Aún no ha llegado a la final como el Quevilly, ni siquiera a semifinales como nuestro Mirandés, pero en un año en el que los modestos parecen haberse puesto de acuerdo para llevarse todos los focos en las copas de medio mundo, la industria americana ha decidido lanzar su propio remake y se ha sacado de la manga a su Cenicienta particular: el Cal FC. Cierto es que su nombre y su escudo (un diminuto balón es el único detalle añadido a la bandera oficial del estado de California) quedan un poco sosos si los comparamos con los de otros modestos que también se han plantado en los octavos de final de la copa estadounidense (como por ejemplo los San Antonio Scorpions o los Dayton Dutch Lions), pero ya se sabe que los remakes yanquis suelen cojear por algún sitio.
La historia del Cal FC es la de un equipo aficionado fundado en 2010 que milita en la US Adult Soccer Association (USASA), un conglomerado de torneos locales y estatales que forman parte del quinto y último escalón (o el primero, según se mire) del complejo sistema del soccer federado americano: poco más que una Sunday League inglesa, algo menos que una Tercera española. Pero pese a su humilde realidad, sin traje ni chándal oficial y jugando con camisetas viejas prestadas por los Chicago Fire hasta hace literalmente cuatro días, el Cal FC se ha metido en octavos de final de la US Open Cup, el torneo futbolístico más antiguo de Estados Unidos (la de 2012 es su edición número 99), tras derrotar a los Kitsap Pumas campeones de la PDL (cuarta división) por 1-3, a los Wilmington Hammerheads subcampeones de la USL Pro (tercera categoría) por 0-4 y a los Portland Timbers de la MLS (primera división de Estados Unidos) por 0-1.
En octavos el Cal FC viajará Seattle para enfrentarse a unos Sounders que han ganado las tres últimas ediciones del torneo y que teóricamente deberían poner punto final al cuento de hadas. Aunque en la copa nunca se sabe, y en América menos todavía: este año la mitad de los equipos de la MLS han caído eliminados en dieciseisavos, la primera ronda en la que participaban, y todos ante equipos de divisiones inferiores. Eso sí: el triunfo del Cal FC el pasado miércoles en Portland supuso la segunda victoria en 16 años de un equipo aficionado frente a uno de la MLS, y eso es lo que ya convierte en noticia las andanzas de este modesto club, que ha superado las tres rondas fuera de casa (matiz importante aunque en USA la incomodidad de jugar a domicilio no la genere el público rival sino los interminables desplazamientos) con la garra y épica que se le presuponen a este tipo de conjuntos, pero también con largos ratos de buen juego.
Algo que se entiende algo mejor en cuanto se araña un poco la superficie de la historia: pese a su condición de equipo amateur, los héroes del Cal FC no son colegas treintañeros de Thousand Oaks (condado de Ventura, cerca de Los Ángeles, al sur de California) que se juntan por las tardes para echar una pachanga. En su mayoría se trata de viejas jóvenes promesas de la zona (el más veterano tiene 26 años) que en su día no tuvieron la ocasión de llamar a puertas más importantes, o que lo hicieron y fracasaron en su intento de ganarse la vida con el fútbol. Algunos fueron descubiertos por el entrenador del Cal FC mientras buscaba talentos para otro singular club del sur de la frontera del que ya hablamos en FNF, los Murciélagos de Guamúchil, pero en la plantilla también hay antiguos internacionales juveniles y hasta algún extranjero que llegó a Estados Unidos para jugar en la MLS y que acabó siendo cortado por la franquicia que le fichó basándose sólo en los informes de algún ojeador iluminado.
Un entrenador por Facebook
Ahora todos ellos esperan que su trayectoria en esta US Open Cup les ayude a encontrar una nueva oportunidad en el soccer profesional: ése y no otro es el objetivo real del Cal FC toda vez que en EE.UU. no existen ascensos deportivos. Como dice su entrenador, “si en el mes de agosto aún están jugando para mí es que algo habré hecho mal”. Un entrenador que ni siquiera puede dedicarse por completo a ellos, puesto que sus obligaciones laborales le hacen perderse muchos fines de semana de competición. De hecho no pudo estar en el banquillo en la primera ronda copera, empezó a preparar la segunda desde Alemania dando indicaciones a través de Facebook y antes del partido contra los Timbers sólo pudo juntar a sus chicos para un único entrenamiento. Para qué más, visto el resultado.
Pero para él este equipo y esta copa también han sido una especie de revancha: hace tres años dos franquicias de la MLS rechazaron su ofrecimiento para entrenarlas porque no tenía experiencia ni siquiera como técnico ayudante. “No sabía que se necesitara haber sido ayudante de alguien para poder entrenar a un equipo”, respondió, fiel a su estilo franco y provocador. Ante ese doble portazo en las narices, y haciendo gala del típico espíritu emprendedor americano, el tipo tiró por la calle de en medio y fundó su propio equipo, el Cal FC, para demostrar al mundo sus cualidades. Con un par.
Valiente y sintomática decisión de un hombre con merecida fama de bocazas arrogante y que nunca ha mostrado excesiva consideración por los técnicos, ni siquiera ahora que ya es uno de ellos: “Les dije a los chicos que si cambiar la forma en la que juegan es ser entrenador, no quería ese trabajo; fueron ellos mismos y ELLOS ganaron”, tuiteó (mayúsculas incluidas) para restarse importancia tras la histórica victoria en Portland. Su fijación viene de lejos: en los círculos futboleros de la bahía de San Francisco aún se recuerda aquella avioneta que sobrevolaba durante los partidos el estadio de San Jose con una pancarta a lo Ruiz Mateos que decía “Fire Calloway” (echad a Calloway). Por aquel entonces el inglés Laurie Calloway era el entrenador de los Earthquakes, que aún se llamaban Clash (muchas cosas han cambiado desde 1997), y el que alquilaba la avioneta era… uno de sus propios jugadores.
Puntualicemos. El que alquilaba la avioneta era el más mediático de sus jugadores. El más mediático y, probablemente, el mejor de los jugadores estadounidenses de la época: Eric Wynalda. El mismo Eric Wynalda que después de varios años granjeándose una polémica imagen de fantoche tras los micrófonos fundó el Cal FC para darse a sí mismo una oportunidad como entrenador que nadie más le ofrecía y que está aprovechando a las mil maravillas, aunque sólo baje a la banda cuando sus compromisos como comentarista televisivo se lo permiten. Eric Wynalda; la estrella mediática que, en definitiva, justifica que hablemos de este remake hollywoodiense de la Cenicienta.
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sábado, 2 de junio de 2012
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cinderella team jaja un poco fuerte pero estoy de acuerdo contigo en un cien por cien, siempre hay un equipo de esos llamados cenicienta en algún torneo o liga
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