Por Halftown
Nacer en Manchester no siempre implica ser Red Devil, pero sí aficionado al fútbol. Pero cuando el Manchester en el que uno nace no está en Inglaterra, sino en New Hampshire, EE. UU., jugar al fútbol con un balón redondo es toda una excentricidad.
Charlie Davies es un tipo raro, en muchos sentidos excepcional. Hijo de un gambiano y una norteamericana, la vida de Davies no podía ser fácil en un lugar con un 97% de blancos como New Hampshire. Ya en el instituto, mientras sus compañeros se dedicaban a otros deportes, él enchufaba goles con los Boston College Eagles. Después de seguir goleando en la liga de desarrollo del soccer americano –esta vez con los Westchester Flames-, la lógica situaba a Davies en el roster de la Major League Soccer americana. La MLS le ofrecía un contrato de un millón de dólares por seis temporadas, pero él se tiró el farol: quería cobrar lo mismo que Freddy Adu, la entonces gran promesa del soccer americano. La MLS no entró al trapo, así que Davies se rebeló contra el sistema, agarró su maleta y se fue a Europa para cumplir su sueño de jugar en el Arsenal. A falta de oferta gunner, Davies se plantó en Amsterdam para hacer una prueba con el Ajax. Faltaban pocos días para la Navidad de 2006, pero no hubo lugar al milagro: después de dos partidos y cero goles, el propio Aaron Winter le dijo que su talento no alcanzaba para jugar en el Amsterdam Arena. Así que Davies volvió a coger su petate y firmó por un club que parecía ideal para probar su nivel: el Hammarby sueco.
En el frío de Estocolmo –no muy diferente del invierno en su New Hampsire natal- Davies explotó. Con la ayuda del uruguayo Sebastián Eguren –que marcharía a Villarreal en el siguiente mercado de invierno-, Davies superó un primer año complicado para finalmente explotar como goleador en su segundo curso en Suecia. Pese a perderse un mes de temporada por culpa de los Juegos de Pekín, el americano hizo catorce goles, suficiente para que en verano de 2009 se cerrase su traspaso al Sochaux francés. Su debut, ante el Girondins de Laurent Blanc, se saldó con una derrota de los sochaliens, pese a los dos goles de Davies.
Partido en dos
Las cosas iban por fin viento en popa para Charlie Davies. Incluso se sentía importante en su selección: había destrozado a España en la Copa Confederaciones de 2009, y tenía la clasificación para el Mundial en la mano. Acababa de disputar casi todo el partido frente a Honduras, que Estados Unidos ganó con apuros, 3-2. Era octubre de 2009, y Davies estaba en Washington, convocado para el decisivo partido ante Costa Rica. Y entonces el destino, en forma de quitamiedos de la autopista, golpeó a Charlie Davies. El coche en el que viajaba de pasajero quedó partido en dos. Una chica que iba con él murió en el acto. Davies fue evacuado en helicóptero y pasó cinco horas en el quirófano. El pronóstico: vejiga lacerada, fractura de tibia y femur de la pierna derecha, rotura del codo izquierdo, rotura de pómulo y hemorragia cerebral. Los médicos le dieron entre seis meses y un año para volver a ser persona. Charlie Davies decía adiós al Mundial, y seguramente al fútbol.
Pero Davies no es del tipo de gente que se deja llevar, y cuatro meses después de escapar con vida de aquel asiento trasero, el americano ya estaba otra vez en Francia, esta vez en el Centro Europeo de Reeducación para Deportistas de Capbreton. En su vientre, una herida de guerra de palmo y medio. En su cabeza, además de una cicatriz enorme, sólo una meta: llegar a tiempo de jugar el Mundial. No pain, no gain. A su llegada a Francia, Davies tuiteó una sola palabra: Bonjour!.
Y es que la historia de Davies no sería la misma si Twitter no hubiera existido. Como si de un programa de telerrealidad en 140 caracteres fuera, Davies comparte cada instante de su vida con las casi 80.000 personas que le siguen. Junto a estas líneas está, por ejemplo, la foto en el autobús de la selección que compartió un día antes del accidente. Pasarían dos meses hasta que Charlie Davies pudo volver a escribir en Twitter.
Es probablemente en la red social donde más de cerca se ve el cambio que ha dado la vida de Charlie Davies. El Davies post-accidente es igual de transparente –básicamente habla de fútbol, juegos de Play Station y poco más- pero ahora incorpora el componente divino a su retórica tuitera: God is great, deja caer de tanto en tanto, suponemos que en agradecimiento por sacarle con vida de aquel coche partido en dos. Todo muy celestial, como gusta al otro lado del charco. Nada que ver con Miguel García, aquel jugador del Salamanca que sufrió una parada cardiorrespiratoria en octubre, y decía bien claro en una entrevista en EL PAÍS que su vida la salvó la ciencia, y por lo tanto no tenía por qué creer en nada más allá.
Davies no pudo lograr su meta de llegar a tiempo para estar en Sudáfrica. A sus veinticuatro años, todavía está a tiempo de cumplir su sueño de fichar por el Arsenal. Primero tendrá que volver a golear en Francia. De momento el pasado fin de semana, por fin, Charlie Davies volvió a una convocatoria del Sochaux. Se quedó sin jugar. Como él mismo tuiteó tras el partido: one step at a time,
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martes, 21 de diciembre de 2010
Charlie Davies, goleador contra pronóstico
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MUY buen post. Lo comparto.
ResponderEliminarSaludos y felicidades.
Navegando entre enlances de blog a blog he acabado aquí, y no he podido resistirme a leer esta historia sobre Davies.
ResponderEliminarMe ha parecido magnífica y le dediqué un tweet para que las demás personas lo lean.
Si quieres encontrarme por algún lugar, buscame mediante Twitter (@nachofergar) o mediante mi blog(www.nachofernandezg.wordpress.com).
Un saludo!;)
Muchas gracias a los dos.
ResponderEliminarperfecta historia para estas fechas, bravo Halftown
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