Por snedecor
Erase una vez, en un reino muy muy lejano, una selección nacional de fútbol que no le importaba a nadie. Era este un equipo modesto en el panorama futbolístico internacional, de esos que están para rellenar las fases de clasificación, una escuadra que parecía incapaz de competir con sus todopoderosos vecinos continentales y que jamás acudía a las grandes citas balompédicas. Una selección humilde, sin apenas profesionales, porque en aquel país el fútbol todavía no era un medio para ganarse el pan, entrenada por uno de esos seleccionadores que llevan toda su vida en el cargo, porque sencillamente no hay más o porque, si los hay, ni siquiera en su propia Federación confían en que las cosas puedan mejorar con un cambio de técnico. Seguro que os hacéis una idea del tipo de equipo del que estamos hablando.
Pues contra todo pronóstico, y a pesar de sus muchas limitaciones, esa selección dejada de la mano de Dios estuvo acariciando durante varios meses el sueño de clasificarse para su primer Mundial. Pero esta no es la típica historia de un equipo que parte desde el más absoluto desahucio para acabar levantando la moral de todo un país, porque este país del que os hablo nunca se había preocupado demasiado de su selección de fútbol, y tampoco lo hizo cuando estaba tan cerca de la gloria. No, esta es la historia de un sueño mucho más modesto, el de un grupo de humildes futbolistas que, en silencio y a base de orgullo y esfuerzo, fueron recortando poco a poco la distancia que les separaba de un éxito sin precedentes. Desgraciadamente, su sueño se esfumó de la manera más cruel, cuando ya lo acariciaban con la punta de los dedos, al perder un partido que estaba prácticamente ganado frente a uno de esos antipáticos equipos que al final nunca hacen nada pero que acostumbran a destrozar este tipo de ilusiones.
Hubo lágrimas y lamentos, como os podéis imaginar, aunque como digo casi nadie se enteró. Por haber, hubo hasta una inútil goleada de despedida en una tarde de San Juan que sólo sirvió para acentuar la sensación de haber desperdiciado una oportunidad histórica. Sin embargo, los más optimistas pensaron que al menos se había puesto la primera piedra, y que los resultados seguirían mejorando en el futuro. Las buenas actuaciones durante esa fase de clasificación permitieron que algunas de sus estrellas encontraran equipo en otros países, lo que debería servir para que crecieran un poco más, y además las categorías inferiores de esta selección se empezaban a codear con las grandes potencias tradicionales. Sí, quizás la presencia en el Mundial absoluto hubiera significado el chispazo definitivo para que el fútbol calara en la nación, pero si todo iba por ese camino seguro que habría más oportunidades. Lo importante era que faltaba más de un año para que se iniciara la siguiente fase de clasificación y había motivos para la esperanza. Quizás entonces sí se lograra alcanzar ese sueño imposible.
El problema es que cuando eres una selección modesta que no le importa a nadie, las cosas nunca salen como esperas. Porque si esta selección le importara a alguien, hubiera sido más difícil que todo ese año transcurriera sin disputar un mísero amistoso, sin encontrar una fecha para reunir al grupo ni siquiera para entrenar, para probar nuevos jugadores o pulir esos errores que habían dado al traste con las esperanzas mundialistas. Si esta selección le hubiera importado a alguien, incluida su propia Federación, no se hubiera desaprovechado tanto tiempo, hipotecando las opciones de clasificación para la siguiente gran cita. Pero la realidad es la que es, y con el primer partido oficial fijado para septiembre, catorce meses después del último que jugaron, parece francamente complicado que este grupo de futbolistas pueda tener opciones serias de volver a pelear por su sueño.
Puede que estéis pensando en la típica desgracia de alguna pequeña selección caribeña o africana, o tal vez de Oceanía; en definitiva, de algún país sin tradición ni recursos y con una Federación que se dedica más a ver cómo puede llevárselo muerto que a trabajar por el fútbol. Pero supongo que también habréis sospechado que si aún no he dado ningún nombre es porque, a lo mejor, ese país tan lejano del que os hablo en realidad no está tan lejos. Y quizás no os sorprenda del todo saber que esa selección que estuvo a punto de meterse en el Mundial y que después no ha vuelto a jugar un partido ni a concentrarse en todo un año no es otra que la Selección Española de Fútbol… Femenino. Que, como digo, parece que no le importa ni a la RFEF.
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lunes, 27 de junio de 2011
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AMÉN. Toda la razón.
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