Por Halftown
Que Arsène Wenger ha transformado al Arsenal no lo cuestiona nadie. En las terrazas de Highbury antes y del Emirates ahora ya nadie canta el clásico One nil to Arsenal. Cuando Wenger aterrizó en Londres –Arsène who?, tituló The Evening Standard-, se encontró con un equipo conocido por su defensa recitable de carrerilla –Dixon-Adams-Keown-Winterburn-, un par de los mejores jugadores ingleses en el ocaso –Platt y Wright- y un nueve y medio holandés rebotado del Inter. A ellos añadió un descarte del Milan, un defensa rubio con coleta que había jugado a sus órdenes en el Mónaco y al extremo izquierdo del mejor equipo de
Europa, y en su segunda temporada logró un doblete histórico.
De un tiempo a esta parte, el Arsenal ha cambiado su modelo de negocio, y ha preferido gastarse la pasta en hacer un estadio nuevo que en llenar de figuras el antiguo Highbury. Arsène ha sabido adaptarse a los tiempos, y ha montado un sistema por el cual ficha chavales talentosos a granel (bien bordeando lo ilegal, bien a golpe de talonario) y revende a los mejores por un pastizal. El Arsenal se ha convertido así en un club de fútbol que genera beneficios. El problema: el precio de la transformación ha sido renunciar a ser competitivos sobre el campo. Así que probablemente lo más meritorio es que hoy, después de cinco años sin un título que llevarse a la boca, nadie parece cuestionar la figura de Wenger, y prensa y público gunner se entregan de la mano, cumbayá, al integrismo wengeriano: In Arsène we trust.
Aunque si los propios aficionados gooners no cuestionan a su entrenador, nosotros tampoco lo haremos. Sin embargo, en FNF queremos escapar de las ideas precocinadas, e igual que en su día desmontamos el mito del Sevilla, hoy hacemos lo propio con el mito de Wenger, el mejor scout de Europa. Porque todos nos acordamos de Cesc, de Anelka o de Diaby, pero la lista de Wenger es mucho más larga. Por eso es por lo que decimos, alto y claro, que por cada conejo blanco que saca de su chistera el mago Arsène, hay una ristra de juguetes rotos detrás.
Jugadores vacíos
Antes, mucho antes de que Reina, Alonso, Luis García, Cesc y Torres salieran en “Españoles por el mundo”, el hijo de unos inmigrantes
gallegos en Alemania fue llamado a filas por el Arsenal. Alberto Méndez jugaba en un equipo alemán de quinta división cuando Wenger se enamoró de él. Al llegar a Londres para firmar el contrato Méndez, con más brutalidad alemana que mano izquierda gallega, le dijo a Wenger que sólo le había visto jugar una vez, que encima lo había hecho mal, y que si estaba seguro. Le repitió la pregunta hasta tres veces. Al final, Arsène le hizo firmar un contrato por cuatro temporadas, que el chaval se pasó íntegras en la grada. Tras pasar por Racing de Ferrol y Terrassa, Méndez apura sus últimos años como futbolista en Alemania. Los sábados por la tarde, cuando ve al Arsenal por Internet, mira la foto de su presentación, junto a Overmars y Petit, y se pellizca para convencerse de que no fue un sueño.
El dios Arsène volvió a dar muestras de humanidad cuando cometió dos veces un error llamado Christopher Wreh. Convencido de la valía del delantero por su propio primo, el mismísimo George Weah, Wenger se lo llevó a Mónaco, donde no pasó de fondo de armario.
Una vez en el Arsenal, Arsène intentó el tour de force llevándose al desconocido nigeriano a cubrir las bajas de Wright y Bergkamp. Y así fue como Christopher Wreh participó en el doblete gunner de la 97/98. Diez años después, Wreh había jugado en casi todas las divisiones inferiores de Inglaterra, más Holanda, Escocia, Arabia e Indonesia. Ha tenido su propia banda de música y hasta un blog en el que cuenta batallitas de su época en el Arsenal. Probablemente acabe sus días metido en política, si algún día su primo consigue salir elegido presidente de Liberia.
Con Anelka demasiado verde para la titularidad, había que buscar soluciones para la delantera. Llegado como regalo de Navidad de 1998, Diawara era un delantero que, a los 23 años, tenía a priori un currículum demasiado magro en Francia como para aspirar a jugar en el Arsenal. La prueba es que jamás marcaría un gol como gunner… ni después como marsellés, ni en el PSG, ni en el Blackburn Rovers ni tampoco en el West Ham. Tuvo que ser en el Racing de Ferrol –uno se pregunta si Wenger es accionista del club gallego- donde, tres años después de su último gol, el delantero africano volvió a encontrar el camino de la red. Después de pasar por Qatar, Turquía y Chipre, este año comparte plantilla bizarra con Alvaro Mejía y Paco Pavón en el Arlès-Avignon de la Ligue 1 francesa. Por increíble que parezca, Wenger sacó una plusvalía de 500.000 libras por semejante delantero sin gol.
Pero Arsène no siempre consigue hacer caja con sus errores. Francis Jeffers fue Rooney antes que Rooney. Un gol cada tres partidos jugados con el Everton parecían una razón suficiente para que el Arsenal pagase 8 millones de libras por él -tres menos de lo que desembolsó el Chelsea por Lampard el mismo verano- y le ofreciese 25.000 libras a la semana. Con Henry y Wiltord por delante, Jeffers sólo fue capaz de marcar cuatro goles en cuatro temporadas como gunner. Jeffers está hoy en el paro tras ser despedido por su último club, el Sheffield Wednesday, después contribuir al hundimiento del club en la tercera división del fútbol inglés.
Igual que Jeffers, Aliadière llegó jovencito al Arsenal. Igual que Jeffers, Aliadière es delantero. Igual que Jeffers, Aliadière está hoy en el paro.
Y eso que la carrera del delantero francés empezó en el mismo lugar que la de los dos mejores delanteros franceses de la historia del Arsenal: Clairefontaine. Aliadière, en cambio, se olvidó el olfato goleador en casa, y nunca se convirtió en el delantero que prometía ser. Después de heredar de Fabio Rochemback el dorsal 10 del Boro, el jugador se rompió la rodilla mientras pasaba una prueba con el West Ham este mismo verano, y lucha por recuperarse a tiempo para volver al circo en el mercado de invierno.
Hay una ristra enorme de jugadores a elegir, pero la historia se repite en casi todos los casos.
Los jugadores rebotados de los grandes equipos europeos suelen hacer una carrera digna en equipos mediocres. Del Arsenal, en cambio, todos salen vacíos, sin fútbol en sus botas. Como si Wenger les hubiese robado el talento. O como si nunca lo hubiesen tenido.
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tio informate antes de dar esas informaciones,alberto mednez fichó por 6temporadas por el arsenal y comenta que los pocos partidos qeu jugó los rindió a buen nivel y que las lesiones le estroperon la trayectoria...Un poquito de profesionalidad...
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