Por Nick Panzeri
La naturaleza humana es compleja. Stevenson la retrató con maestría en El extraño caso del dr. Jekyll y Mr. Hyde, la novela más recurrente para ilustrar las contradictorias y extremas conductas de tantos futbolistas. También de los más grandes. Cruyff, Maradona, Zidane..., todos dejaron salir su Mr. Hyde en más de una ocasión en un terreno de juego.
Cuando se repite demasiado, el fútbol puede pasar a un segundo plano. Axel Witsel, la gran perla del fútbol belga, sólo ha necesitado unos meses para conocer todos los contrastes de este deporte. Hace dos temporadas, con sólo 18 años, conquistó la Jupiler League con un Stándard de Lieja que devolvió a esta ciudad valona al mapa futbolístico por su estilo de juego. Ojeadores de todos los grandes clubes de Europa se sentaban cada fin de semana en el Maurice Dufrasne para seguir la evolución de Witsel, Fellaini y Defour.
La pasada temporada repitió título, pero con más galones en el juego del equipo. Su destino parecía estar en una gran liga. Sin embargo, el inicio del actual curso cambió su destino. El 30 de agosto del pasado año, en el clásico contra el Anderlecht, Witsel protagonizó una de las entradas más atroces vividas en un campo de fútbol. Su enajenación provocó la fractura de la pierna derecha del jugador polaco Marcin Wasilewski.
En aquel momento, Witsel entró a formar parte de la lista de grandes villanos de este deporte. Fue sancionado con 11 partidos y 2.500 euros, aunque la Federación finalmente rebajó su sanción a ocho encuentros y 250 euros. Sin embargo, su penitencia fue más allá de un puñado de euros y unas jornadas de descanso. Desde aquella entrada, Witsel no ha parado de recibir amenazas y ataques desde todos los frentes.
Cuando el episodio parecía superado, todos los fantasmas de aquel partido volvieron la semana pasada. Witsel volvía a jugar contra el Anderlecht cinco meses después de su entrada fatal. Las imágenes volvieron a repetirse una y otra vez en las televisiones del país y la prensa se cebó con él.
El diario Het Laatste Nieuws, uno de los más importantes de Bélgica, llegó a equipararle con un "perturbado asesino" como Kim De Gelder, presunto autor de una matanza en una guardería belga en 2009. Ambos fueron nombrados como los dos personajes más odiados de Bélgica.
Aunque el diario trató de disculparse después, el Stándard boicoteó su tradicional entrega de premios a los mejores jugadores de la temporada pasada y el primer ministro, Yves Leterme, tuvo que recoger el trofeo de Jovanovic como mejor jugador.
Con este clima de agitación, todas las miradas en el clásico belga, retrasado al lunes, estaban puestas en Witsel. Y la presión pudo con él. El Stándard de Lieja, que está haciendo una temporada desastrosa (está ya a 20 puntos del Anderlecht), estaba siendo superado por el actual líder en todos los aspectos del juego cuando Witsel volvió a convertirse en Hyde. Antes de terminar la primera parte fue expulsado por clavarle los tacos en el muslo a Roland Juhasz. Su equipo acabó perdiendo 0-4, pero la peor derrota del joven Witsel estaba en su interior.
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