Por Sole Leyva
En sólo cinco años la temperatura máxima de Madrid en noviembre ha subido de 12 a 21 grados. Una brutalidad. Al final parece que Al Gore, fuegos de artificio aparte, será de verdad el nuevo mesías verde. El calentamiento global se está cargando las estaciones como tales, ventilará de un plumazo los icebergs de los polos en este siglo y va camino de llevarse por delante en menos de 40 años uno de los países más pequeños del mundo, Tuvalu, exhuberante archipiélago coralino situado en el Océano Pacífico, a medio camino entre Australia y Hawai, cuya selección nacional tiene un último deseo: entrar en la FIFA.
El archipiélago, de 26 kilómetros cuadrados, tiene sólo 11.000 habitantes. Está formado por cuatro arrecifes de coral y cinco atolones. La parte más alta de las islas está a apenas cuatro metros del nivel del mar. Al ritmo que se derriten los polos, el país, el más pequeño de los que integran la ONU, puede convertirse en el Ribadelago pacífico. El cambio climático ya devora sus cosechas e inunda sus campos. Para ellos el cambio climático no es un futuro amenazante sino un presente jodido de cojones.
Pese a que forma parte de la Commonwealth -se independizó del Reino Unido en 1978-, ámbito en el que el rubgy es el deporte predominante, y sus paradisíacas playas invitan más a estar tirado a la bartola tomando una caipirinha que dando patadas a un balón, la pasión por el fútbol es desmedida. Pocos escolares no practican el que se ha convertido extrañamente en primer deporte nacional. Los nueve equipos que componen la liga-pachanga juegan entre febrero y octubre, pero no es una liga profesional. Tampoco tienen dinero para contratar a un seleccionador.
"Si entraramos dentro de la FIFA tendríamos un seleccionador y estoy seguro de que progresaríamos mucho. Este año hemos empezado a hacer un recuento del número de jugadores, pero es un trabajo fastidioso, y hay que entender que nuestra asociación se basa únicamente en el voluntariado. Necesitaríamos varios empleados a tiempo completo...", explicaba en una entrevista en la web de la FIFA Tapugao Falefou, presidente de la Asociación Tuvaluana, que se reunió recientemente con los rectores del fútbol mundial acompañado por el Primer Ministro isleño, Apisai Ielemia.
La selección nacional o lo más parecido a lo que tienen ya ha disputado torneos internacionales. Su estreno mundial fue deprimente... a priori. Encajaron un 16-0 contra Fiyi en la ronda clasificatoria de los Juegos del Pacífico Sur, que también servían de primera fase de la competición preliminar para el Mundial de 2010. Después perdieron 1-0 ante Nueva Caledonia, y empataron con Tahití (1-1).
Como tales son resultados desalentadores, pero aguantar media parte con la portería a cero contra Nueva Caledonia y empatar con Tahití -ambos son equipos potentes del Pacífico- es un buen presagio. Desde Tuvalu confían en que la FIFA llegue con la chequera debajo del brazo. "Pertenecemos a la ONU desde septiembre de 2000. En cierto sentido, la siguiente etapa consiste en integrarnos en la gran familia del fútbol", explica el presidente de este país monárquico que ha sido uno de los primeros en plnatearse ser 100% renovable antes de 2012.
Según explicaba en un artículo en elmundo.es Enrique Soria, jefe de la división de energías renovables del CIEMAT, la energía solar, la eólica, la biomasa y los biocombustibles serían suficientes para mantener un archipiélago pequeño y poco habitado como éste. Una de las primeras medidas ha sido curiosamente instalar paneles solares en el estadio de fútbol de Funafuti, la isla-capital. Las placas fotovoltaicas abastecen por ahora sólo un 5% de la electricidad consumida en Tuvalu.
Si finalmente entra en la FIFA y se hunde dentro de 40 años -la población sería evacuada a Nueva Zelanda-, Tuvalu será la única selección del mundo que no represente a un país, ni a un terreno, sino a un puñado de atolones hundidos en el Pacífico.
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jueves, 19 de noviembre de 2009
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