Por snedecor
No sabemos si se jugará el Lituania-España del martes por culpa del mal estado del césped del estadio Darisus ir Gireno de Kaunas, pero a dos meses vista podemos estar seguros de que no habrá problemas para disputar el último amistoso concertado por la RFEF. Absolutamente ninguno.
En este extraño mundo de la UEFA a alguien se le ocurrió colocar una semana de partidos internacionales justo después de la final de la Champions League, con la inmensa mayoría de ligas ya finalizadas (salvo las que no saben todavía cuándo finalizarán, como la nuestra) y los futbolistas pensando ya en sus paradisíacos destinos de vacaciones.
Con la experiencia de 2003, cuando en fechas similares perdimos en Zaragoza ante Grecia y no pasamos del 0-0 en Belfast, lo que nos acabó llevando a la repesca para estar en la Eurocopa de Portugal, la RFEF negoció hábilmente el calendario con sus rivales en el grupo de clasificación para la Euro2012 y evitó tener que jugar partidos oficiales en esas jornadas del 3, 4 y 7 de junio. Pero salvado ese escollo, rápidamente se puso a buscar rivales para disputar algún amistoso que reportara suculentos beneficios a las arcas federativas, que tampoco es cuestión de perder oportunidades. Llegados a este punto tal vez alguien debería preguntarse a dónde está yendo a parar todo el dineral que está generando la Selección últimamente, entre anuncios, bolos y demás, pero bueno, si eso ya otro día.
En fin. El negocio es el negocio y con una selección campeona del mundo los ofrecimientos brotan como las flores (y las alergias) en primavera. El año pasado se viajó a México, Argentina y Portugal para ganarse unos votos con los que lograr la organización del Mundial 2018 (mejor nos hubiera ido apoyando las maltrechas economías de esos “honraos“ compañeros de Villar en el Comité Ejecutivo de la FIFA), para unos partidos de los que el único recuerdo agradable que nos llevamos fueron las inolvidables fotos de nuestros internacionales en el Azteca, la Bombonera y el Monumental de Buenos Aires.
Este año todo parecía indicar que la Selección realizaría una siempre provechosa gira por Asia al finalizar la temporada; sin embargo, al final las conversaciones con los promotores chinos no han prosperado y Villar se ha buscado otro destino, otra vez al otro lado del charco.
Campeones del Mundo sobre césped artificial
Así que el 4 de junio España jugará en Boston ante Estados Unidos, en un partido incómodo por el viaje, el rival (una potente selección que se estará preparando para su torneo continental), la fecha (ya no digamos si prospera el parón de la LFP y la última jornada se tiene que disputar a la vuelta de este bolo) y el escenario.
Porque el Gillette Stadium, hogar de los New England Revolution de la MLS y de los New England Patriots de la NFL, construido a comienzos de siglo para sustituir al mítico Foxboro Stadium donde Luis Enrique se dejó las narices y la España de Clemente un mundial, es de césped artificial. Detalle que parece haber pasado desapercibido para los medios que han recogido y rebotado como loros desde el viernes la noticia de la confirmación de este amistoso. Pero claro, tampoco vamos a pedirles a los periodistas deportivos que se pongan a investigar. Aunque sólo haya que mirar la Wikipedia.
El Duraspine Pro, césped de última generación aprobado por la FIFA (se probó en los mundiales sub’17 y sub’20 de 2009) es actualmente uno de los pocos sobre el que se pueden disputar encuentros internacionales “A”. Desde 2010, el Gillette Stadium cuenta con esta superficie, que será muy buena y todo lo que quieran, pero que no deja de ser sintética. Las articulaciones acostumbradas al césped natural notan (y sufren) la diferencia, y de hecho no es raro ver a entrenadores de la MLS reservando jugadores tocados cada vez que viajan a Boston (o Seattle, cuyo estadio también cuenta con este terreno).
El riesgo de lesiones existe y se ve aumentado por la carga que acumulan nuestros internacionales después de dos años jugando casi sin parar, y futbolísticamente la adaptación al turf requiere tiempo para acostumbrarse a los botes y demás.
Sin embargo, y salvo que haya conseguido de la Federación Estadounidense un compromiso para instalar un tapete de hierba natural (cosa que no ha sido anunciada), no parece que a la RFEF le haya importado demasiado arriesgar el prestigio y la salud de sus futbolistas. 68.000 espectadores y un buen fajo de dólares parecen suficientes para pasar por alto esta nimiedad.
Suponemos que a medida que nos acerquemos a la fecha se irá montando el lío. Vosotros ya estáis informados.
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lunes, 28 de marzo de 2011
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