Conocí a Marcel Desailly hace unos años, un día en que le vi empujando una rueda gigantesca. Una rueda empaquetada. Tamaño tractor de la Pampa. [ya sé que parece un arranque preparado y sé que para muchos resultará increíble, pero así es].
Tras las presentaciones de rigor, había dos opciones: hacer como que es muy normal que un ex jugador millonario empuje una rueda de Boeing 737 junto a un plató de tv, o preguntarle por ello. Hice esto último. Y me dijo, campechano y como dándolo por evidente: “Es para mi coche. Es que en Ghana no encuentro ruedas de repuesto”. Imagino que se desplaza por Akkra en un Hummer subido encima de otro.
Nos volvimos a ver este fin de semana. Y salió el caso John Terry. Desailly fue quien le pasó el cetro de mando en la defensa central del Chelsea, tras cinco temporadas compartiendo vestuario. Marcel era un campeón del mundo que ayudaba a dar forma a los primeros pasos de un Chelsea musculoso y ganador, y apareció por allí un tipo blanducho, con pelo de quinceañero cabroncete, fuerte y del que todos hablaban maravillas.
Todavía lo recuerda, en declaraciones a FNF: “Joder, él apenas sufrió novatadas. Era extraño pero todos lo percibíamos: desde que pisó el vestuario era ya uno de los nuestros. Pero no uno cualquiera. Cuando hablaba, daba órdenes. Y encima, conseguía reunir a los demás a su alrededor. John nació capitán”.
"Eso no se olvida"
El domingo, Marcel se preparaba a clavar otra estaca en el agujereado orgullo de Ferry, desde la televisión francesa. Pero no había ira, ni rabia, ni revanchismo. Dijo lo que sentía. Lo que había notado en el resto de caras durante sus frecuentes paseos por Stamford Bridge en las últimas semanas: “John ha perdido la credibilidad. Los demás ya no le escuchan. No le creen. Ni Joe Cole, ni Franck Lampard, ni Ashley Cole…”.
Según Desailly, el problema no es a quien se folle. Ashley Cole ha sido sancionado por subirse tías a las concentraciones “y a todo el equipo le importa un carajo. Pero John rompió algo sagrado: se acostó con la mujer de uno de sus chicos, que encima era su mejor amigo ahí dentro. Era su colega y su capitán. Y eso no se olvida”.
Tras las presentaciones de rigor, había dos opciones: hacer como que es muy normal que un ex jugador millonario empuje una rueda de Boeing 737 junto a un plató de tv, o preguntarle por ello. Hice esto último. Y me dijo, campechano y como dándolo por evidente: “Es para mi coche. Es que en Ghana no encuentro ruedas de repuesto”. Imagino que se desplaza por Akkra en un Hummer subido encima de otro.
Nos volvimos a ver este fin de semana. Y salió el caso John Terry. Desailly fue quien le pasó el cetro de mando en la defensa central del Chelsea, tras cinco temporadas compartiendo vestuario. Marcel era un campeón del mundo que ayudaba a dar forma a los primeros pasos de un Chelsea musculoso y ganador, y apareció por allí un tipo blanducho, con pelo de quinceañero cabroncete, fuerte y del que todos hablaban maravillas.
Todavía lo recuerda, en declaraciones a FNF: “Joder, él apenas sufrió novatadas. Era extraño pero todos lo percibíamos: desde que pisó el vestuario era ya uno de los nuestros. Pero no uno cualquiera. Cuando hablaba, daba órdenes. Y encima, conseguía reunir a los demás a su alrededor. John nació capitán”.
"Eso no se olvida"
El domingo, Marcel se preparaba a clavar otra estaca en el agujereado orgullo de Ferry, desde la televisión francesa. Pero no había ira, ni rabia, ni revanchismo. Dijo lo que sentía. Lo que había notado en el resto de caras durante sus frecuentes paseos por Stamford Bridge en las últimas semanas: “John ha perdido la credibilidad. Los demás ya no le escuchan. No le creen. Ni Joe Cole, ni Franck Lampard, ni Ashley Cole…”.
Según Desailly, el problema no es a quien se folle. Ashley Cole ha sido sancionado por subirse tías a las concentraciones “y a todo el equipo le importa un carajo. Pero John rompió algo sagrado: se acostó con la mujer de uno de sus chicos, que encima era su mejor amigo ahí dentro. Era su colega y su capitán. Y eso no se olvida”.
La cosa pinta oscura para los blues, según este tipo simpático, ahora comentarista en Francia en Canal+, y del que todavía se habla como una “leyenda” en el campo del Chelsea: “John está catastrófico en los últimos partidos. Está jodido. Y puede arrastrar consigo toda la temporada del Chelsea. Si Terry no funciona, el Chelsea tampoco”. Contra el Inter no estuvo bien. Contra el Manchester City estuvo horrible. El ManU se acerca y en la Champions podrían caer ante su antiguo entrenador, the special one, otra leyenda del Chelsea.
Según Desailly, los mejores capitanes siempre juegan en la mitad trasera del campo. “Ellos son los que tienen más regularidad. Un delantero tiene que pensar muchas veces en sí mismo, igual que un driblador o un mediapunta. Dependen de la inspiración y pasan malas rachas. Un defensa, como John, está ahí siempre, ve todo el campo, y además encarna al tipo duro que se parte la cara por todos los demás”.
--¿Terry es el mejor capitán que has tenido?
--No. Ése fue Deschamps. El mejor de todos.
Otro día, junto a Desailly, vimos pasar un autobús. Se quedó mirándolo como a un ovni disparando luces. “¡Un autobúuuus!”, exclamó. No sabía muy bien qué se podía responder a alguien que lanzase semejante afirmación y tuviese más de dos años. Opciones: a) “Sí, un autobús” b) “Sí, dile ¡hola!” c) silencio.
Esta vez, al revés que cuando la rueda, me callé. Y él solo siguió con la explicación: “Llevo años sin subirme a un autobús. Joder, daría lo que fuera por coger uno ahora mismo”. Quizás es lo que le ha pasado a John Terry. Que no es, en el fondo, más que un tipo de ésos que te cruzas en el autobús. De ésos capaces de acostarse con la mujer de su mejor amigo.
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