viernes, 7 de agosto de 2009

La isla sin fútbol


Por Halftown
Menorca es diferente a las demás Islas Baleares. Primero, porque desde que se perdió Filipinas allá en el Desastre del 98 es el territorio español que más pronto ve salir el sol. Segundo, porque su capital, Mahón, tiene el segundo puerto natural más grande del mundo, sólo por detrás del celebérrimo Pearl Harbor.

Y tercero, porque se ha pasado la vida cambiando de manos, de cartagineses a romanos, de moros a cristianos, de ingleses a franceses -la mahonesa, según cuenta la leyenda, fue parida por un cocinero del duque de Richelieu durante un asedio a la isla- y finalmente, vuelta definitiva a manos españolas en 1802. Los menorquines, quizá para compensar tanto bandazo, son gente muy arraigada a su isla.

Hoy en día, Menorca es una isla tan pequeña como entonces: sólo cuarenta kilómetros separan la oriental Mahón de la occidental Ciudadela. O lo que es lo mismo, la isla es cuatro veces menor que la vecina Mallorca.

Fértil para otros deportes

Y, sin embargo, es una isla sorprendentemente fértil en lo que a deportistas de élite se refiere, como Sergio Llull, el prometedor base del Real Madrid de baloncesto; Paco Vallejo, segundo mejor ajedrecista español y Gran Maestro desde los dieciséis años; el judoca ciego Juan Bagur, recién campeón del mundo júnior; o la regatista Julia Rita, vigente campeona de España en la clase 470.

La vela, por cierto, es un deporte muy popular en Menorca gracias a los esfuerzos del Club Marítimo de Mahón, por un lado, y al célebre viento del norte, la Tramontana, por el otro. Además de eso, los escasos noventa mil menorquines han sabido mantener a un club, el Menorca Bàsquet, durante cinco años en la liga ACB.

Los ingleses dejaron en herencia la ginebra, pero no el balón. El fútbol en Menorca es un deporte marginal más allá de los patios de colegio. De los pocos participantes menorquines en el grupo XI de Tercera, el único equipo con un pasado digno de mención es el Sporting Mahonés.

El guineano Engonga

El club pasó seis años en Segunda B a finales de los ochenta y principio de los noventa, cuando su máxima estrella era un mediocentro de origen guineano que luego haría carrera en Primera: Vicente Engonga.

Desde su caída a la tercera división, el Sporting Mahonés ha sido un circo por el que han pasado desde jugadores de vuelta de todo como Torres Mestre –al fin y al cabo, puestos a arrastrarse por los campos, mejor hacerlo en Menorca- hasta renaldinhos como el mítico ex-milanista Iván Peñaranda.

Pues bien, en 2008 entra en escena Paco Segarra, ex jugador de Barça B, Celta y Granada, quien organiza un proyecto y consigue, dieciséis años después -gol en el minuto 93 incluido-, devolver por sorpresa al Sporting Mahonés a la categoría del bronce del fútbol español.

De manera que la directiva mahonesa se ha tenido que poner manos a la obra para montar un equipo que pueda hacer un papel digno en un grupo duro que incluye a los filiales de Barça, Valencia, Espanyol y Mallorca, y a clásicos como Sabadell, Lleida o el re-renacido Logroñés.

Segarra ha tenido que tirar de chequera para traer a jugadores como el portero Joaquín Moso (“llegó a estar una temporada en el Albacete de Primera División” reza la nota de prensa), el ex-compañero de Messi Raúl Vates y al antiguo canterano de Espanyol y Real Madrid David Sánchez.

De momento, juegan el próximo día 26 contra el Alicante en primera ronda de Copa del Rey. El fútbol empieza la reconquista de Menorca.

1 comentario:

  1. Cierto, nunca se habla de Menorca como ciudad futbolera. Me alegra que haya gente como Segarra que quieran involucrarse así en el fútbol, en proyectos tan complicados. En el Hoffenheim ya arriesgaron y dio efecto.

    Saludos

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