Por snedecor
Dicen los estudios que Montreal es una de las ciudades con mejor calidad de vida de toda Norteamérica. Un lugar próspero, grande pero tranquilo, con el encanto de la Europa más añeja, situado en un entorno natural privilegiado y con una variada e infinita oferta cultural para deleite de habitantes y turistas. Vale, en Montreal se habla mayoritariamente francés, pero nadie es perfecto. En todo caso, se trata de un lugar aparentemente ideal para vivir si encima trabajas en lo que se supone que te gusta. Y suponiendo que lo que te gusta es el deporte, miel sobre hojuelas, ¿no?
Pues no. O al menos, no todos piensan igual. Verano tras verano y traspaso tras traspaso, Enrique Cerezo no se cansa de repetir que los futbolistas juegan donde quieren jugar, pero eso en la MLS no se aplica. La semana pasada, justo después de que Los Angeles Galaxy amortizaran por fin con un título su enorme inversión en Beckham, Robbie Keane y compañía, Montreal Impact comenzó a formar su plantilla en el Expansion Draft. Como ocurre cada vez que un nuevo equipo entra en la liga, cada franquicia publicó un listado con once jugadores protegidos, y Montreal escogió a su gusto a diez futbolistas de entre todos los demás (eso sí, debían ser de 10 equipos distintos). Ni siquiera tenía que negociar, sólo seleccionarlos y respetar sus contratos actuales. Tú, tú, tú y tú, haced las maletas que os venís a Montreal, ese lugar donde se vive tan bien. Así de fácil, como quien cambia cromos en la plaza del pueblo.
Lo bueno que tienen los cromos es que, por lo general, no se quejan al cambiar de manos. Y hasta ahora los futbolistas de la MLS tampoco lo hacían, pero parece que los técnicos del Impact han ido a dar con los más sensibles. Ya antes de que se hicieran públicos los nombres de los 10 elegidos, uno de los que más sonaba, el delantero internacional por EE.UU. Brian Ching, dejó caer en una entrevista que a sus 33 años no estaba por la labor de irse a jugar a Quebec. Tras una brillante carrera en la liga y con un jugoso contrato de 375.000 dólares anuales, prefería jubilarse antes que verse obligado a jugar para otro equipo. Por muy bien que se viva en Montreal.
Ching llevaba ocho temporadas en el mismo equipo y el único movimiento que había experimentado era el que llevó a toda la franquicia desde San Jose a Houston en 2006. Tras largos años de espera, Houston Dynamo inaugurará por fin su propio estadio a mediados de 2012, y el ariete hawaiano dijo que si Montreal le escogía y no podía vivir ese histórico momento sobre el campo, se retiraría para poder estar como miembro del staff técnico de la franquicia texana. Pero en Canadá creyeron que Brian Ching iba de farol y no dudaron en seleccionarlo. Una semana después, aún no se sabe si el jugador acabará cumpliendo su amenaza, y la historia sigue coleando.
Sin embargo, los directivos del Impact debieron ver que otro de sus fichajes, el lateral zurdo Seth Sinovic, iba más en serio, porque no han tardado ni cinco días en mandarlo de vuelta a Kansas. Su caso es diferente: fue cortado por New England Revolution a comienzos de 2011 y tuvo la suerte de ser repescado a mitad de temporada por Sporting Kansas City, el equipo de su ciudad, en el que por fin jugó y se destacó como uno de los mejores laterales jóvenes de la liga.
Llegado el Expansion Draft, Kansas prefirió asegurarse la permanencia de otros jugadores, dejó a Sinovic en el taco de los cromos repetidos y Montreal decidió llevárselo. Pero a sus 24 años, los 32.000 dólares que cobra anualmente no le compensaban, según él, un traslado tan lejos de su familia y amigos. Antes jubilarse que jugar por cuatro duros fuera de su entorno. Por muy bien que se viva en Montreal.
Así que ante la segunda amenaza de retirada de uno de sus nuevos fichajes, el General Manager del Impact no tardó en negociar un intercambio (de cromos) con Sporting Kansas: les ha devuelto al atribulado Sinovic a cambio de llevarse al centrocampista Davy Arnaud y palmar algo de pasta. Sí, el nombre del nuevo no engaña. Esta vez en Montreal han preferido ir a por alguien con raíces francófonas. Por si acaso.
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miércoles, 30 de noviembre de 2011
lunes, 14 de noviembre de 2011
Gorras y cabezones
Por snedecor
Tampoco son unos dispendios excesivos: unas cuantas medallas conmemorativas y un cargamento de gorras de los chinos (?) no descuadran ningún presupuesto, y menos aún el de la UEFA. Pero la importancia del reconocimiento no está en lo material (ya dijo Zubizarreta, clásico como pocos, que al menos esperaba que no le obligaran a ponerse la visera por la calle), sino en el propio gesto. Ya sea porque en Europa aún hay muchos países en pañales, bien porque en otros la competencia es brutal, o quizás porque hasta hace quince años sólo se jugaban los partidos estrictamente necesarios, no hay muchos jugadores centenarios: en total, en el listado publicado por la UEFA a finales de agosto aparecían 111 nombres de 37 naciones.
Todos y cada uno de ellos bien merecen un homenaje, aunque sea algo cutre.
A veces a la UEFA se le ocurren cosas interesantes. Cargarse la Intertoto fue una de ellas; intentar aplicar un Fair Play financiero puede ser otra. Y establecer un reconocimiento para todos aquellos futbolistas que han disputado al menos 100 partidos internacionales con su selección es uno de esos detalles sencillos y casi insignificantes pero que contribuyen a ofrecer una imagen amable de un organismo que, por definición, está siempre bajo sospecha.
Tampoco son unos dispendios excesivos: unas cuantas medallas conmemorativas y un cargamento de gorras de los chinos (?) no descuadran ningún presupuesto, y menos aún el de la UEFA. Pero la importancia del reconocimiento no está en lo material (ya dijo Zubizarreta, clásico como pocos, que al menos esperaba que no le obligaran a ponerse la visera por la calle), sino en el propio gesto. Ya sea porque en Europa aún hay muchos países en pañales, bien porque en otros la competencia es brutal, o quizás porque hasta hace quince años sólo se jugaban los partidos estrictamente necesarios, no hay muchos jugadores centenarios: en total, en el listado publicado por la UEFA a finales de agosto aparecían 111 nombres de 37 naciones.
Todos y cada uno de ellos bien merecen un homenaje, aunque sea algo cutre.
La mayoría de federaciones, siguiendo el consejo de la UEFA, han optado por hacerlos en los prolegómenos de algún partido que jugaran como local. Quieras que no, todo luce más en un estadio lleno de gente que conoce a los homenajeados y que está dispuesto a aplaudirlos. Sin embargo, la RFEF, que es muy suya (muy de Villar, se entiende), consideró que ni Liechtenstein ni Escocia tenían suficiente pedigrí para sacar a sus 4 centenarios a saludar al público de Las Gaunas o del Rico Pérez, y prefirió esperar al amistoso de Wembley.
Y como Costa Rica tampoco parece el escenario ideal para estos homenajes, y vaya usted a saber cuándo volveremos a jugar un partido decente en casa, al final todo se redujo a un sencillo acto en un salón de ídem, reservado únicamente a gente del fútbol y periodistas (importante la distinción en estos tiempos que corren). Algo descafeinado, cerrado al público en general cual vulgar cena de empresa, y en el que además faltó uno de los galardonados. Todo un éxito de organización, vaya.
Andoni Zubizarreta, Iker Casillas y Xavi Hernández recogieron el jueves su medalla y su gorrita (elemento que, por respeto, desde la jubilación de Iñaki Sáez la RFEF no debería usar). Raúl González no, porque no quiso. Así de simple. Se trataba sólo de un homenaje a varios de los grandes de nuestro fútbol por haber llegado a la redonda cifra de 100 partidos internacionales. Por cuenta de la UEFA, porque ni siquiera está ideado por la Federación Española. Algo totalmente aséptico y que no debería tener más lecturas que el reconocimiento a un mérito adquirido.
Allá él, y en su conciencia quede. Porque en una semana de parón por los compromisos internacionales, nadie con dos dedos de frente se cree que el Schalke 04 (con 9 jugadores convocados por sus respectivas selecciones) no permitiera que Raúl se ausentara un día para recoger un merecido premio, por mucha doble sesión de entrenamiento que tuvieran programada. Porque ese compromiso amistoso que se comentó que debían preparar no era más que una pachanga con los jugadores de los equipos juvenil y sub’23 del club de Gelsenkirchen. Pero aquí nadie dice nada del desplante del otrora siete de España, y no sé muy bien por qué. Igualito que las trincheras que se excavan cuando Del Bosque se muestra reacio a recibir la insignia de oro y brillantes del Real Madrid, oiga. Mismo caso, distintas reacciones mediáticas. Me lo expliquen.
En fin. Si nada se tuerce, el año que viene Puyol (97 partidos con el de Wembley) alcanzará la centena de encuentros internacionales. Xabi Alonso (91) y Fernando Torres (90) están a las puertas de hacerlo, y Villa y Sergio Ramos (81 internacionalidades cada uno) lo tienen a tiro. Más pronto que tarde habrá que organizar otro sarao para darles la gorra (que mira que tiene cojones la cosa) a todos ellos. Veremos dónde está y dónde se mete entonces el cabezón de Raúl.
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Pero se ve que alguien lo pensó mejor y no encontró del todo correcto organizar una celebración así fuera de casa y precisamente el día en el que los ingleses rinden tributo a sus caídos en la 1ª Guerra Mundial. Porque no cabe en el mismo acto honrar a miles de muertos en una guerra y a un puñado de futbolistas 100 veces internacionales. Y porque no fuera a ser que se malinterpretara todo y aquí algún zopenco se pensara que el minuto de silencio era por la desaparición de Raúl de la selección y que las amapolas representaban la cagada de Zubi en aquel partido contra Nigeria.
Y como Costa Rica tampoco parece el escenario ideal para estos homenajes, y vaya usted a saber cuándo volveremos a jugar un partido decente en casa, al final todo se redujo a un sencillo acto en un salón de ídem, reservado únicamente a gente del fútbol y periodistas (importante la distinción en estos tiempos que corren). Algo descafeinado, cerrado al público en general cual vulgar cena de empresa, y en el que además faltó uno de los galardonados. Todo un éxito de organización, vaya.
Raúl no va, y nadie dice nada
Andoni Zubizarreta, Iker Casillas y Xavi Hernández recogieron el jueves su medalla y su gorrita (elemento que, por respeto, desde la jubilación de Iñaki Sáez la RFEF no debería usar). Raúl González no, porque no quiso. Así de simple. Se trataba sólo de un homenaje a varios de los grandes de nuestro fútbol por haber llegado a la redonda cifra de 100 partidos internacionales. Por cuenta de la UEFA, porque ni siquiera está ideado por la Federación Española. Algo totalmente aséptico y que no debería tener más lecturas que el reconocimiento a un mérito adquirido.
Sólo se trataba de ir, poner una sonrisa aunque fuera falsa y marcharse. Pero Raúl no fue. No creo que su presencia en Las Rozas para un acto así supusiera ninguna tensión insoportable para nadie. Cierto que Zubi es un futbolista retirado, que Iker y Xavi son miembros en activo de la Selección y que Raúl es una especie a medio camino, pero nadie iba a interpretar esto como una humillación pública a un jugador que debería tener asumido que ciertos tiempos ya no volverán. Nadie salvo, por lo que parece, el propio Raúl.
Allá él, y en su conciencia quede. Porque en una semana de parón por los compromisos internacionales, nadie con dos dedos de frente se cree que el Schalke 04 (con 9 jugadores convocados por sus respectivas selecciones) no permitiera que Raúl se ausentara un día para recoger un merecido premio, por mucha doble sesión de entrenamiento que tuvieran programada. Porque ese compromiso amistoso que se comentó que debían preparar no era más que una pachanga con los jugadores de los equipos juvenil y sub’23 del club de Gelsenkirchen. Pero aquí nadie dice nada del desplante del otrora siete de España, y no sé muy bien por qué. Igualito que las trincheras que se excavan cuando Del Bosque se muestra reacio a recibir la insignia de oro y brillantes del Real Madrid, oiga. Mismo caso, distintas reacciones mediáticas. Me lo expliquen.
En fin. Si nada se tuerce, el año que viene Puyol (97 partidos con el de Wembley) alcanzará la centena de encuentros internacionales. Xabi Alonso (91) y Fernando Torres (90) están a las puertas de hacerlo, y Villa y Sergio Ramos (81 internacionalidades cada uno) lo tienen a tiro. Más pronto que tarde habrá que organizar otro sarao para darles la gorra (que mira que tiene cojones la cosa) a todos ellos. Veremos dónde está y dónde se mete entonces el cabezón de Raúl.
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