Por snedecor
Durante los últimos tres años, Traffic ha usado al Palmeiras como principal trampolín para que sus mejores futbolistas dieran el salto a Europa. Porque entre otros muchos negocios relacionados con el fútbol (todos los que se puedan imaginar, desde la gestión de derechos de TV y marketing hasta la administración de clubes, pasando por la representación de futbolistas), Traffic cuenta con una cartera de jugadores de su propiedad, inscritos en el “modesto” Desportivo Brasil (club creado por la propia compañía), y a los que cede a otros equipos para que se muestren y se ganen un millonario traspaso.
En estos años, el Palmeiras ha contado con una opción preferencial para disfrutar de estos proyectos de cracks, bien como cedidos o bien haciéndose con un porcentaje de su pase y posterior venta. Con el club relanzado económicamente y construyendo su nuevo estadio (que en teoría gestionaría Traffic), la colaboración parecía positiva para todos. Pero gracias a la aparición de esos Eternos Palestrinos el club ya no estaba tan necesitado como antes y podía acometer ambiciosas operaciones por su cuenta. Como, por ejemplo, traerse a Ronaldinho.
Un par de meses antes de que finalizara el contrato de colaboración en la parcela deportiva, Traffic decidió que había llegado el momento de buscar otro destino más favorable para sus negocios. Un lugar en el que la empresa tuviera toda la fuerza negociadora. Y el interés de todo Brasil por contratar a Ronaldinho terminó de dinamitar la relación.
Además del Gremio, que jugaba la baza sentimental (fue el club donde se formó el astro brasileño), Flamengo, Corinthians y Palmeiras también entraron en la subasta creada por el hermanísimo del jugador, sabedores todos del gran impacto económico que en materia de imagen y patrocinios supondría la llegada de Ronnie a sus equipos.
Cebos rojinegros
Las cantidades astronómicas que barajaban estos equipos, unas cifras que podríamos considerar claramente fuera de mercado viendo el rendimiento deportivo del brasileño en los últimos tiempos, se deben al apoyo de diversas empresas privadas deseosas de llevarse una parte del pastel que todavía genera Ronaldinho en materia publicitaria. Nada nuevo, pues el reciente auge económico del fútbol brasileño no se explica sólo por la buena marcha de la economía nacional, sino por la entrada en el negocio futbolístico de importantes inversores procedentes de los más diversos sectores, desde la banca (Corinthians) hasta la medicina (Fluminense), pasando por los supermercados (Inter), que han elevado a estándares europeos el nivel de gasto de unos clubes cuyas cuentas particulares no son tan boyantes como podríamos imaginar.
Pero precisamente esa precariedad económica estructural en la que viven la mayoría de clubes es la que ha propiciado la creación en torno a ellos de todo un universo de sociedades inversoras que ponen el dinero y se llevan buena parte de los ingresos atípicos que generan estrellas como Andrés D’Alessandro, Ronaldo o Roberto Carlos, o directamente una parte de un futuro traspaso en el caso de las promesas como Neymar o Ganso. Por su parte, los clubes disfrutan de la presencia de estos jugadores y el campeonato gana en calidad y repercusión, lo que incide en un aumento de los ingresos para todos.
Una simbiosis perfecta (especialmente para las empresas) hasta que se demuestre lo contrario (que será cuando los bancos que hoy refinancian alegremente las deudas de los clubes corten el grifo y los inversores desaparezcan), y de la que Traffic es el principal referente, por la diversidad de sus negocios relacionados con el balón. El que quiera, que eche un vistazo a su web www.trafficsports.com, que descubra todas las actividades por las que extiende sus tentáculos y que trate de imaginarse lo único que Traffic no nos enseña en la Red: su cifra de beneficios.
El caso es que, aprovechando la guerra por Ronaldinho, Traffic se posicionó claramente del lado del Flamengo, que, como hemos dicho, es una entidad con un mercado de seguidores tan enorme como sus problemas económicos, lo que la convierte en un club tremendamente atractivo para jugador y compañía. Obviamente en el seno del Palmeiras la decisión de la empresa no ha sentado nada bien, y su presidente ya ha dicho que Traffic puede ir olvidándose de gestionar su nuevo estadio. Un pequeño sacrificio que estoy seguro no trastoca los planes económicos de la megacompañía.
A cambio de la ayuda económica prestada para fichar a Dinho, y además de la gestión del marketing de la entidad carioca (al menos en todo lo relacionado con su nueva estrella, cuya camiseta ya estaba a la venta antes de la multitudinaria presentación), ahora con toda probabilidad será en el Flamengo donde desembarquen aquellos jugadores a los que Traffic quiera promocionar para su propio beneficio. Porque, sin desmerecer las cantidades que Ronaldinho puede generar en conceptos publicitarios, los pellizcos que dejan los traspasos de futbolistas no son moco de pavo. Así que, seguramente, junto al ya calificado como R10 veremos jugar a los nuevos Keirrison y Henrique, las perlas que Traffic coló al Barça de Laporta desde el Palmeiras.
El cebo ya está puesto, sólo ha cambiado el color verde por el rojinegro. Ahora falta ver quién es el próximo que pica y colabora con la causa de Traffic.
Estaremos atentos.
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miércoles, 19 de enero de 2011
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