Por Halftown
El Atlético de Madrid dejó a su máximo goleador de la pasada temporada comiendo pipas en el banquillo del Camp Nou, y salió con los dos laterales izquierdos de la plantilla uno delante del otro con la remota esperanza de trastabillar a Dani Alves y Leo Messi. Derrotado desde el túnel de vestuarios, el equipo pasó de puntillas por Barcelona y marchó contento de haberse llevado menos goles de los 3,18 que lleva de promedio en liga el FCB.
En San Mamés, el Athetic recibía a un Sporting que jugó con diez desde el minuto 15. Si ya Bilbao es una plaza jodida con once, hay que ser el rey del catenaccio para resistir con diez durante hora y cuarto. El Sporting no lo es, y se acabó llevando tres.
Podríamos hablar ahora de un Athletic que acumula victorias en 2011, en el que Javi Martínez y Llorente llevan los galones, Toquero vuelve a ser más pesado que un dantzari en slow motion e incluso Muniaín parece que ha abandonado sus tics de canterano revulsivo para ser ya el mejor sub-21 español a falta de que Bojan y Canales comparezcan. Sin embargo, en FNF no estamos para hacer la crónica del partido, sino para contar lo que pasó después del tercer gol. Y es que en lugar de celebrarlo, Carlos Gurpegui se fue corriendo a la banda para hablar con Joaquín Caparrós.
Estajanovismo para el Camp Nou
Gurpegui probablemente nunca habría llegado a jugar en Primera si no hubiese sido por nacer en Pamplona y caer en el Athletic, ni habría sido internacional de no existir las selecciones autonómicas. Mediocentro de intendencia, es uno de esos jugadores que entusiasman a la afición local por compensar con estajanovismo su falta de talento con el balón en los pies. Quizá esa necesidad de sudar más que el resto fue la que le llevó a dar positivo en un control antidoping en 2002.
El caso es que poco después de la charlita con Caparrós –ese entrenador italiano nacido en Andalucía-, el escudero navarro se fue a realizar un saque de banda. Amagó una y otra vez hasta el árbitro le sacó una tarjeta amarilla por perder tiempo. Y ahí reside precisamente el el porqué de este post: Gurpegui forzó la tarjeta para cumplir sanción por acumulación de amarillas en el próximo partido del Athletic en Mallorca, y así poder estar listo, dentro de dos semanas, para visitar al Barcelona.
Mientras muchos equipos -la pobreza de espíritu del supuesto tercer equipo de España incluida- tiran el partido del Camp Nou y se centran en la otra liga, Gurpegui no sólo no se borra de un partido imposible, sino que hace todo lo que está en su mano para no perderse esa batalla. Una muestra de que en el fondo de su alma, digan lo que digan las estadísticas, los de Bilbao se creen capaces de competir con el mejor equipo del mundo.
A pesar de haber empatado este año en Copa, es probable que el Athletic se vuelva del Camp Nou con un saco de goles tan o más grande que el del equipo de Quique Sánchez Flores. Al menos nadie podrá decir que no lo intentaron.
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martes, 8 de febrero de 2011
Equipo grande, equipo pequeño
Etiquetas:
Athletic de Bilbao,
Atlético de Madrid,
Gurpegui
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Hay que elogiar la valentía... ala al final, perdieron en Mallorca, donde Orbaiz, sustituto de Gurpegui estuvo bastante gris y perdieron en el Camp Nou...
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