Por Halftown
El MŠK Žilina se pasó casi cincuenta años en la liga checoslovaca, incapaz de competir de tú a tú con los grandes equipos de Praga: Sparta, Slavia y Dukla. Desde la pacífica disolución de Checoslovaquia, sin embargo, el Zilina fue enviado a competir en la liga eslovaca, la Corgoň liga, y mutó poco a poco en cabeza de ratón: en dieciséis temporadas, el club ha acumulado cinco títulos de liga y tres subcampeonatos.
Hace cuatro años, el Zilina se coló en la ronda previa de Champions. El último equipo que se interponía entre ellos y la máxima competición europea era, cómo no, checo: después de dos empates a cero, fue el Slavia de Praga el que se clasificó por penaltis.
Al año siguiente, el Zilina se hizo un hueco en la fase de grupos de la última Copa de la UEFA. En un grupo con Hamburgo, Aston Villa, Ajax y –otra vez- Slavia de Praga, el Zilina logró tres puntos históricos en Villa Park. La victoria no les sirvió para avanzar a la siguiente ronda, pero sí para acabar penúltimos de su grupo, por encima de su archienemigo checo.
Después de dos años sin llevarse el título eslovaco, en 2009 aterrizó en el estadio Pod Dubňom (poco más grande que El Malecón de Torrelavega) Pavel Hapal. Hapal, antiguo zurdo talentoso que pasó por el Tenerife a mediados de los 90, consiguió sumar tres puntos más que el vigente campeón, el Slovan Bratislava, y dio al Zilina una nueva ocasión de participar en la Champions. En las rondas preliminares, esas que se juegan en el único momento en que Europa da la espalda al fútbol, los eslovacos dejaron fuera al Biorkirkara maltés y al Litex Lovec búlgaro. El problema: una vez más un equipo checo se imponía en su camino. El Sparta, en esta ocasión, no fue rival para los chicos de Hapal: tras conseguir un 0-2 en Praga, los eslovacos remataron la faena con un 1-0 en casa. Los tres goles fueron obra del mismo jugador, el nuevo héroe de Zilina: Momodou Ceesay.
El delantero del país sin fútbol
Ceesay es un delantero inesperado. Primero, porque nació en Gambia, antigua colonia inglesa y probablemente uno de los pocos países del mundo que no invitan a pensar en un jugador de fútbol. Su selección, de hecho, ni siquiera ha participado aún en una Copa de África de adultos.
Apodado Zico en su país, Ceesay es un chaval de 21 años que roza los dos metros, una especie de cruce de Nikola Zigic e Iman, la mujer de David Bowie. Después de salir campeón de Africa, de hundir a la Brasil de Anderson y Denilson en el Mundial sub-17 y de superar una lesión de rodilla, Ceesay acabó en las categorías inferiores del Chelsea. Poco le duró el sueño londinense al delantero africano, y tras Stamford Bridge se pasó dos años sin meter un gol en el Westerlo belga, que acabó cediéndolo al Zilina el pasado verano. Y en Zilina, el lugar más insólito para que un delantero gambiano se haga un hueco en el fútbol europeo, Ceesay ha explotado. Después de dos años sin ver puerta, sus goles en el último mes y medio le han colocado al frente de los favoritos para al mercado de invierno. Así se escribe la carrera de un delantero.
El miércoles debutó el Zilina frente al campeón inglés. Como en un cuento de Andersen, Ceesay tenía la oportunidad de desquitarse con el equipo que le rechazó. Al final, el Chelsea sacó los tanques a la calle para pasar por encima de las ilusiones del Zilina. Los eslovacos, eso sí, dejaron para el recuerdo su primer gol en Champions: un regalo del meta de los blues. Acaso porque cuando nació Peter Cech, Chequia y Eslovaquia aún eran el mismo país.
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