Por snedecor
Con la candidatura de Grant Wahl descartada por no poder encontrar a una sola federación que la avalase (“sí, lo que dices está muy bien y te daría mi voto, pero…”), llegamos a mayo de este año, y a esa reunión de las federaciones caribeñas promovida por Bin Hammam y Jack Warner.
El mismo Warner que dirige la CONCACAF desde hace más de 25 años, que es ministro de transportes en Trinidad y Tobago, que aparece (y sale limpio) en casi todos los escándalos de la FIFA, y el mismo Warner que preferiría que el campeón de la Champions League de su confederación no fuera mexicano. Aliado histórico de Blatter, este año decidió cambiar de amistades, al menos de cara a la galería, porque en esta historia no me extrañaría descubrir a algún agente doble. Alguno más, quiero decir. Porque si el propio Warner reveló a Blatter que Bin Hammam tenía pensado ofrecer un dinerito extra a varios dirigentes caribeños para que votaran por él (perdón, para costearles unos gastos), ha sido Chuck Blazer, durante muchos años el hombre de confianza de Warner, quien ha ofrecido todas las pruebas que demuestran los hechos.
El Comité Ético de la FIFA, un organismo autónomo (ejem) instaurado por el propio Blatter en 2006 con la misión de investigar estos asuntos (siempre que no se hubieran producido antes de su creación, lo que en su día favoreció enormemente a Warner, Blazer y Jerome Valcke, ya veremos por qué), ha suspendido cautelarmente a Bin Hammam y a Warner, citándoles para una vista definitiva del caso en el mes de julio. Blatter sale absuelto porque él sólo fue informado por Warner de que se iba a realizar ese pago teóricamente prohibido en los estatutos de la FIFA, y no tenía la obligación de denunciarlo ya que todavía no se había producido. Una vez desembolsado el dinero, Chuck Blazer sí cumplió con su obligación.
Una Visa de 60 millones de euros
Debbie Minguell y Jason Sylvester han sido los peones sacrificados en esta batalla, dos directivos de la Confederación Caribeña a los que han pillado gestionando la entrega de los 40.000 dólares prometidos por Bin Hammam a cada presidente. Parece que con fotos de los maletines, e-mails de confirmación y todo lujo de detalles, todo ello proporcionado por un abogado estadounidense contratado por Blazer.
Un hombre íntegro, este Blazer, capaz de denunciar a su jefe y sin embargo amigo (o eso creíamos) Jack Warner. O de provocar una investigación del Comité Ético sobre la presunta coalición entre las candidaturas ibérica y qatarí para traspasarse votos en la elección de las sedes mundialistas a raíz de una nota de papel que Villar le pasó a Bin Hammam. Capaz también de escribir una entrada en su blog personal alabando las bondades como anfitrionas de las autoridades de Rusia cuatro días antes de que el país fuera elegido sede del Mundial 2018 (en una votación en la que él tomaba parte), o de costarle a la FIFA más de 60 millones de euros gracias a su “modélica” negociación del patrocinio con Visa sin avisar a MasterCard, que tenía derecho de tanteo. Aquello no tuvo consecuencias para Blazer; sí las hubo para Jeròme Valcke, por entonces director de Marketing de la FIFA, que fue cesado… para convertirse unos meses después en Secretario General por recomendación del mismísimo Sepp Blatter (el que tenía que pagar la multa). El Comité Ético no existía entonces, la ética en sí parece que tampoco.
Hacia Valcke se revuelve ahora el suspendido Jack Warner, acusándole de estar al servicio de Blatter y de haberle presionado para que manifestara públicamente su apoyo y el de su Confederación al actual presidente. En un e-mail que Warner ha sacado a la luz pública, Valcke minimizaba las opciones de Bin Hammam en las elecciones y llegaba a acusar al qatarí de haber comprado el Mundial 2022; Valcke reconoce que envió ese correo pero alega que está incompleto (no sé, quizás falte el precio). Desde luego, tras 29 años paseándose por los despachos de la FIFA Warner sabe muchas cosas, y amenaza con desatar un tsunami si es apartado definitivamente del organismo.
De momento ya denuncia que lo que supuestamente ha hecho Bin Hammam en el Caribe es lo mismo que hizo Blatter en enero en África (curiosamente la CAF parece que tenía pensado votar en bloque por Blatter), y que además el suizo ya liberó un millón de dólares a favor de la CONCACAF sin contar con el permiso del Comité Ejecutivo. Warner no lo dice, pero se entiende que eso es práctica habitual y que sólo se hace para asegurarse unos votos que permitan alcanzar el deseado trono de la FIFA. Para comprar unos votos que ya no importan demasiado, porque después de toda esta película Blatter sólo compite contra su sombra. Yo de él no me fiaría.
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miércoles, 1 de junio de 2011
Piratas del Caribe 5: El Trono de la FIFA (II)
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