martes, 22 de febrero de 2011

Gourcuff y los otros

Por Halftown

Gourcuff padre
Antiguo centrocampista del estilo tiqui-taquero que estilaban hace treinta años los Tigana, Platini y compañía, Christian Gourcuff decidió pronto que lo suyo era el banquillo.

Profesor de matemáticas, papá Gourcuff fue de los primeros en utilizar los ordenadores para programar sus entrenamientos. Con semejante trastienda no es extraño escucharle decir que “el fútbol inglés es una mierda: sólo se dan tres pases seguidos, y eso no me interesa nada”.

Se pasó diez años como máximo responsable del Lorient, ciudad bretona cuya huella en la historia de Francia se limita a haber alojado la base de submarinos alemanes más importante del Atlántico. Después de ascender al club bretón de la tercera a la primera división, Gourcuff padre ficha por el vecino rico, el Stade Rennais, en 2001. Allí se lleva de la mano a su entonces quinceañero hijo Yoann. Si bien el padre no sobrevive a la primera temporada, el hijo debuta en la Ligue 1 en 2004.

Gourcuff padre acaba volviendo a Lorient, donde es considerado una especie de Bill Shankly bretón, responsable no sólo de mantener al equipo en primera división, sino de haber exprimido la cantera hasta límites absurdos para un club tan pequeño como los Merlus: Koné, Jallet, Gignac, Koscielny, Ciani, Gameiro…

Zidane
Desde que el 10 de los bleus se jubiló, el deporte nacional del periodismo francés es encontrarle un heredero. La lista de nombres es larga y patética vista en perspectiva: incluye al centrocampista del Arlès-Avignon Camel Meriem, el jugador del Almería Sofiane Feghouli, el adolescente Enzo Zidane y hasta un prodigio de 9 años descubierto en YouTube que responde al nombre de Madin Koroghli.

Probablemente el que más cosas tiene en común con el gran Zizou sea Yoann Gourcuff. Exactamente igual de alto que ZZ, Gourcuff transmite la misma sensación sobre el terreno de juego: se mueve en travelling, como si en lugar de tacos llevase rodamientos. Incluso Yoann, como si disfrutara con el paralelismo, ha desarrollado una tendencia a hacer la famosa roulette que patentó Zinedine.

La comparación con Zidane trasciende lo deportivo: como él, Gourcuff ha sido una joven promesa que está tardando en despuntar a primer nivel (Zinedine llegó a la Juve con veinticuatro años, la edad actual del jugador del Lyon). Y también como el mediapunta marsellés, Gourcuff tiene un lado oscuro, irracional, que nadie termina de descifrar.

Ribéry
En cualquier relato épico que se precie, todo héroe tiene su némesis. Si la de Zidane se llamó Materazzi, la de Yoann Gourcuff se llama Franck Ribéry. Señalado en su momento por el propio Zizou como su heredero, Scarface ha pasado de ser el niño mimado del fútbol francés a ser repudiado al alimón por público y prensa. En un memorable año 2010, Ribéry encadenó el escándalo de un bar de putas en los Champs Elysées con el bochorno de la huelga de los jugadores franceses en plena Copa del Mundo.

Las malas lenguas dicen que es una cuestión de celos, que Gourcuff es sencillamente más alto, más guapo y más inteligente que Ribéry. La otra opción es que, mientras el extremo del Bayern se convirtió al Islam, el rumor insistente en Francia es que Gourcuff es homosexual. No ayuda a desmentir esta teoría el que el jugador del Lyon se ponga rimmel antes de salir al campo. En cualquier caso la patata caliente le ha caído a...

Blanc
Blanc estuvo presente cuando Aimé Jacquet –futuro seleccionador campeón del mundo- tuvo que elegir entre dos jugadores que no se soportaban entre sí: Deschamps y Ginola. El primero acusaba al segundo de ser el responsable directo de la no clasificación francesa para el Mundial 94 al perder un balón en el último minuto de un partido contra Bulgaria. El seleccionador se decantó por el medio centro, Deschamps acabó levantando la Copa en el 98 y Ginola no volvió a vestir de azul en la vida.

Blanc ya estaba en aquel vestuario de 1993, y por eso no tuvo que explicarle nadie la dicotomía entre Ribéry y Gourcuff. Entrenador de los Girondins de Burdeos con los que Gourcuff la rompió las dos últimas temporadas, Blanc tuvo la elección clara desde el primer momento. El problema es que los partidos pasan, Yoann no deja de ser un actor secundario en el equipo francés, y la paciencia no es un valor al alza al otro lado de los Pirineos: la semana pasada el ocho francés se llevó una sonora pitada en pleno Stade de France al ser sustituido.

Maldini
Lo fácil sería echar a los leones a Ribéry –ese musulmán feo y putero- y ponerse del lado del guaperas del Olympique de Lyon. Sin embargo, el pasado noviembre, una leyenda del fútbol como Paolo Maldini decidió contar a L’Équipe su experiencia con Gourcuff. El antiguo capitán del Milan, donde Gourcuff llegó con veinte años, acusó al francés de ser tan talentoso como indolente: indolente para aprender italiano, indolente para llegar a la hora prevista, indolente sobre el terreno de juego. Y este tipo de comentarios, viniendo de un jugador que ha compartido vestuario con medio mundo y jamás ha rajado de nadie, es para empezar a tomarse en serio el lado oscuro de Yoann Gourcuff.

Con veinticuatro años y después de que el OL pagase 26 millones por él el verano pasado, Gourcuff debe dar un puñetazo en la mesa cuanto antes mejor. Qué mejor ocasión que el partido de esta noche.

1 comentario:

  1. Gran información!, y eso de las pitadas si fue alucinante, aunque debido a su mala performance, aún así Le Blanc no le dio lugar en la euro,pero actualmente en el último amistoso Deschamps lo vovlvió a comvocar, tal vez explote para Brasil 2014

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