sábado, 6 de junio de 2009

Pellegrini: pijo y aburrido, pero listo

Por Paul Tanner
Desde Santiago de Chile

Ninguneado por los hinchas, mal recibido por la prensa, a Manuel Pellegrini-Ripamonti no se le perdonó el descenso con la Universidad de Chile recién iniciada su carrera de entrenador. Y eso que antes había sido central del célebre Ballet Azul (ver fotografía) Dio igual: fue la primera (y hasta el momento única) salida del club de la serie de honor.

También se le recordaron con inquina los dos campeonatos perdidos en la foto finish con Universidad Católica frente al Matador Salas. Se le reprochó en ambos casos su falta de barrio, ser alto, rubio, de ojos azules y clase acomodada en el Chile de principios de los 70.

Algo de eso aún perdura. En la tierra que le vio nacer, el rutilante nuevo míster madridista carga con el estigma de pijo y fome (aburrido). Habla poco en su trabajo, pero no le tiembla la mano para golpear la mesa (que pregunten a Abreu, Sorín o Riquelme). Por suerte para él, ha demostrado ser inteligente dentro y fuera del campo.

El destino da en otro blanco

Como jugador, se instruyó al lado de Alberto Quintano y Elías Figueroa, la mejor pareja de centrales del fútbol chileno. Se le apodó, no precisamente por derrochar virtud, El gomero, jugador-ficus que se reconoció jubilado el día que un imberbe Iván Zamorano le brincó encima para marcar para Cobreandino ("si hubiera sabido dónde iba a llegar no me hubiera retirado, hubiera seguido dos años más", dice Wikipedia que dijo de su predecesor madridista).

Ya de técnico, este ingeniero civil de 56 años, casado y padre de tres hijos, fue lo suficientemente clarividente como para renunciar a la banca de Universidad Católica en 1995. Poco amigo de la improvisación aquí, donde se aplaude la picaresca, se sintió incomprendido y se cansó de insultos. Había intentado armar en dos años un equipo para ganarlo todo. Contaba en su plantilla con los dos extranjeros más caros y exquisitos que jamás tuvo el club: los argentinos Beto Acosta y Pipo Gorosito. Un lujo que no se tradujo en títulos. ¿Serán más pacientes en el Bernabéu?

Tras aquella experiencia, el novato pasó a los potreros. Con aprovechamiento. Perfeccionó su dibujo en Europa y regresó para dirigir al O’Higgins de Rancagua y a Palestino. Curioso: tras dejar al equipo de la colonia arrancan sus 10 años de glorioso autoexilio. Campeón con la Liga Deportiva de Quito (Ecuador). Campeón con San Lorenzo (Argentina) en el torneo local y Mercosur. Campeón con River y semifinalista de la Libertadores.

Y por fin el Villarreal, una historia conocida.

1 comentario:

  1. Enhorabuena por vuestra incursión en Chile. Veo que vais ampliando vuestros horizontes.

    Un saludo de un español 'exiliado' en Rusia que, como buen friki del fútbol, os sigue con devoción.

    FDO: Óscar Torres

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