creyente le valió una investigación por la justicia italiana. Fue citado al Núcleo de Policía Tributaria de Milán, para explicar el envío de los ya mencionados 200.000 euros. Pero toda la transacción fue legal y el jugador no tuvo mayores problemas.

En realidad, la aportación de Kaká es tan transparente como las donaciones de los millones de brasileños creyentes de la Iglesia Renacer. Fieles, esos que con sueldos muy distintos al de Kaká hacen malabarismos para sobrevivir y aún dejan diezmo para la iglesia a finales de cada mes. Creen que practican la caridad, pero sin saberlo, alimentan los impulsos cesarianos de los obispos.

En fútbol, condón contra el Sida en África

Por Sole Leyva
En Yoff, una barriada en las afueras de ese puzzle de barriadas que es Dakar, la capital de Senegal, en cuyos mercadillos las falsificaciones de las zamarras del Madrid y Barcelona valen cinco euros al cambio -con un poco de barro impregnado, eso sí-, vive el padre Joaquín, un salesiano de un pequeño pueblo de Zamora, que hace dos décadas cogió los zarríos y se marchó a África de misionero. Lo que en principio se planteaba como misión religiosa pronto adquirió visos más humanitarios.

Desde que se asentó en Dakar, el padre Joaquín, achaparrado y directo, trata de educar a las jóvenes generaciones en la lucha contra el Sida, la ablación y la malaria. Su mejor arma contra el VIH, tras los condones, es sorprendente: el fútbol.

En este país que vio nacer a Diouf y Keita, donde el 40% de la población es analfabeta, aprender a leer, tener nociones de cálculo, conocer la importancia de la higiene y cómo prevenir, es como tener un fondo de pensiones en un banco suizo. Atraer a las clases a los jóvenes, sin embargo, es chungo. Los chavales prefieren apurar sus primeros años de adolescencia en las calles, buscándose la vida, o aprendiendo un oficio con apenas ocho años.

Pero el fútbol, como en muchos países de África, es una atracción irrefrenable para la chavalería, que sigue con pasión a 'Los Leones', aquella sorprendente selección que batió a su conquistadora Francia en el partido inaugural del Mundial de 2002 -la celebración de aquella victoria acabó con numerosos muertos en Dakar-. "El fútbol es una manera de atraerles, de que vengan a clase", explica este salesiano, única mota blanca en la negritud de este barrio de Dakar, muy cercano a la playa donde frecuentemente varan ballenas, entre mugre y plásticos esparcidos por la arena.

El padre Joaquín les atrae con el fútbol, les organiza entrenamientos y competiciones, y aprovecha que se los mete en la saca para introducirles en el catolicismo y enseñarles a leer, cubriendo con una ligera patina de conocimiento esa ignorancia que les convierte en uno de los países africanos con una de las tasas más altas de infectados por Sida y un número altísimo de casos de ablación. La educación es el mejor antídito contra esa tradición ancestral de sajar los genitales femeninos a las chicas con 12, 13 o 14 años.

Las decenas de niños que van a la escuela, flanqueada por un enorme campo de fútbol de arena con montículos y hoyos como si fuera una playa, tienen los ojos grandes y nunca te piden dinero, ni siquiera caramelos. Te extienden la mano como signo de amistad. Como mucho te piden que les saques una foto para poder verse luego, entre risas. Conocen la Liga española, a sus jugadores, al detalle.

"Yo quiero jugar en el Real Madrid, pero ahora soy del Atlético, no tiene mal equipo, Simao, Kun Agüero", decía en francés el verano pasado Omar, de 16 años (en la foto), al que la Fundación del Atlético de Madrid le había regalado la camiseta de Colsa (vaya tela, sí, pero al menos era la oficial) durante una expedición al país de jóvenes adolescentes de la Comunidad de Madrid. Los chavales madrileños se descalzaron las botas de montañero y jugaron un partido mezclados con los locales, unidos también por el otro profiláctico contra el Sida.

El pasaporte esquizofrénico de Bora



Por Miguel Bujalance


¿Te has clasificado para una competición importante? ¿Representas a un país que en el planeta balompédico no sale ni en las Páginas Amarillas? ¿Te gustan las relaciones breves, pero intensas?

Si en el fútbol existieran los anuncios por palabras, éste sería una oferta de trabajo para Bora Milutinovic (Belgrado, 1942). El técnico de origen serbio -digo de origen, porque nadie sabe realmente qué pasaporte tiene, aunque pese a los rumores y a la nacionalidad de su mujer desmintió que hubiera aceptado la ciudadanía mexicana- vuelve a la carga.

Al mando de la selección de Irak ha entrado en liza en la Copa Confederaciones. Dicen que el equipo es apañado y, además, ha ganado a los tradicionales rivales en Asia, un continente, al contrario que el africano, poco dado a las sorpresas en sus competiciones internas.

En este grupo de la muerte -más bien de la eutanasia- tiene ante España un papelón, si bien Bora espera dar una alegría a los iraquíes frente a Nueva Zelanda, en lo que puede ser un partido de solteros contra casados muy divertido. Ante Sudáfrica, Alá dirá.

Lleva ocho selecciones a sus espaldas (México, Costa Rica, EEUU, Nigeria, China, Honduras, Jamaica e Irak), y las que le quedan. Sus equipos, muy dignos, nunca han jugado extraordinariamente bien, pero siempre dan algún susto y, lo dicho, Bora los pone en la órbita del planeta futbolístico.

Zubizarreta aún recuerda su nigeriazo en el mundial de 1998, aunque aquel grupo de jugadores tan interesantes cayó malamente con Dinamarca en octavos por 4 a 1. Este soldado de fortuna políglota, hermano de un magnífico jugador del Partizan que hizo sufrir al Madrid de Di Stefano en Europa, quiere seguir dibujando su atlas vital. Llo veremos en el próximo campeonato del mundo.

Se admiten apuestas. Yo me mojo. Si se clasifica, dirigirá a Corea del Norte para lograr acercarse al Guinness del Eje del Mal. Ojo con Cuba.

domingo, 14 de junio de 2009

El Florentino de las antípodas


Por Lola Dirceu

Increíble la rima (y la grima) que producen los parecidos de este incatalogable magnate del fútbol de ultraultraultramar: es idéntico a Benny Hill, tiene trazas de Toni Genil y recuerda por su perímetro de cetáceo a Jesús Gil. Ahí le tienen, el Florentino de Oceanía, Tío Gilito con el marsupio a reventar de pasta. Dícese del señor Burns donde la tierra no ejerce gravedad, donde ya no ni hay globo terráqueo, sino el fin, la nada, el abismo, te caes.

El colega se llama Clive Palmer y en inglés se afirma que es un tycoon de la rehostia (un magnate que tiene los dólares australianos por condena). Es dueño del Gold Coast United. (¿recordáis el tabaco aquel del mismo nombre, malísimo, que valía 150 calas cuando íbamos a los billares al lado del instituto?), equipo que toma el nombre de la región australiana paraíso del surf.

En esta escuadra juega el mejor jugador neozelandés con permiso de Ryan Nelsen, capitán del Blackburn Rovers ahora lesionado. Se llama Shane Smeltz y le veremos en la Confecup, el engendro éste de la FIFA para hacer caja, pero con exotismo y con la excusa de la alianza civilizada y demás zarandajas against the racism.

Shane es un delantero potente, que mide 185 centímetros, y que ha sido galardonado como mejor jugador de Oceanía y de Nueva Zelanda en los dos últimos años. Lleva unas cuantas apariciones con los All White (llamados así para diferenciarse de los All Black de rugby).

Paradojas, el mejor menda de estos koalas nació en Alemania. Empezó su carrera en el país de los kiwis en 1998 en los citados Gold Coast. Después de jugar alguna temporada en la Segunda inglesa (en Wimbledon), ha hecho el camino de vuelta y vuelve a la escuadra del estado australiano de Queensland.

Como el resto de sus compañeros, Smeltz viaja en el jet privado del presi Palmer en sus desplazamientos para jugar contra el rugido de Brisbane, la gloria de Perth (no la de Chiquito) y los jets de Newcastle (no los de West Side Story.)

En total son 10 los equipazos que forman la Hyundai A-League, que así se llama el torneo patrocinado por la firma de automoción coreana. Milmillonario y presidente de Mineraology Pty. Ltd. con 150.000 millones de toneladas en reservas de hierro, Palmer ocupa el puesto 29 entre las 40 personas más ricas de Australia y Oceanía. Y mira por dónde, ahora ha puesto sus ojitos en el mundo del balompié en un lugar donde el balón amelonado y el cricket se lo comen todo.

Ex jugador de rugby en su mocedad, viudo y padre de dos hijos, a sus 55 años a Palmer le ha dado por promocionar la Liga del quinto continente, en el córner del mundo. Lo malo para nosotros es que se han dejado fuera al Auckland City F.C, donde ha jugado el ex del Villareal Xavi Roca. Xavi, ya de vuelta, se ha tenido que conformar con vérselas con el Waitakere United, el Waikato FC, el Canterbury United de Christchurch, el Hawke's Bay United, el Team Wellington, el Otago United de Dunedin y el Young Heart Manawatu de Palmerston North. Podían hacer otro equipín con los extras que trabajaron en El señor de los anillos. Serían algo así como Fellowship of the Ball, ¿no?, con un Gandalf rampante en el escudo.

Volviendo al inmenso Palmer, para sentarse en un palco y pagar los 6 millones de euros que cuesta la licencia para jugar la liga en la que sólo hay un equipo neozelandés (el Phoenix de Wellington) ha enladrillado su camino a la cumbre. Palmer fue un precoz tiburón de la finanzas, sembrando de rascacielos el litoral de Gold Coast (¿les suena?). También tiene contactos y subvenciones con el National Party aussie (¿no les sigue sonando?).

Por si fuera poco, uno de sus íntimos es Vladimir Putin, ha cenado con Benedicto XVI y en la China comunista hace trapis a gogó. Hasta tiene una fastuosa casa en Pekín. Dicen que consigue todo lo que se propone y que sopesa abrir mercados. Pues vente pa' España, Clive, que Laporta y Floren te hacen un hueco en la cama.

jueves, 11 de junio de 2009

El último gol de Mandela

Por Sebastián Dulbeca

"A finales de los 70 no sólo había mejorado mucho la calidad de la comida, la ropa y las camas con respecto a 1964, no sólo se habían terminado la recogida de algas y los trabajos forzosos en la cantera, sino que se habían añadido todo tipo de lujos inimaginables. Los presos podían ver películas, oír la radio en un sistema de altavoces por todas las instalaciones y, lo mejor de todo, hacer deporte. Incluido el tenis, curiosamente. También el fútbol, el pasatiempo favorito de la Sudáfrica negra. A insistencia de las autoridades, se añadió a la lista el rugby...". (El factor humano, John Carlin, Ed. Seix Barral, 2009).

Nelson Mandela pasó 18 de sus 27 años de reclusión en Robben Island planeando cómo sustituir el apartheid por una democracia no racial, y nunca descreyó de la capacidad del deporte para transformar el mundo.

Boxeador aficionado y fanático de la forma física (ha corrido una hora cada mañana desde que era un joven abogado libre), el prisionero 46664 supo casi desde su ingreso en aquel Alcatraz para presos políticos que desactivar el régimen segregacionista más vigoroso desde el III Reich pasaba por lograr preservar su dignidad y dirigir la lucha hacia el ámbito de lo irreprimible, de lo sentimental.

"No hay que apelar a la razón, sino a sus corazones", es el eslogan que perdura de una revolución -la pacífica transferencia de poder de la minoría blanca a la mayoría negra- rubricada simbólicamente por la victoria de la selección local de rugby (los Springboks) en la final de su Copa del Mundo, en 1995, sobre los All Blacks de Jonah Lomu.

Aquel partido salvó a una nación, precisa en un recomendable libro John Carlin, corresponsal en Sudáfrica entre 1989 y 1995 y amigo personal de Madiba. Fue la primera vez en la historia del país austral que el color de la piel quedó diluido, mezclado, intercambiado ante un acontecimiento de interés general.

La euforia acalló los tambores de guerra civil que hacían sonar nostálgicos y agoreros (más del bando afrikaner que del procedente de los suburbios). Social, cultural e incluso económicamente, Sudáfrica ha progresando tanto desde entonces que ya es la indiscutible potencia del continente.

Quién sabe si la FIFA estaba pensando en ese ejemplarizante acontecimiento o en las pecuniarias posibilidades de explotación de un evento planetario cuando le concedió la organización del Mundial 2010: el primero que se celebrará en suelo africano. Lo que sí parece evidente es que, con 91 años y alejado de las decisiones de Estado desde 1999, se antoja el mejor y más popular homenaje (nada del concierto al uso en Hyde Park) en vida a la leyenda Mandela. Un nuevo tributo balompédico a quien, también en casa, levantó por sorpresa la Copa de África de Naciones en 1996.


Si el venerable ex presidente es mucho, poco o nada futbolero lo saben mejor que nadie Carlin y el entrenador argentino Ángel Cappa. Éste tuvo oportunidad de comprobarlo en 2005, cuando dirigía al Mamelodi Sundowns, el Atlético de Madrid local, al que condujo al triunfo en la Charity Cup y al tercer puesto liguero. "No diría que es un auténtico forofo, pero sí que le gusta el deporte en general", comenta vía telefónica el periodista de El País, que acaba de estar sobre el terreno con Michael Robinson a un año del inicio de la competición. Coincide Cappa: "Siempre aparece con gran orgullo compartiendo los logros de cualquier deporte de su país".

La Santísima Transición

Mandela, hombre-puente, personifica el paso del triunfo deportivo de la Sudáfrica blanca (rugby) al de la negra (fútbol) y la posterior integración. Carlin ofrece una anécdota al respecto: "En la final que los Bafana Bafana ganaron en 1996 todo salió bien, pero para llegar hasta allí habían tenido que vencer a Ghana en semifinales. Mandela sabía de la dificultad de ese partido, así que antes del mismo bajó al vestuario, en una escena muy similar a que había protagonizado un año antes durante el Mundial de rugby. Allí se dirigió a los jugadores y los iluminó con su particular carisma. Cuando se iba a marchar, se giró y les dijo solemnemente: 'Mis hijos, dejo el país en vuestras manos'. Sudáfrica ganó contra todo pronóstico 3-0. En la final volvió a imponerse, esta vez a Túnez, 2-0".

Aquella brillante generación acaudillada por el jugador del Leeds Lucas Radebe (el grupo británico Kaiser Chiefs adoptó el nombre del club de procedencia de su capitán) y el inefable Doctor Khumalo apenas encuentra correspondencia en la selección que tiene ante sí el desafío de representar con dignidad al 16% de la población mundial (repartida en los 53 países comprendidos entre el Estrecho y el Cabo de Buena Esperanza) en su propio territorio.

Así ha quedado de manifiesto en la convocatoria de la inminente Copa Confederaciones, sin un mal McCarthy que echarse a la boca. Habrá que conformarse con Pienaar (casualidades: idéntico apellido al del capitán Springbok triunfante en el 95)...

"El temor de cara a 2010 es no estar a la altura. La gente ve difícil pasar a segunda ronda", expone Carlin, quien se muestra más preocupado por la seguridad. "Que se produzcan incidentes relacionados con la delincuencia durante el campeonato puede afectar a la imagen de un país que tiene un tremendo dinamismo".

Are we human or are we dancers?

Será curioso, sugiere el hombre que ha conseguido embarcar a Clint Eastwood y Morgan Freeman en una película basada en El factor humano, ver el contraste con la China de los últimos JJOO. "Todo el mundo se comportaba como en una coreografía mecánica. Tampoco será como en los también anglos EEUU, donde todo parecía marciano a ojos de la gente. En Sudáfrica habra una participación masiva, ebullición, júbilo".

Ángel Cappa, entrenador revelación con Huracán en el actual Clausura, comenta que aún le conmueve evocar el trayecto de su antiguo equipo en autobús hasta el estadio. "Entonaban dentro del vestuario e incluso al salir al campo canciones espirituales en las que se animaban entre todos. Se unían en oración, abrazados, y también me incluían a mí. Recuerdo que los aficionados acudían a los partidos disfrazados y, muchos de ellos, con trompetas y otros instrumentos musicales que no dejaban de tocar en todo el partido".

El antiguo inquilino de los banquillos de Real Madrid, Tenerife, Racing de Avellaneda y Atlante guarda un recuerdo vivificante de su temporada en Pretoria. Llegó a la capital administrativa a propuesta de un amigo argentino, Óscar Fullone, "el técnico más laureado en África con más de 25 títulos", que trabajaba entonces para el Mamelodi. "No lo dudé. Viajé en Navidad tres días para tantear y el 2 de enero aterricé de nuevo en Johannesburgo. Me pareció muy seductor el reto de ir a un país y a un fútbol de los que tenía un conocimiento superficial y lleno de tópicos".

Fue recibido "con respeto y expectación", descubrió unas infraestructuras de categoría amateur ("en oposición a las del rugby y cricket; eso en lo deportivo, porque luego la red de autopistas, aeropuertos, hoteles... es excelente") y se sorprendió del "buen nivel técnico". "Algunos jugadores superaban la media de calidad de Argentina y España". En contra de lo que pueda pensarse, Cappa habla de sincronización con balón de por medio. "Demuestran respeto e interés por el fútbol europeo y sudamericano".

'Estudioestadioadictos'

"No te preocupes, que si vas de vacaciones no te perderás el Barça-Villarreal"
, bromea Carlin. "Liga y Premier se siguen con mucha atención a través del satélite y el cable. Puedes encontrar gente analfabeta tan superalfabetizada en cuestiones de fútbol como en el Bernabéu o en Old Trafford. No te quepa duda de que un fuerte contingente de población irá en el Mundial con España, porque su juego gusta".

El reportero lamenta que los seleccionados por Joel Santana en el torneo local no atraigan más público a los estadios. "Si el equipo nacional fuera más fuerte, tendría mayor seguimiento, como ocurre con el rugby. El problema es arrastrar blancos al fútbol. Ellos prefieren verlo por la tele".

Con alivio respira al dejar por fin en el olvido los años de mayor infamia en los que había una Primera División sólo para jugadores blancos y otra exclusivamente para negros. "Todo se hacía en paralelo, fuera en la vida deportiva o en la social. La liga de los negros congregaba a más gente y ofrecía momentos muchísimos más vibrantes. Cuando Mandela salió de la cárcel se produjo la fusión de ambas".

Para entonces Carlin había obrado un milagro: encontrarle algo bueno al apartheid. "Estuve con 50.000 personas en un estadio en el que era el único blanco y puedo decir que fue fantástico".

"Ibra ni es delantero, ni es muy bueno"

Por Rocheteau
Todo comienza en un urinario de Barajas. Terminal 4. Zona de embarque H. Según entras al baño, exactamente los dos meaderos que quedan a la derecha. Mientras me lavo las manos (lo juro. Todo lo que se cuenta en esta crónica ocurrió el domingo 31 de mayo entre las 11.30 y las 12.00). Entra un chico negro, pantalón corto de marca y hortera, botas de deporte caras y horteras, sudadera Gucci aceptable, gorra calada y hortera. Me hubiese gustado cambiar la lista de prendas por un adjetivo que pudiera describirlo. Pero no existe.

Samuel Etoo viajaba a París para enlazar con Bélgica. Allí se entrenaba la selección de Camerún para la Copa África, que valdrá, por primera vez, también como clasificatoria para el Mundial 2010 [los leones indomables lo son más que nunca. No leones, sino indomables. Otto Pfister, el entrenador, se piró harto a dos semanas del campeonato y pusieron a Tommy N'Kono. Resultado, una derrota frente a Togo, un empate ante Marruecos y un posible adiós humillante en el que les queda frente a Gabón, la revelación. Mentes malévolas dirán que es el resultado de meter 22 Etoo's en un vestuario]

[Obviamos el preludio de la conversación y los quétal, los estudiasotrabajas, los quégorramáschula... Sólo precisamos que la conversación tuvo lugar a la salida del urinario]

Rocheteau: Samuel, ¿te vas o te quedas?
Etoo: Samuel Etoo se queda. En ningún sitio del mundo voy a jugar mejor que aquí. Lo tengo todo.
FNF - ¿Qué habéis tenido este año que no tuvieseis el pasado?
Etoo - Un entrenador. Guardiola piensa todavía como un jugador. Ésa es la diferencia. Y luego también se puede plantear la pregunta al revés.
FNF - A Ronaldinho le va a encantar si le damos la vuelta.
Etoo - Bueno, mira su año en Milán. Y el nuestro aquí.

[Tras limpiar y envainar su espada, volvemos al futuro de Samuel. Y la cosa tiene mérito. Hace dos semanas todavía no había saltado la posibilidad de que Ibrahimovic recalase en Barna]

FNF - O sea, que no te vas
Etoo - Mira, yo soy negro, pero no necesito dinero.
FNF - Eso seguro. Lo uno y lo otro.
Etoo- [Mira hacia el horizonte]
FNF - ¿Y a Ibrahimovic cómo lo ves? A mí me parece un jugador impresionante.
Etoo - Ibrahimovic no es impresionante. Ese chico no es un delantero.
FNF - ¿?
Etoo - Que no, que mete 20 al año y 14 de penalti. Es bueno, no muy bueno. Y no es un delantero. [Este año Ibra ha marcado en el Inter 25 goles en Liga. Dos de ellos de penalti].
FNF - ¿?
Etoo - [Siempre mirando al horizonte] Para jugar en un grande hay que tener cojones.

[Aparece un chico temblando. Ha reconocido a Etoo. Le palpa. Mira a su padre antes de llorar. Tiene 20 años y se comporta como uno de tres en un ataque de histeria. Además le está jodiendo la entrevista a FNF. Llama a su hermana y se la pasa a Etoo.

Etoo - Hola
Hermana: ----
Etoo - Que sí, que soy yo, un negro de ojos verdes que quiere conocerte...
Hermana: ---- [a la hermana no se le oye. El hermano sigue llorando y palpando a Etoo. FNF toma cartas en el asunto, le saca cinco fotos al chaval junto a su pantocrator y lo envía con su padre]

FNF - ¿Y qué pasó con el Madrid?
Etoo - Yo era merengue. De verdad. Fui a ver a Florentino. Si me hubiese dicho que me querían, habría aceptado irme al Depor un año. Pero me dijo que allí mandaba él. Que era el patrón. Y que yo tenía que irme a La Coruña. Yo le dije: Tú mandarás en el Real Madrid. Pero Etoo no tiene patrones [La mirada seguía clavada en la fila de airbuses. Parece Obama].
FNF - ¿Cómo ves su vuelta al Madrid?
Etoo - Yo creo que va a ser un fracaso. Misma gente, misma actitud, mismos errores.
FNF- Oye, y volviendo a los fichajes, ¿a quién te traerías tú al Barca?
Etoo - A Forlán. Mañana mismo. Es mucho mejor que Agüero.
FNF- Es bueno. Nadie le pega igual con las dos piernas. ¿Pero tú crees que es lo que os hace falta?
Etoo - Mil veces más que Ibrahimovic. Ese chico no es un delantero. Forlán sí.

Resumen, según Etoo: El Barca dejará ir a su número nueve, que le costó sólo 12 millones, ha marcado 30 goles en Liga, el primero en la final de la Champions y es el delantero que más y mejor defiende del mundo, por un posturitas. Lo bueno es que el posturitas, otro gran humilde, piensa lo mismo de Etoo. Y que el único que no cambiará será el Barca: con uno o con otro, tendrá una bomba lapa adosada al vestuario.

martes, 9 de junio de 2009

El mote hace al delantero


Por La KSB
Lo primero que hacen los jugadores argentinos para convertirse en promesas, y costar lo que una, consiste en: uno, parecerlo; dos, hacer que les pongan un mote y, tres, conseguir que Maradona los declare su sucesor. La teoría de mi amigo Manu -el autor del razonamiento- es tópica, pero tiene buena puntería; muy pocas veces falla.

Algo en la balada imaginaria de Villafiorita hace suponer que hay que tener suficiente rabia para patear un balón y lograr que el gol pase de espejismo a melodrama. Untado por la gloria, el futbolista, héroe descastado, pasa a ocupar ese lugar que separa la cancha del resto del mundo. Desde ahí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.

Eso dicen las páginas del libro que Maradona ha escrito en la cancha y cuyo primer capítulo podría titularse Los dioses también se joden (Juan Villoro dixit). O mejor dicho, los dioses también nacieron jodidos.

Hasta ahí, la balada de Villafirotita parece clara. Pero no basta con ser el héroe. Hay que vivir como héroe y llamarse como héroe. Al prócer es necesario también corearlo y bailarlo, como bailan los pueblos a sus santos.

En ese terreno, los futbolistas argentinos glosan su propia épica –el pelusa, el burrito Ortega, la pulga-. Una epopeya arrancada del arrabal y el corralito. Una pila bautismal tocada por el populismo intravenoso -y otras herencias peronistas- a la que vale la pena incorporar una nueva entrada.

Hijo de la pampa

Brian Sarmiento (Rosario, Argentina, 1990) es un volante zurdo de poca altura (1,63 metros), capaz de hacer las veces de media punta. Su pelo negro, azabache para más señas, lo emparenta con la genealogía de la pampa, aunque él dice parecer un gitano de Xérez.

A sus 17, Brian era ya todo un Martín Fierro al que algunos comenzaron llamar “el nuevo Messi”. Fiel al protocolo del halagado, el futbolista prefirió quitarse el augurio a sombrerazos -“No soy como Messi, esa es una morcilla pesada”- y concentrarse en lo suyo: salir de donde estaba.

A punta de patadón, dejó de ganar 150 euros al mes en el Estudiantes en Argentina, pasó a la alineación del Racing y de ahí al Xérez, su actual Club. Desde entonces, Brian se hace llamar Curro, Currito Sarmiento o Currito de Xérez. Su aspecto indio, gitano insiste él, lo coloca en una gesta aún más colorida en la que el mote, insisto, juega un papel fundamental.

Que algunos le llamen Machu Pichu desde la tribuna es algo que a este chico con nombre de jugador de la NBA y apellido de Facundo, el Domingo Faustino de Carrascal, no termina de gustarle. Pero, ¿cómo, si hasta baila bulerías ahora que el Xérez asciende a primera?

Aunque Currito lo intente, algo en sus palabras lo devuelve al lugar de donde salió: esa cantera del pelotazo en el que la lucha por la supervivencia es también política (y jactanciosa).

“Con mi papá teníamos que salir a buscarnos la vida, vendiendo lo que teníamos: mi bota. Ahora, las botas las regalo yo”, declaró Brian Currito Sarmiento de Xérez a una reportera de los informativos de Antena 3 el fin de semana en que se especulaba con el ascenso del Club a primera.

Aunque menor, si se quiere, contemplo la escena como si de otro episodio operístico argentino se tratara, otro tango de esos que Borges odiaba –a Funes no le gustaba jugar al futbol- y que a la grada fascina. No en vano, Maradona escogió el Nápoles, a los pies del Vesubio, para poner fin a su carrera… Es la balada imaginaria de Villafiorita, sonando a toda mecha en los altavoces de mi televisor.

La peor derrota de Zapatero


Por Sebastián Dulbeca
Seguro que le costó dormir el domingo. Debió estar dándole vueltas al resultado una y otra vez. Hasta que por fin el presidente del Gobierno se convenció: ni él mismo con su cohorte de milagreros podían revertir el 1-0 del Real Jaén a la Ponferradina.

Quiso la puñetera casualidad que al mismo tiempo que los barbudos (cualquier parecido con Cuba es pura coincidencia) Mayor Oreja y Rajoy asomaban por el balcón-cabalgata-incensario de la calle Génova para festejar su victoria, otra estuviese a punto de consumarse en un estadio homónimo y sobre el equipo de la patria chica de Zapatero.

Casi dos años y medio separan el triunfo que permite el equipo jiennense acceder al definitivo cruce para subir a Segunda División y el encuentro de esa misma categoría en la que se enrrolló la bufanda de la Ponfe el mandatario leonés (¿se lo llegará a perdonar la Cultu?).

Disfrutaba de su mejor momento político el hijo predilecto de la zona, al que su paisano Jesús Calleja convenció para una ascensión televisada a los Picos de Europa. Escupen los foros: el reportaje de Cuatro es un cruce entre Brokeback Mountain y El proyecto de la bruja de Blair.

Un Guardiola recién retirado como futbolista y en funciones de testigo directo para otro reportaje (ahora para Mediapro) del que nunca más se supo acompañaba en El Toralín al dirigente socialista, que comenzó a cogerle gusto a lo de palquear: del Camp Nou al Olímpico de Roma, orgullo azulgrana al vent.

Anteanoche, en cambio, se expuso a las cámaras los cinco segundos que tardó en acelerar el Audi a la salida de Ferraz. Parecía aliviar así su esperada valoración del 7-J, su segundo traspié en las urnas, con un precocísimo yatá, una tocata y fuga asonante y de nulo fair play.

Quizá alguien con suficiente agudeza visual observe que tras las lunas sin tintar un cabizbajo ZP manipula un móvil. O tal vez sea la imaginación la que mueve a pensar que se evadía del fragor electoral consultando los marcadores del fútbol más humilde.

En tal caso, hubiera sido de justicia que tropezase con el 1-0 de Jaén. Así se habría percatado de que cuando el PSOE ganó las elecciones de 2004 y se decidió que la planta de Eurocopter se construyese en la Albacete de Bono y no en la prevista inicialmente Andújar de Montoro, a una provincia casi invisible le estaba empezando a deber un gol.

lunes, 8 de junio de 2009

Las siete vidas de Donmanué

Por John Wyatt
Hubo una época en la que nadie se hubiera atrevido a llamarle vampiro chupasangres, sátrapa usurero, perro cobarde, cuchara, buitre tirano o señorito lolo. Nadie en el beticismo hubiera consentido un solo insulto porque en esa época decir Lopera era decir Dios. El pantócrator de la Avenida de la Palmera salvó in extremis al Betis de una desaparición segura, según puede leerse en el antiguo testamento blanquiverde, escrito por él mismo, claro.

Esa es la versión que a Lopera le interesó vender y grabó hasta un vídeo dramatizando el momento para que nadie lo dudara. Está en youtube. Lopera salvó al Betis, Lopera salvó al Betis, Lopera salvó al Betis... Amén. Aún suena en la cabeza de los béticos aquella frase legendaria: «No podemos consentir que media Sevilla enfríe el champán para celebrar que la otra media se ha quedado sin equipo».

Lopera no lo consintió. Pidió un aval bancario (como buen usurero, tiene crédito) y compró la mayoría de las acciones de la entidad. Después encargó un busto de sí mismo, le cambió el nombre al estadio (del honorable Benito Villamarín ya no se acuerda nadie) y se puso a gastar todo el dinero que fue recibiendo del boom de los derechos televisivos a mediados de los 90, algo que en el diccionario loperiano-español, español-loperiano se conoció como el ‘pepermin’ (Pay per view para los no iniciados).

Después de «los años en la UVI», como él llama a los tiempos en Segunda División, empezó a llenar su equipo de estrellas: Finidi, Jarni (pronunciado así, con jota), Denirzon (Er Shico, ahora en la liga vietnamita), Arfonzo... Sus fichajes, sus discursos, sus antológicos choques con los presidentes del Sevilla (tomenuztedegüenanota), una clasificación para la Champions y una copa del Rey fueron apuntalando su leyenda.

El reverso tenebroso

Pero el endiosamiento tiene un reverso tenebroso. En una entidad como el Real Madrid o el Barcelona, un Joan Gaspart o un Ramón Calderón es un cáncer curable por medio de elecciones. En una sociedad anónima, la metástasis se extiende sin que nadie pueda meter el bisturí. Hoy es el último vestigio de la llamada «Era de los presidentes», en la que Jesús Gil, Gaspart, Mendoza, Caneda o el propio Lopera acaparaban más protagonismo que los futbolistas. Lopera, otrora salvador altruista, es un maldito. Pero que nadie se engañe, sigue siendo el mismo felino, pero con seis vidas menos.

La primera la consumió hace ya muchos años. El oportunista Lopera se montó un negocio de antenista que consistía en lo siguiente: sus ‘técnicos’ iban casa por casa en Sevilla diciéndole a todo el mundo que, debido a la antigüedad de su antena, no podrían ver los nuevos canales (Antena 3, Telecinco, Canal +...) y que había que cambiarla. Sus muchachos se dedicaron a engañar a las comunidades de vecinos asegurando que ellos iban a montar una antena en pruebas totalmente gratis. Y la montaban, aunque fuera igual que la que estaban quitando. Dos semanas después, esos mismos se presentaban con la factura, que había que pagar sí o sí. Pudo timar a medio Sevilla, pero se escapó vivo de aquello.

Otra la perdió en uno de los cientos de juicios que han jalonado su carrera, con la diferencia de que este lo perdió y por goleada. Lopera fue condenado en 2006 por delito contra la Hacienda Pública, en su gestión al frente del Betis: dos penas de siete meses y medio de cárcel, además del pago de una multa de cinco millones de euros.

Dos de sus siete vidas se fueron en los dos descensos, el último consumado la pasada semana. Es el único presidente verdiblanco en pasar dos veces por el infierno de Segunda.

El platillo volante de Bela Lugosi

Otra vida la ha ido perdiendo estos años por su mala salud: en marzo de este mismo año, Lopera estuvo ingresado en un hospital muy grave como consecuencia de «pleuropericarditis aguda». No sabemos si tiene que ver con el color verdoso de su piel, con ese rostro descarnado en el que destacan los colmillos, con esas incipientes entradas a lo Bela Lugosi, pero el hoy máximo accionista del Betis cada vez se parece más a Drácula.

¿Dónde se dejó la sexta vida? Es curioso que fuera el Drácula de Heliópolis el que irrumpiera, de la mano de Juande Ramos, en la fiesta de Halloween 2001 que se celebraba en el chalet de Benjamín. Un autobús de putas, lacremdelacrem de los puticlubs a ambas orillas del Guadalquivir, amenizaba el cotarro. Alcohol, chavalas, caspita de la mona. No faltaba de ná.

Pero Lopera, avisado por algún chivato, entró por la puerta sin llamar. Como si fuera una película de Porkis, los componentes de la plantilla fueron escondiéndose donde pudieron. Cuentan los testigos que, segundos antes, había empezado una especie de conga de Jalisco que se disolvió en cuando vieron aparecer a Lopera y al manchego triste.

Denirzon, er Shico, se tiró desde una de las ventanas del segundo piso del chalet, con los pantalones por los tobillos, para que no le viera Donmanué. Pero Donmanué le vió. Los reunió a todos en el jardín y sólo acertó a preguntar: «¿Es que no sus da vergüenza?». Después sufrió un amago de infarto.

Es decir, que no le queda mucho para gastar su séptima vida, la que se supone que es la última, incluso para los dioses y los vampiros. ¿Cuando le pondrán el último clavo al ataúd?

domingo, 7 de junio de 2009

Del Nido, de profesión pitoniso

Por Bob Stuka
El destino le sonríe a José María Del Nido. Hace unos días cumplió siete años al frente del Sevilla Fútbol Club en uno de los mejores momentos de su vida. Fundamentalmente, porque en su vida todo gira alrededor del Sevilla, que bajo su segundo mandato ha logrado sus mayores éxitos. Tanto ha crecido el club que ni siquiera se ha celebrado el tercer puesto liguero de este año, con pase directo a la Champions League (y como cabeza de serie). Y casi nadie sen ha cebado con el descenso del eterno rival.

Siete temporadas que han hinchado a presión el desmedido orgullo del presidente sevillista, de natural ya henchido. Desde el 28 de mayo de 2002, día en que susituyó en la presidencia a Roberto Alés en un momento complicadísimo de la entidad, Del Nido se ha embuchado, ni más ni menos: dos Copas de la UEFA, una Copa del Rey, una Supercopa de Europa, una Supercopa de España, dos clasificaciones para la Liga de Campeones y dos títulos de mejor equipo del mundo del año para la IFFHS. Y ha saneado el club con grandes ventas (Baptista, Reyes, Alves...).

Algo del todo imprevisible para cualquier terrícola sevillista, pero no para el peculiar José María Del Nido. Él lo previó. Claro y meridiano. Seis días antes de alcanzar la presidencia, ni corto ni perezoso, guardó su pronóstico en una caja fuerte, para poder presumir de sus dotes adivinatorias una vez cumplidos sus infalibles presagios.

Nada más llegar a la presidencia, se desperezó con deleite, como un personaje de Rodrigo García Blanca, con uno de sus típicos alardes de envanecimiento. En una comida con amigos, Del Nido apuntó en una servilleta sus principales metas al frente del Sevilla. Se permitió la chulería de escribir a la ligera en un papelajo objetivos de trazo difuso: "Ganaremos Copa del Rey y Copa de la UEFA y Liga, sanearemos el club, remodelaremos el Sánchez Pizjuán y llenaremos todos los domingos el estadio". Así quedó desvelado en la contraportada de su reciente biografía Sí o sí. Sólo le quedan por cumplir dos, el torneo de la regularidad y el ansiado lavado de cara de la Bombonera de Nervión.

Pero el debe es lo de menos. Un equipo que no jugaba ni la UEFA sólo se podía permitir tales gestas en sueños. ¿Quién le iba a decir a cualquier sevillista en 2002 que los rojiblancos ganarían un solo título a corto plazo? El chulapo del presi, quién si no. El único cuya imaginación venteaba un Sevilla a la altura, o por encima, del de la década de los 50.

Fanfarrón, prepotente, henchido

Los que lo conocen saben que no es de extrañar esta machada de Del Nido. Lo raro es que semejante fanfarronada haya critalizado. ¿Un defecto del presidente?, le preguntaron, tras revelarse el secreto de la servilleta. "La prepotencia,tambien conocida,según Paco Cuervas [su mentor], como la chulería", contestó Del Nido, sabedor de que su yo presidente no cabe en sí. De natural altivo, por fin tiene –y mucho– de lo que presumir. Esa prepotencia le ha granjeado innumerables críticas. Incluso la prensa deportiva madridista se ha atrevido a atribuir el éxito del Sevilla FC sólo a Monchi, director deportivo. Molesta que un prepotente que sabe que lo es –y lo magnifica– triunfe.

Por poner un ejemplo, Del Nido es tan vanidoso y pfanfarrón como Florentino Pérez, y ha conseguido logros equiparables a los del Madrid de los galácticos, pero en la escala sevillista. Sin embargo, las formas con que se expresan ambos son radicalmente opuestas (uno, señorito andaluz de infinito jactar; el otro, cursi educado y refinado hasta la babosidad). ¿Con qué presidente se iría a comer, señor Del Nido? "Con Florentino Pérez", desvela sin dudar.

Dios los cría y el balón los junta, porque hasta en la servilleta coinciden. El nuevo mandamás merengue ya apuntó en su día sus propósitos, algo más modestos y escuetos: que Zidane vistiese la camiseta del Real Madrid. Otro al que le salió cara.

Ahora va a por Kaká, y Del Nido a por la remodelación del Sánchez Pizjuán y a por... la Liga. Si los indicios de delito que ve el juez en el 'Caso Minutas' (sus años de marbelleo le persiguen) no pasan a mayores, el presidente nervionense mira de nuevo hacia arriba. Y los objetivos llegarán, porque José María Del Nido no se equivoca nunca. O al menos eso cree él.

sábado, 6 de junio de 2009

Pellegrini: pijo y aburrido, pero listo

Por Paul Tanner
Desde Santiago de Chile

Ninguneado por los hinchas, mal recibido por la prensa, a Manuel Pellegrini-Ripamonti no se le perdonó el descenso con la Universidad de Chile recién iniciada su carrera de entrenador. Y eso que antes había sido central del célebre Ballet Azul (ver fotografía) Dio igual: fue la primera (y hasta el momento única) salida del club de la serie de honor.

También se le recordaron con inquina los dos campeonatos perdidos en la foto finish con Universidad Católica frente al Matador Salas. Se le reprochó en ambos casos su falta de barrio, ser alto, rubio, de ojos azules y clase acomodada en el Chile de principios de los 70.

Algo de eso aún perdura. En la tierra que le vio nacer, el rutilante nuevo míster madridista carga con el estigma de pijo y fome (aburrido). Habla poco en su trabajo, pero no le tiembla la mano para golpear la mesa (que pregunten a Abreu, Sorín o Riquelme). Por suerte para él, ha demostrado ser inteligente dentro y fuera del campo.

El destino da en otro blanco

Como jugador, se instruyó al lado de Alberto Quintano y Elías Figueroa, la mejor pareja de centrales del fútbol chileno. Se le apodó, no precisamente por derrochar virtud, El gomero, jugador-ficus que se reconoció jubilado el día que un imberbe Iván Zamorano le brincó encima para marcar para Cobreandino ("si hubiera sabido dónde iba a llegar no me hubiera retirado, hubiera seguido dos años más", dice Wikipedia que dijo de su predecesor madridista).

Ya de técnico, este ingeniero civil de 56 años, casado y padre de tres hijos, fue lo suficientemente clarividente como para renunciar a la banca de Universidad Católica en 1995. Poco amigo de la improvisación aquí, donde se aplaude la picaresca, se sintió incomprendido y se cansó de insultos. Había intentado armar en dos años un equipo para ganarlo todo. Contaba en su plantilla con los dos extranjeros más caros y exquisitos que jamás tuvo el club: los argentinos Beto Acosta y Pipo Gorosito. Un lujo que no se tradujo en títulos. ¿Serán más pacientes en el Bernabéu?

Tras aquella experiencia, el novato pasó a los potreros. Con aprovechamiento. Perfeccionó su dibujo en Europa y regresó para dirigir al O’Higgins de Rancagua y a Palestino. Curioso: tras dejar al equipo de la colonia arrancan sus 10 años de glorioso autoexilio. Campeón con la Liga Deportiva de Quito (Ecuador). Campeón con San Lorenzo (Argentina) en el torneo local y Mercosur. Campeón con River y semifinalista de la Libertadores.

Y por fin el Villarreal, una historia conocida.

viernes, 5 de junio de 2009

Jugar por Adidas (y por cojones)

Por Lola Dirceu
Peor que primas a terceros, sobrinas sin cuartos o vecinas del quinto; mucho más indigno que Poli Díaz besando la lona nada más notar una leve caricia de un sparring enclenque; más asqueroso que trincar un maletín por dejarse meter gol alegando hambre, puro vicio, necesidad, deudas de juego O pellas con el camello del barrio.

Lo más repulsivo es que un jugador de fútbol tenga que estar siempre, siempre, siempre (a no ser que esté lesionado, obviamente) por obligaciones contractuales en la alineación titular de un equipo.
Tamaña adulteración tiene un nombre (David Bekcham) un par de malhechores (Florentino-el Madrid y Adidas, tanto monta) y un damnificado (José Antonio Camacho).

Acuérdense cómo aterrizó David en el club merengue, con chaqueta turquesa miami vice y coletita de actor porno. Se aflojaron 25 millones de pavos al Manchester ¡¡¡y a jugar y apatrullar Ortega y Gasset, boutique arriba y joyería abajo!!. Que finalmente el adonis jugara en el club de Concha Espina fue debido a las tensas y arduas negociaciones con la marca de las tres rayas y las tres bandas (eso ponía en mis zapatas cuando era cani), o sea la dichosa Adidas de los huevos.

La multinacional fundada por Adi Dassler cuando a la II Guerra Mundial ya no le quedaban balas, exigió por contrato que el bello Beckham siempre fuera incluido en el equipo titular so pena de multas millonarias, extorsiones, acuerdos económicos que se van por el váter y demás plagas bíblicas.

Porque la imagen de Beckham chupando banquillo hacía caer en picado Wall Street, Cobo Calleja y hasta la rotación de Saturno. ¿Leyenda urbana? ¿Chisme de bar cuando uno va medio pedo? No señor. Lo contaba sotto voce (para darse copete o vaya usted a saber qué sustancia le hizo soltar la lengua), un alto directivo de la anterior junta del mesías Florentino. Palabrita del niño Carlos Jesús.

Lo que pasa es que ningún medio se pudo hacer eco de la imposición, porque luego Adidas cierra el grifo de dinerito y entrevistas al Marca o al As. ¿Han visto alguna noticia en El Mundo o en El País que perjudique a El Corte Inglés? Pues eso, que money rules, que la publi manda, cojones.

La liebre saltó, de repente, el 19 de septiembre de 2004, cuando a un señor con cara de angelote de Murillo y sobacos como aspesores le dio, tamaña insensatez, por ejercer como honesto profesional. Ante su bajo rendimiento, Camacho sentó al inglés. Hoy tú no sales. Aquel día en Montjuic y contra el Espanyol, los foteros no daban crédito. ¡Hostia, el Beckham en el banquillo!! ¡¡El actor principal casi no sale ni en los créditos!!.

El Madrid perdió 1 a 0, jugó de pena y Beckham saltó en el minuto 55 sustituyendo a Juanfran, el mismo menda que de volea salvó el otro día al Osasuna frente, precisamente, el Madrid. Tras el partido sonaron todas las alarmas en presidencia. ¡¡Pero qué coño ha hecho el temerario de Camacho, qué ataque de honestidad profesional le habrá entrado a este gilipollas!! decían a puerta cerrada por el Bernabéu.

A las pocas horas, el de Totana fue llamado a capítulo y flipó en colores. "¿Qué tengo que poner siempre en el once a este menda por obligación de Adidas? ¡Venga hombre!" Así que vista la desautorización hacia su persona, a las directrices de arriba, a onces titulares que se confeccionan en consejos de administración, cogió el pendingue y se piró. “Ya no puedo sacar más partido de este equipo. Es imposible que el rendimiento de los jugadores mejore conmigo», hablaba en eufemismo un 20 de septiembre, con sólo tres jornadas de Liga disputadas y una sangrante derrota en la Liga de Campeones. La prensa acerca de la espantá, argumentaba que “aún existen detalles por desvelar de su huida”.

Menos misterios, que el asunto fue meridiano. A punto estuvo Interviú de contarlo todo con pelos y señales pocas fechas después. Hablaban del choque de divos, del látigo de Camacho, del clan brasileiro, de que los jugadores se iban de farra y a rodar anuncios y pasaban de entrenar... Cierto, pero el caso Beckham fue la espoleta que se lo llevó por delante. El madridismo que corre por sus venas impide a Camacho contar toda la verdad.

«Yo comprendo que no es sencillo entrenar al Real Madrid. Es más, creo que es una de las misiones más complicadas que existen, porque no hay otro club como este», apuntó entonces Florentino Pérez. Segunda parte del sultanato florentiniano ¿en qué términos firmará Kaká, pelotero excelso, e hijo predilecto de Adidas?