Por Halftown
Steve Bull ha sido hasta hoy el internacional inglés más bizarro de la historia. Goleador infatigable en el Wolverhapton Wanderers entre 1986 y 1999, Bull
recibió la llamada de Bobby Robson para ir al Mundial de Italia después de anotar 24 goles… en la segunda inglesa. Probablemente lo que acabó de convencer a Sir Bobby fue el gol que Bull le endosó a Checoslovaquia –elegido por los fans como el 37º mejor de la historia de los pross- durante un amistoso premundialista. Al final, Bull acabó jugando cuatro partidos en Italia, la mayoría de ellos como revulsivo de aquel equipo que acabó bajo el rodillo alemán una noche en Turín.
Pero aquellos eran otros tiempos, cuando los pantalones apenas tapaban el calzoncillo y los jugadores se descubrían a pie de césped en lugar de por YouTube. En el fútbol de pay per view de hoy es impensable encontrar una situación parecida. O lo era, hasta que la semana pasada salió a escena Frankie Fielding.
Fielding es la prueba definitiva de que la selección inglesa es el hazmerreír del fútbol mundial. Y es que tener que recurrir al cuarto portero del Blackburn Rovers es síntoma inequívoco de que el barco se hunde. Con Foster lesionado y Robinson profilácticamente retirado de la selección, Capello ha recurrido a Fielding, un chaval de 22 años que se ha pasado el último año cedido en el Rochdale, de la League Two (Segunda B) inglesa.
A sabiendas de que la experiencia internacional de Fielding no iba a pasar (y no pasó) de tirarle balones a Joe Hart durante el calentamiento, se adivina cierta mala baba irónica en la decisión de Capello. Eso, o que Fielding ha sido una cortina de humo para tapar las vergüenzas del fútbol
inglés.
De las WAG a Don Juan hay un largo trecho
En cualquier caso, parece que lo de volver de Sudáfrica con un saco de goles alemanes ha conseguido remover los cimientos del football, hasta el punto de que por fin se adivina algo de luz al final del túnel: la Federación Inglesa quiere subirse al carro de la llamada “free school policy”, que el nuevo gobierno de David Cameron está preparando. Se trata de un programa mediante el cual el gobierno inglés financiará la creación de academias independientes en aquellas comunidades inglesas que así lo demanden.
A alguien en la Federación Inglesa se le ha iluminado la bombilla: el problema del fútbol inglés no es que sus jugadores tengan poco talento, sino que tienen poca educación. Son sencillamente más tontos que los demás. Sólo así se explica un caso como el de Gascoigne, probablemente el mayor talento europeo ahogado en un vaso de whisky desde George Best. Qué decir de Beckham, que balbucea el español después de haber vivido cuatro años en Madrid o de Robbie Fowler, que recibió una sanción por celebrar un gol esnifando una raya de cal. O John Terry, a quien los propios aficionados del Chelsea llaman afectuosamente “pikey”, equivalente al castizo “gitano de mierda”.
Aunque para hacerse una idea del calibre intelectual de los personajes, nada mejor que echar un vistazo a cualquiera de las celebérrimas WAGs, las novias y esposas de los jugadores ingleses.
Total, que la FA se ha marcado como objetivo la creación de “Premier League schools” donde los jugadores puedan compatibilizar el deporte de alto nivel con una base mínima de estudios. No es que se trate de que el próximo Rio Ferdinand recite el Don Juan de Lord Byron en rueda de prensa, sino de que sepan que, además de un prometedor defensa del Tottenham, Adam Smith fue un economista escocés.
Aunque sin ser tan ambiciosos, estaría bien que al menos el siguiente Beckham supiera leer algo más que los desmarques de los delanteros.
Esperemos que la cosa no quede al final en mucho ruido y pocas nueces.
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League Two es el 4º nivel de Inglaterra.
ResponderEliminarPremier
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