Por snedecor
Hubo un tiempo en el que sumar 100 puntos en liga sólo estaba al alcance de los jugones pcfutboleros (de los verdaderos maestros del asunto o de quienes reiniciábamos los partidos una y otra vez hasta conseguir que la dichosa maquinita nos concediera el resultado que deseábamos). Este Barça tiene a Messi, vale, lo que en términos futbolísticos equivale a tener delante la guía de trucos del videojuego, pero ni siquiera ha necesitado un entrenador a tiempo completo para alcanzar una cifra bestial que empieza a parecer preocupantemente habitual. Con Tito todo el año al pie del cañón (deseamos) y con el mordiente en ataque que supone el fichaje de Neymar Jr (a priori, porque a lo mejor resulta ser Nightmare Jr), quién sabe si la próxima temporada se romperá esa mágica barrera. En todo caso, tras dos años de experiencia ya nos ha quedado claro que con 100 puntos no te dan más premio que una Liga: para ganar la Champions hay que ser capaz de eliminar al Bayern de Munich en semifinales. Que luego cuando mandamos los penaltis al cuarto anfiteatro o los bávaros nos cascan siete, 100 puntos cierran pocas heridas.
A la otrora taurina hora de las cinco de la tarde, con división de opiniones en el tendido y más de un ocupante del palco de prensa pidiendo que su cadáver diera la vuelta al ruedo arrastrado por las mulillas, se despidió José Mourinho de sus tres años encabezando los carteles del Santiago Bernabéu: para el recuerdo deja buenas tardes y alguna faena de aliño (ahora “aliño” a éste, ahora “aliño” al otro). Aparte de algún que otro trofeo (y de unas cuantas cornadas traicioneras), del Madrid se lleva la experiencia, nueva para él, de cerrar una temporada sin el apoyo unánime de su cuadrilla. Cual si fuera Curro Romero, su paso por las plazas españolas ha inspirado el nacimiento entre los aficionados blancos de una nueva corriente de fieles seguidores de un arte incomprendido para la mayoría: los mourinhistas se definen desde el apego cuasi incondicional al diestro de Setúbal pero también desde la firme contraposición a la crítica y a los puristas (puristas de puro habano, o de pipa, por utilizar el elemento más característico de los abonados al coso merengue). Viendo que el empresario a cargo de la plaza no parece por la labor de continuar explorando tan revolucionario estilo, me temo que tendrán que esperar pacientemente la irrupción en el escalafón de su Morante particular. En cualquier caso, el que piense que sin Mourinho llegará la calma al ruedo de Concha Espina ni conoce al Real Madrid ni frecuenta las hemerotecas.
Cierto es que también ayudaron una increíble Real Sociedad que por momentos pareció el Brasil del 70 y un Atlético por fin al nivel que su historia y afición merecen, pero tres presidentes, dos entrenadores, dos estadios y cientos de millones de euros de deuda no han conseguido evitar que el Valencia se quede fuera de la Champions League por primera vez desde 2008 (año en el que también hubo tres presidentes, dos entrenadores, dos estadios y cientos de millones de euros de deuda, además de una Copa del Rey). Que con todo este despropósito institucional la Fundación del Valencia CF, máxima accionista del club por obra y gracia de la Generalitat Valenciana (mientras Bankia y los tribunales no digan lo contrario), colabore en la organización de un Máster Internacional en Gestión Deportiva Empresarial es poco menos que un cachondeo: sobre todo porque en su programa académico no se contempla el estudio en profundidad de su propio caso, del que tanto habría que aprender. Como a estas alturas aún no tenemos muy claro si el Valencia es de su Fundación, de la Generalitat, de Bankia o de un señor que pasaba por allí, desde FNF proponemos a los aplicados alumnos del máster que, como trabajo de fin de curso, investiguen la viabilidad de nuevas y originales fórmulas de gestión del club ché, como por ejemplo un hipotético proyecto de joint venture entre Españeta y Manolo el del bombo: peor no lo iban a hacer y al menos su compromiso y su amor a los colores quedarían fuera de toda duda.
Así, a bote pronto y a falta de todo un verano, va un pequeño parte de bajas de cara a la próxima temporada: Marcelo Bielsa y sus ruedas de prensa. José Mourinho y sus ruedas de prensa (las diera o no). Eric Abidal y buena parte de los cacareados valors del Barça. José Mourinho y buena parte del cacareado señorío del Madrid (lo tuviera o no). Juan Carlos Valerón y su magia. David Albelda y su magia (no, es broma). Jesús Navas y sus ojazos azules. Fernando Llorente y sus ojazos azules. Radamel Falcao y esos goles en Champions que nunca llegarán. Gonzalo Higuaín y esos goles en Champions que nunca llegaron. Andrés Palop y sus goles en UEFA. Ricardo y sus goles en… en contra. Manuel Pellegrini, Joaquín y en general todo rastro del jequeproyecto del Málaga (incluido el puerto deportivo). Deportivo, Zaragoza, Mallorca y sus fenomenales dirigentes (fijo que fueron al Máster de la Fundación del Valencia). Alex Ferguson y sus chicles. David Beckham y sus anuncios (aunque algo me dice que esto no lo perderemos del todo).
Ah, y San Mamés. Poca cosa.
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domingo, 9 de junio de 2013
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