Por snedecor
Mucho ha llovido desde que, allá por 1983, el Palencia se quedara a las puertas de un histórico ascenso a Primera. Entrenado por Luis Costa, el club morado acabó quinto en Segunda, a 3 míseros puntos de la gloria. La temporada siguiente descendería; desde entonces no ha vuelto a pisar la división de plata. Años vagando por Segunda B y Tercera, empresarios desafortunados, otros sin fortuna y alguno más que simplemente buscaba la suya han llevado al club (como a tantos otros) al borde del colapso.
La temporada pasada vino a ser el compendio perfecto: en el campo se rozaron los puestos de play-off de ascenso a Segunda, mientras que en los despachos un cambio de presidencia abría la caja de los truenos (porque la del dinero se la encontraron vacía). Los impagos y una importante deuda con Hacienda colocaron al Palencia al filo del abismo, y al final el club se salvó del descenso administrativo con el tiempo cumplido: el 30 de junio su nombre se incluyó en la primera lista de descendidos por impagos a jugadores, aunque al día siguiente la RFEF rectificó su decisión al comprobarse la validez de un pagaré presentado sobre la bocina.
Aquella salvación vino de una inesperada unión de antiguos enemigos que tuvo como segundo efecto la dimisión del presidente recién aterrizado. Pero por si faltaban elementos que sumar al esperpento, en aquella convulsa primera semana de julio el Porsche del mandatario saliente, Ignacio De Fuentes, apareció calcinado en su garaje: el principal sospechoso, actualmente imputado, es su antecesor en el cargo, Alberto Villegas. Villegas también está denunciado por el club por apropiación indebida, estafa y falsedad documental, delitos presuntamente cometidos durante sus turbios años de presidencia.
Más allá de incidentes cuasi mafiosos, la vida del Palencia no es precisamente bella. La deuda total ronda el millón y medio de euros (en buena parte generados por el “olvido” de Villegas, que no presentó las declaraciones de IVA durante tres ejercicios), la transformación en SAD está paralizada, el equipo bordea los puestos de descenso a Tercera y a finales de noviembre los jugadores de la primera plantilla anunciaron que no regresarían a Palencia tras el parón navideño si no se les pagaba al menos un mes de los 3 que ya se les adeudaban. Con semejante panorama, no hace ni un mes el futuro pintaba más negro que morado.
Pero aún no era demasiado tarde. Vehemente y carismático, el nuevo presidente (el cuarto en un año), Chema “Maturana” Torres es, por lo menos, un hombre de fútbol que lleva toda la vida en los banquillos y despachos del balompié provincial, y que nada más entrar en septiembre puso 200.000 euros para atender los pagos más urgentes. Nadie duda de que su único interés sea salvar al club, y quizá por eso (y por lo dramático de la situación) ha logrado aglutinar en torno a su figura a la masa social del Palencia, últimamente demasiado dividida.
Telemaratón y ayuda divina
Desde el club apuntan que con medio millón de euros podrían ir salvando los principales escollos económicos a los que se enfrentan a corto plazo. Y a falta de un mecenas que ponga dinero a espuertas (Iniesta sólo hay uno y es de Albacete), la nueva directiva ha optado por rogar esfuerzos extras a los socios (“si los 2.000 socios pusieran otros 100 euros cada uno…”) y por organizar una especie de telemaratón a partir de los contactos futbolísticos del club. El pasado miércoles se celebró una cena de apoyo a 30 euros el cubierto, rematada con una subasta benéfica. A través de Sergio Asenjo (único palentino en Primera) llegaron diversos camisetas firmadas del Atlético de Madrid, entre ellas la de Radamel Falcao. Aitor Karanka, con raíces familiares en la provincia castellana, medió para que el club merengue cediera un balón firmado por toda la plantilla y las camisetas autografiadas de Cristiano, Kaká y Casillas. El míster Ramón Calderé movió sus hilos en Barcelona para obtener la camiseta de Messi (que él mismo se acabó adjudicando por 1.150 euros) y las botas y camisetas de entrenamiento de Pep Guardiola. Jugadores como Azpilicueta, De la Bella, Aduriz, Fernando Llorente, Sergio García, Crusat o Negredo donaron sus zamarras y borceguíes, y también colaboraron equipos como el Deportivo de La Coruña u Osasuna, amén de otros deportistas y artistas locales. Incluso el flamante marido de la Duquesa de Alba, palentino de nacimiento, ofreció unos gemelos y un espejo de su amada para la subasta; por razones que se me escapan, nadie pujó por ellos.
También hubo donaciones en metálico: el legendario Isacio Calleja, campeón de Europa en 1964, puso 1.000 euros a fondo perdido. En total, algo más de 16.500 euros recaudados que podrían aumentar cuando se le dé salida a los objetos que quedaron desiertos y a otros que se espera que sigan llegando, como la camiseta del Kun Agüero. Conciertos, partidos amistosos (Depor y Athletic parecen dispuestos a jugar un triangular), sablazos a antiguos amigos y compañeros (Calderé ha pedido un generoso donativo a Sandro Rosell), solicitudes de créditos por medio de intermediarios… la directiva se aferra a todo aquello que pueda suponer un ingreso extra para, al menos, impedir la desbandada de los futbolistas. Y de momento se ha salvado el primer match-ball: gracias a la cena y a otras pequeñas aportaciones de capital privado, los jugadores han cobrado una de las nóminas atrasadas y, en principio, volverán a los entrenamientos el día 28.
Eso sí, en caso de llegar a las últimas consecuencias, una desaparición de la que de momento nadie quiere oír hablar, al Palencia siempre le quedará la opción de encomendarse a Cristo para ser resucitado. Más concretamente, al Cristo Atlético, histórico club de la ciudad del que ya se aprovechó el Palencia C.F. a finales de los ochenta para ser refundado. Entonces jugaba en Tercera y se llamaba Cristo Olímpico, y la coletilla C.O. acompañó al nombre del nuevo C.F. Palencia durante 10 años. Hoy el Cristo vuelve a estar en mitad de tabla del grupo VIII de Tercera División y hace unas semanas sus directivos recibían la visita del presidente del Palencia para tantear las opciones de colaboración. Como el símbolo de la ciudad, la imponente escultura de Victorio Macho que le da nombre (y a cuyos pies disputa sus partidos), este club de barrio humilde siempre parece dispuesto a acoger a los más necesitados. Sobre todo si visten de púrpura.
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miércoles, 21 de diciembre de 2011
Pasandolas moradas
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lunes, 12 de diciembre de 2011
Los ultras de plaza Tahrir
Por Sopenilla
En la grada serán rivales, pero la calle los ha colocado detrás de la misma valla. El pasado mes de enero hicieron frente común para derrocar a Hosni Mubarak. Hace unas semanas, la plaza Tahir volvió a ser escenario de la unión de sus fuerzas. En esta ocasión, con Egipto en pleno proceso constituyente, se trataba de dar apoyo logístico a una simple sentada. Mientras los Hermanos Musulmanes se posicionaban al acecho del poder tras la primera vuelta de las elecciones, los ultras de Zamalek y Al Ah-ly –los dos equipos representativos de El Cairo– reiteraron su oposición a los antidisturbios del Central Security Forces (CSF), el aparato policial que ostenta el control efectivo del país durante la interinidad.
Experimentados en el arte de la guerra urbana, tanto los “White Knights” como los “Ahlawy” y “Ahly Lovers Union” replicaron a la violencia policial con su habilidad en el manejo de piedras y cócteles molotov. Una táctica habitual entre manifestantes cuando la porra es la única opción para dispersarlos. Lástima que, como ya sucediera a comienzos de año, ambas propuestas quedasen en entredicho por la existencia de víctimas mortales. Daños colaterales que, lejos de cuestionar la respuesta de los ultras, no han hecho otra cosa que acrecentar su prestigio entre la gente de a pie. Sobre todo, entre esa clase media incapaz de traer la democracia por la vía de la reforma.
Tampoco es plan de identificar esta parafernalia típica del hooliganismo como el resultado de una acción revolucionaria. Ni los ultras son la vanguardia del proletariado, ni representan la avanzadilla de los indignados árabes. Legitimados por la suspensión de funciones del Estado de Derecho, se han limitado a interpretar el papel de salvadores de la patria. Como reconociese uno de sus líderes a la cadena de televisión Al-Jazeera, “somos el perro guardián de la verdad. Cualquier injusticia que descubrimos, dentro del país o en cualquier lugar, nos lleva a levantarnos para luchar por lo que es justo”.
Consenso ultra por la patria
Con todo, este modo de preservar las garantías constitucionales ha tenido sus efectos positivos. Es probable que a un demócrata de toda la vida le desconcierte, pero fuera de Occidente las cosas son así. Quien no quiera hacer un acto de fe sobre la rectitud de intención de los ultras, que eche un vistazo a sus obras. En los albores de la primavera, ellos fueron los encargados de velar por el orden público, acordonando los museos de la capital para evitar posibles saqueos y pillajes.
Aunque, sin duda, lo más meritorio de su actuación ha sido ver cómo unos y otros grupos han zanjado las diferencias seculares que hasta la fecha habían marcado la idiosincrasia de sus respectivos clubes. Al contrario que en la fachada europea, donde la dicotomía política entre derecha e izquierda está a la orden del día, Zamalek y Al Ah-ly justifican su rivalidad en virtud de su propia historia. Mientras éste último, cuyo nombre conserva reminiscencias del nacionalismo descolonizador, se configuró como el equipo del pueblo; el primero halló su masa social en las clases acomodadas más receptivas a la metrópoli.
Este distinto origen explica que las simpatías por el Al-Ahly hayan proliferado tradicionalmente a lo largo del continente africano. Quizá por eso el derbi de El Cairo tendía a disputarse en campo neutral y bajo arbitraje extranjero. Si bien, como señala Carlos Vinyas en su blog, la trayectoria deportiva más reciente del Zamalek, en franco declive las últimas temporadas, ha provocado que el foco de animosidad de sus vecinos se haya redirigido hacia el Ismaily Sporting Club, el tercer aspirante en discordia al título de liga.
Ahora que el ejemplo egipcio está a la vuelta de la esquina, sólo resta que el 15M, a instancias de sus homólogos del norte de África, encuentre una causa que seduzca por igual a los radicales de nuestro país. En FNF no nos atrevemos a decir qué serviría de elemento catalizador. En el otro extremo mediterráneo, 5 millones de parados no parecen razón suficiente para buscar un consenso. Quién sabe si la liga y sus horarios harían esa función. Seguro que, llegado el caso, Fossa Garrafoni y Ultravioletas –por citar dos facciones antagónicas que arropan a un mismo equipo– serían capaces de no perseguirse con tal de someter a Roures. Tweet
En la grada serán rivales, pero la calle los ha colocado detrás de la misma valla. El pasado mes de enero hicieron frente común para derrocar a Hosni Mubarak. Hace unas semanas, la plaza Tahir volvió a ser escenario de la unión de sus fuerzas. En esta ocasión, con Egipto en pleno proceso constituyente, se trataba de dar apoyo logístico a una simple sentada. Mientras los Hermanos Musulmanes se posicionaban al acecho del poder tras la primera vuelta de las elecciones, los ultras de Zamalek y Al Ah-ly –los dos equipos representativos de El Cairo– reiteraron su oposición a los antidisturbios del Central Security Forces (CSF), el aparato policial que ostenta el control efectivo del país durante la interinidad.
Experimentados en el arte de la guerra urbana, tanto los “White Knights” como los “Ahlawy” y “Ahly Lovers Union” replicaron a la violencia policial con su habilidad en el manejo de piedras y cócteles molotov. Una táctica habitual entre manifestantes cuando la porra es la única opción para dispersarlos. Lástima que, como ya sucediera a comienzos de año, ambas propuestas quedasen en entredicho por la existencia de víctimas mortales. Daños colaterales que, lejos de cuestionar la respuesta de los ultras, no han hecho otra cosa que acrecentar su prestigio entre la gente de a pie. Sobre todo, entre esa clase media incapaz de traer la democracia por la vía de la reforma.
Tampoco es plan de identificar esta parafernalia típica del hooliganismo como el resultado de una acción revolucionaria. Ni los ultras son la vanguardia del proletariado, ni representan la avanzadilla de los indignados árabes. Legitimados por la suspensión de funciones del Estado de Derecho, se han limitado a interpretar el papel de salvadores de la patria. Como reconociese uno de sus líderes a la cadena de televisión Al-Jazeera, “somos el perro guardián de la verdad. Cualquier injusticia que descubrimos, dentro del país o en cualquier lugar, nos lleva a levantarnos para luchar por lo que es justo”.
Consenso ultra por la patria
Con todo, este modo de preservar las garantías constitucionales ha tenido sus efectos positivos. Es probable que a un demócrata de toda la vida le desconcierte, pero fuera de Occidente las cosas son así. Quien no quiera hacer un acto de fe sobre la rectitud de intención de los ultras, que eche un vistazo a sus obras. En los albores de la primavera, ellos fueron los encargados de velar por el orden público, acordonando los museos de la capital para evitar posibles saqueos y pillajes.
Aunque, sin duda, lo más meritorio de su actuación ha sido ver cómo unos y otros grupos han zanjado las diferencias seculares que hasta la fecha habían marcado la idiosincrasia de sus respectivos clubes. Al contrario que en la fachada europea, donde la dicotomía política entre derecha e izquierda está a la orden del día, Zamalek y Al Ah-ly justifican su rivalidad en virtud de su propia historia. Mientras éste último, cuyo nombre conserva reminiscencias del nacionalismo descolonizador, se configuró como el equipo del pueblo; el primero halló su masa social en las clases acomodadas más receptivas a la metrópoli.
Este distinto origen explica que las simpatías por el Al-Ahly hayan proliferado tradicionalmente a lo largo del continente africano. Quizá por eso el derbi de El Cairo tendía a disputarse en campo neutral y bajo arbitraje extranjero. Si bien, como señala Carlos Vinyas en su blog, la trayectoria deportiva más reciente del Zamalek, en franco declive las últimas temporadas, ha provocado que el foco de animosidad de sus vecinos se haya redirigido hacia el Ismaily Sporting Club, el tercer aspirante en discordia al título de liga.
Ahora que el ejemplo egipcio está a la vuelta de la esquina, sólo resta que el 15M, a instancias de sus homólogos del norte de África, encuentre una causa que seduzca por igual a los radicales de nuestro país. En FNF no nos atrevemos a decir qué serviría de elemento catalizador. En el otro extremo mediterráneo, 5 millones de parados no parecen razón suficiente para buscar un consenso. Quién sabe si la liga y sus horarios harían esa función. Seguro que, llegado el caso, Fossa Garrafoni y Ultravioletas –por citar dos facciones antagónicas que arropan a un mismo equipo– serían capaces de no perseguirse con tal de someter a Roures. Tweet
miércoles, 7 de diciembre de 2011
La mala racha de Ronnie Wallwork
Por snedecor
Dos policías de incógnito vigilan una conflictiva zona de los suburbios de Manchester. Su objetivo es dar con los autores de un robo a mano armada en un supermercado de Preston, dos peligrosos delincuentes que no dudaron en abrir fuego contra uno de los vigilantes de seguridad que intentó evitar el asalto. Siguen a uno de los atracadores hasta el típico desguace de mala muerte que siempre hay en estos barrios, y entonces se encuentran con un regalito sorpresa: un llamativo Volkswagen Touran entra en el recinto para no salir. Es llamativo porque el coche, un modelo familiar, está en buen estado y no parece lógico llevarlo al desguace. También les resulta llamativo, quizá un poco más, que lleve las matrículas dobladas.
La operación se bifurca, pues pronto queda claro que los atracadores no están relacionados con la trama del coche robado. Unos días después, una amiga del dueño del desguace vende por eBay el motor de un Touran (de ese Touran) a un ciudadano alemán. La mujer ya ha subastado anteriormente piezas de un BMW 318i, que la policía descubre que también era robado, y diversos objetos personales de su amigo. El cerco se estrecha aún más cuando un nuevo vehículo vuelve a ligar las vidas de los sospechosos: un flamante Mazda Furano, recién sustraído de un concesionario, es visto frente al domicilio de la mujer un par de días antes de entrar en el desguace investigado. Su destino parece obvio.
La policía tiene suficientes pruebas para actuar y detiene a ambos. En su defensa, ella alega desconocer la procedencia de los coches y afirma que sólo estaba haciéndole un favor a un amigo de toda la vida que pasa por una mala racha. En el juicio, el hombre se declara culpable de los cargos que se le imputan y reconoce que ha querido obtener dinero ilícitamente a través de la venta de piezas de coches robados. En un intento de rebajar la condena, su abogada insiste en que las circunstancias adversas obligaron a su defendido a tomar el camino equivocado.
Y en parte es verdad que el hombre, de 34 años, está atravesando una mala racha. A finales de 2006 fue apuñalado en un bar por el ex-novio de su pareja, y las secuelas físicas y psicológicas de aquel ataque hicieron que acabara perdiendo su empleo en 2008. Luego dos negocios se le han ido a pique en poco más de dos años, llevándose sus ahorros de media vida. Y ahora su intento de estafa se ha descubierto de rebote. Desde luego todo le iba mejor en su anterior trabajo, antes de que aquel gilipollas de 20 años le clavara un cuchillo en la espalda y el abdomen.
De Old Trafford al talego
Aunque, para hacer honor a la verdad, cuando sufrió el intento de homicidio la carrera futbolística de Ronnie Wallwork ya estaba en su cuesta abajo. De ser titular en la última selección medio decente que Inglaterra ha presentado en un Mundial juvenil, aquella de Malasia’97 con Owen, Carragher y compañía, pasó a no ser capaz de convencer a Sir Alex Ferguson para quedarse en el Manchester United y a iniciar el típico rosario de cesiones y traspasos que te llevan de debutar en Champions y festejar una Intercontinental a que no te quieran ni en League One.
En todos esos años, una sombra, la depresión que le provocó la muerte de su madre en 2003; y una luz: fue elegido Jugador del Año del West Brom en la temporada 2004/2005, en la que el equipo logró una agónica salvación en la Premier League. Tras caer en desgracia en The Hawthorns, Barnsley y Huddersfield fueron sus destinos posteriores, reclamado en ambos casos por el mismo manager, Andy Ritchie. Pero en Barnsley sufrió el ataque de celos de aquel impresentable y apenas jugó un par de encuentros; y en Huddersfield, donde sí se hizo un hueco en el once, se topó con la norma inglesa que impide enlazar cesiones durante más de 90 días. Luego llegó libre al Sheffield Wednesday, pero sólo jugó siete partidos en cuatro meses. Su último intento de reengancharse al fútbol fue un fiasco: no pasó el periodo de prueba con el Carlisle United, y Ronnie decidió retirarse aquel mes de agosto de 2008. Estaba a punto de cumplir los 31, y ya sabemos cómo le ha ido después.
Claro que, quién sabe, todo podría haber sido muy diferente. Diez años antes de su retirada, el entonces prometedor Wallwork fue cedido al Royal Antwerp, club asociado al Manchester United al que Ferguson usaba como destino para que sus jóvenes se foguearan. Ronnie aterrizó en Bélgica junto a Danny Higginbotham, y no se puede decir que los chavales ingleses no se implicaran al máximo con su equipo de acogida: tras perder el play-off de ascenso a Primera detectaron rápidamente al culpable de la derrota y agredieron brutalmente al árbitro.
Higginbotham fue sancionado por un año; a Ronnie Wallwork, que agarró por el cuello al colegiado, le prohibieron jugar a perpetuidad en cualquier país afiliado a la FIFA, aunque luego la sanción se redujo a un año de inhabilitación en Bélgica. Visto con el tiempo, quién sabe si no habría sido mejor que Wallwork hubiese iniciado entonces una nueva vida lejos del fútbol. Ahora tendrá 15 meses entre rejas para pensar en cómo reconducir su futuro. Tweet
Dos policías de incógnito vigilan una conflictiva zona de los suburbios de Manchester. Su objetivo es dar con los autores de un robo a mano armada en un supermercado de Preston, dos peligrosos delincuentes que no dudaron en abrir fuego contra uno de los vigilantes de seguridad que intentó evitar el asalto. Siguen a uno de los atracadores hasta el típico desguace de mala muerte que siempre hay en estos barrios, y entonces se encuentran con un regalito sorpresa: un llamativo Volkswagen Touran entra en el recinto para no salir. Es llamativo porque el coche, un modelo familiar, está en buen estado y no parece lógico llevarlo al desguace. También les resulta llamativo, quizá un poco más, que lleve las matrículas dobladas.
La operación se bifurca, pues pronto queda claro que los atracadores no están relacionados con la trama del coche robado. Unos días después, una amiga del dueño del desguace vende por eBay el motor de un Touran (de ese Touran) a un ciudadano alemán. La mujer ya ha subastado anteriormente piezas de un BMW 318i, que la policía descubre que también era robado, y diversos objetos personales de su amigo. El cerco se estrecha aún más cuando un nuevo vehículo vuelve a ligar las vidas de los sospechosos: un flamante Mazda Furano, recién sustraído de un concesionario, es visto frente al domicilio de la mujer un par de días antes de entrar en el desguace investigado. Su destino parece obvio.
La policía tiene suficientes pruebas para actuar y detiene a ambos. En su defensa, ella alega desconocer la procedencia de los coches y afirma que sólo estaba haciéndole un favor a un amigo de toda la vida que pasa por una mala racha. En el juicio, el hombre se declara culpable de los cargos que se le imputan y reconoce que ha querido obtener dinero ilícitamente a través de la venta de piezas de coches robados. En un intento de rebajar la condena, su abogada insiste en que las circunstancias adversas obligaron a su defendido a tomar el camino equivocado.
Y en parte es verdad que el hombre, de 34 años, está atravesando una mala racha. A finales de 2006 fue apuñalado en un bar por el ex-novio de su pareja, y las secuelas físicas y psicológicas de aquel ataque hicieron que acabara perdiendo su empleo en 2008. Luego dos negocios se le han ido a pique en poco más de dos años, llevándose sus ahorros de media vida. Y ahora su intento de estafa se ha descubierto de rebote. Desde luego todo le iba mejor en su anterior trabajo, antes de que aquel gilipollas de 20 años le clavara un cuchillo en la espalda y el abdomen.
De Old Trafford al talego
Aunque, para hacer honor a la verdad, cuando sufrió el intento de homicidio la carrera futbolística de Ronnie Wallwork ya estaba en su cuesta abajo. De ser titular en la última selección medio decente que Inglaterra ha presentado en un Mundial juvenil, aquella de Malasia’97 con Owen, Carragher y compañía, pasó a no ser capaz de convencer a Sir Alex Ferguson para quedarse en el Manchester United y a iniciar el típico rosario de cesiones y traspasos que te llevan de debutar en Champions y festejar una Intercontinental a que no te quieran ni en League One.
En todos esos años, una sombra, la depresión que le provocó la muerte de su madre en 2003; y una luz: fue elegido Jugador del Año del West Brom en la temporada 2004/2005, en la que el equipo logró una agónica salvación en la Premier League. Tras caer en desgracia en The Hawthorns, Barnsley y Huddersfield fueron sus destinos posteriores, reclamado en ambos casos por el mismo manager, Andy Ritchie. Pero en Barnsley sufrió el ataque de celos de aquel impresentable y apenas jugó un par de encuentros; y en Huddersfield, donde sí se hizo un hueco en el once, se topó con la norma inglesa que impide enlazar cesiones durante más de 90 días. Luego llegó libre al Sheffield Wednesday, pero sólo jugó siete partidos en cuatro meses. Su último intento de reengancharse al fútbol fue un fiasco: no pasó el periodo de prueba con el Carlisle United, y Ronnie decidió retirarse aquel mes de agosto de 2008. Estaba a punto de cumplir los 31, y ya sabemos cómo le ha ido después.
Claro que, quién sabe, todo podría haber sido muy diferente. Diez años antes de su retirada, el entonces prometedor Wallwork fue cedido al Royal Antwerp, club asociado al Manchester United al que Ferguson usaba como destino para que sus jóvenes se foguearan. Ronnie aterrizó en Bélgica junto a Danny Higginbotham, y no se puede decir que los chavales ingleses no se implicaran al máximo con su equipo de acogida: tras perder el play-off de ascenso a Primera detectaron rápidamente al culpable de la derrota y agredieron brutalmente al árbitro.
Higginbotham fue sancionado por un año; a Ronnie Wallwork, que agarró por el cuello al colegiado, le prohibieron jugar a perpetuidad en cualquier país afiliado a la FIFA, aunque luego la sanción se redujo a un año de inhabilitación en Bélgica. Visto con el tiempo, quién sabe si no habría sido mejor que Wallwork hubiese iniciado entonces una nueva vida lejos del fútbol. Ahora tendrá 15 meses entre rejas para pensar en cómo reconducir su futuro. Tweet
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