La prensa ha publicado los nombres de siete de los jugadores investigados por el Comité de Competición de la RFEF que están presuntamente involucrados en el escándalo de las apuestas ilegales. El portero del Real Zaragoza, Javier López Vallejo, es uno de ellos. Su trayectoria deportiva es una de las más enigmáticas del fútbol nacional. Desde juvenil parecía destinado a ser uno de los mejores del mundo, ahora está bajo sospecha y su carrera, aunque digna, no ha cumplido las expectativas.
En 1993 el Milán de Capello -un año antes de que destrozara el mito del Dream Team de Cruyff en la final de Atenas- ofreció 500 millones de pesetas al arquero de 17 años del Osasuna Promesas, que ya era internacional sub 21. Los ojeadores rossoneros habían quedado prendados de sus cualidades en el mundial sub 17, torneo en el que España alcanzó la final.
Los seleccionadores de las categorías inferiores llegaron a compararlo con Iribar y pronto Osasuna temió perder a su gran perla. Incluso el legendario presidente rojillo Fermín Ezcurra denunció que el seleccionador Juan Satiesteban había insinuado a López Vallejo, en una concentración del equipo nacional, que fichara por el Real Madrid.
Finalmente Osasuna consiguió retenerlo durante bastantes temporadas, aunque sus cualidades perdieron trascendencia al jugar en Segunda División tras el descenso, en 1994, del equipo navarro. Seis años después fichó por el Villarreal, conjunto que preparaba su asalto a la nobleza del fútbol español y europeo. Sus primeros años fueron prometedores hasta que acabó siendo relegado a tercer guardameta del submarino amarillo. En 2006, su situación dio un nuevo giro y fue cedido al Recreativo, a las órdenes de Marcelino.
En Huelva realizó una gran temporada y el equipo mantuvo cómodamente la categoría. Su actuación en La Romareda, donde el decano logró un valioso empate, fue sobresaliente y el Zaragoza se lo llevó en verano, aunque el gran proyecto maño se derrumbó y el equipo acabaría en Segunda un año después. Marcelino fichó por el equipo aragonés y convirtió a López Vallejo en uno de los artífices del ascenso, pero al final de la temporada Doblas le quitó el puesto.
Tras renovar a la baja, este año parecía una especie de retiro bien remunerado a sus 32 años. Sin embargo, López Vallejo volvería a renacer de sus cenizas. Cuando parecía destinado solamente a intervenir en los partidos de Copa, la irregularidad del meta argentino procedente de la Lazio, Carrizo, hizo que Marcelino volviera la vista hacia el banquillo y recurriera de nuevo a él.
El carácter de López Vallejo es inescrutable. Prueba de ello es la relación que mantuvo con César en el Zaragoza. Íntimos amigos, su convivencia se empezó a resquebrajar en la lucha por defender la portería. Sin duda, una de las grandezas de la intrahistoria balompédica es la relación entre guardametas. El éxito de uno supone el fracaso del otro. Nada puede ser más cruel.
Los celos de César
Dicen que a César le molestó el abrazo efusivo de López Vallejo con Casillas –su gran rival en la plenitud de su carrera- en un Real Madrid-Zaragoza. César sería despedido de mala manera del equipo poco después del descenso. El cacereño consideró al navarro responsable de su salida dada la buena relación que éste mantenía con Marcelino, si bien es cierto que el club no podía mantener un salario tan alto en Segunda. La tensión subió de tono y la ruptura total no tardaría en consumarse.
Hace unos meses, César, ya en el Valencia, acudió a una cena con sus ex compañeros. Saludó uno a uno a toda la plantilla, con la excepción de López Vallejo.
Ayer, dio la cara y negó cualquier implicación en esta trama. Por su parte, el club ha prohibido que jugadores y técnicos realicen apuestas deportivas. En principio, iba a ser titular este domingo. ¿Jugará? Eso sólo lo sabe Marcelino.
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