lunes, 15 de junio de 2009

El pasaporte esquizofrénico de Bora



Por Miguel Bujalance


¿Te has clasificado para una competición importante? ¿Representas a un país que en el planeta balompédico no sale ni en las Páginas Amarillas? ¿Te gustan las relaciones breves, pero intensas?

Si en el fútbol existieran los anuncios por palabras, éste sería una oferta de trabajo para Bora Milutinovic (Belgrado, 1942). El técnico de origen serbio -digo de origen, porque nadie sabe realmente qué pasaporte tiene, aunque pese a los rumores y a la nacionalidad de su mujer desmintió que hubiera aceptado la ciudadanía mexicana- vuelve a la carga.

Al mando de la selección de Irak ha entrado en liza en la Copa Confederaciones. Dicen que el equipo es apañado y, además, ha ganado a los tradicionales rivales en Asia, un continente, al contrario que el africano, poco dado a las sorpresas en sus competiciones internas.

En este grupo de la muerte -más bien de la eutanasia- tiene ante España un papelón, si bien Bora espera dar una alegría a los iraquíes frente a Nueva Zelanda, en lo que puede ser un partido de solteros contra casados muy divertido. Ante Sudáfrica, Alá dirá.

Lleva ocho selecciones a sus espaldas (México, Costa Rica, EEUU, Nigeria, China, Honduras, Jamaica e Irak), y las que le quedan. Sus equipos, muy dignos, nunca han jugado extraordinariamente bien, pero siempre dan algún susto y, lo dicho, Bora los pone en la órbita del planeta futbolístico.

Zubizarreta aún recuerda su nigeriazo en el mundial de 1998, aunque aquel grupo de jugadores tan interesantes cayó malamente con Dinamarca en octavos por 4 a 1. Este soldado de fortuna políglota, hermano de un magnífico jugador del Partizan que hizo sufrir al Madrid de Di Stefano en Europa, quiere seguir dibujando su atlas vital. Llo veremos en el próximo campeonato del mundo.

Se admiten apuestas. Yo me mojo. Si se clasifica, dirigirá a Corea del Norte para lograr acercarse al Guinness del Eje del Mal. Ojo con Cuba.

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