viernes, 5 de febrero de 2010

Blatter tenía razón

Por Halftown
La llegada al aeropuesto de Johannesburgo, o Jozy como le dicen los locales, es una experiencia de inmersión en el maravilloso mundo de los patrocinadores del Mundial 2010: paneles que cubren paredes enteras sorteando entradas en nombre de Visa, empresas de teléfonos móviles que regalan minutos para celebrar el evento, y paneles de Coca-Cola por todas partes, vendiéndonos la moto del Open Happiness que les ha dado de un tiempo a esta parte, después de descubrir que la mayoría del personal no pillaba la cantinela de “el lado cocacola de la vida”.

No estuve en Barcelona en enero de 1991, pero estoy seguro de que era bastante parecido al Jozy actual: obreros trabajando día y noche para levantar hoteles en un visto y no visto, máquinas añadiendo carriles a las –atascadísimas- autopistas que rodean la ciudad, un tren de alta velocidad que el gobierno ha prometido acabar para junio y del que nadie ha visto un raíl todavía… “Noooooooo les vaaaaaa dar tiempoooooooooo”, que cantaban hace casi veinte años Martes y Trece.

En líneas generales, mucho y mal se ha hablado sobre la decisión del presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, de llevar la Copa del Mundo a Sudáfrica. La semana pasada, por ejemplo, salió el alemán Uli Hoeness proclamando a los cuatro vientos que no tiene ninguna intención de poner el pie en la tierra de Mandela.

Hablando de Mandela, se me ocurrió tomar la temperatura del tema racial en Sudáfrica preguntando sobre la última película de Clint Eastwood a dos personas, un conductor negro, y un empresario afrikaaner, descendiente de colonos alemanes. Mientras al primero sólo le faltó darme los 80 rand que costaba la entrada del cine, el segundo se me quedó mirando, supongo que intentando evaluar el grado de inocencia de mi pregunta, y al final torció el gesto y añadió una sola palabra: mediocre.

¿Qué es el tiki-taka?

Además de Madiba –el alter ego de Nelson Mandela-, el otro tema que está en boca de todos en Sudáfrica es el fútbol. Aparcados hasta junio han quedado los verdaderos deportes nacionales, el cricket y el rugby. Todo el mundo sonríe cuando se les pregunta por el Mundial, mientras imaginan una lluvia de billetes llovidos del cielo como en aquella película de Danny Boyle.

En los semáforos, los vendedores ambulantes llevan, además de cargadores de móviles para el coche, balones de fútbol. Los vendedores de las tiendas de souvenirs van vestidos con la camiseta amarilla de los Bafana Bafana. Una cadena de deportes se ha decidido a dar soccer 24 horas al día 7 días a la semana hasta junio, y hasta una empresa ofrece dar paseos en un globo aerostático que no es sino un balón de fútbol gigante. Por no hablar de las tiendas del aeropuerto, llenas de merchandising futbolero, desde camisetas de los galácticos hasta el omnipresente Zakumi, la primera mascota molona desde Naranjito.

Todo el país intenta exprimir la gallina de los huevos de oro que les ha regalado la FIFA. En Johannesburgo, mucha gente ha decidido alquilar sus casas durante el mes que dura el evento, y con una minúscula parte de lo que cobran por ello, irse de vacaciones al hemisferio norte, lejos del invierno africano y del ruido del fútbol. Hay que decir que la idea no es una innovación sudafricana, ya que por ejemplo en París la gente que vive cerca del Bois de Boulogne, donde se juega Roland Garros, cobra hasta 100.000 euros por alquilar su casa durante el torneo.

Evidentemente, uno no puede evitar la tentación, cuando sale el tema del Mundial, de deslizar la candidatura de España –esta vez de verdad, no como la moto que nos vendieron los medios en el 94- a llevarse la Copa a casa. Los sudafricanos sonríen, un poco cómplices, y varios estuvieron de acuerdo en que es ahora o nunca. Hasta un camarero, vestido de amarillo sudafricano, me preguntó sobre el significado del famoso tiki-taka. Lo nunca visto, oiga.

Desde un punto de vista racional, no tiene mucho sentido llevarse una competición tan importante como el Mundial de fútbol a un país en vías de desarrollo como Sudáfrica.

Un país donde una cuarta parte de la población está infectada por el VIH, donde no hay hoteles para todos, donde durante el torneo es pleno invierno, y donde los estadios estarán vacíos a partir del próximo mes de julio. Y, sin embargo, como diría Valdano, el fútbol es un estado de ánimo. Y el ánimo del pueblo sudafricano parece imbatible.

1 comentario:

  1. Joder, con enviados especiales y todo!!! qué pasada de blog

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