miércoles, 27 de abril de 2011

El queso y los gusanos

Por Sopenilla
El nombre de Carlo Ginzburg figura, desde 1976, entre los renovadores del quehacer histórico. La culpa de este reconocimiento científico la tuvo la publicación, en esa fecha, del proceso inquisitorial al que se vio sometido un molinero del Friuli a finales del siglo XVI. Dejando a un lado la particular cosmovisión de Menocchio, como se llamaba el acusado ante el Santo Oficio, la obra resultó un ‘boom’ historiográfico por alumbrar el nacimiento de un nuevo paradigma para explicar el pasado: la ‘microhistoria’.

Desde un punto de vista teórico, la narración de Ginzburg ponía de relieve cómo un suceso anecdótico, por irrelevante que pareciera a simple vista, podía ilustrar el marco general de una época. En este sentido, para dar cuenta de las reformas religiosas, no sólo cabía hablar de Trento. En ocasiones, como era el caso, centrarse en la heterodoxia de un aldeano del norte de Italia resultaba más revelador. Bastaba una documentación valiosa para elevar a la categoría de universal lo que no pasaba de ser un hecho localmente aislado.

En definitiva, gracias a El queso y los gusanos, el gremio de historiadores aprehendió un aserto no siempre evidente: una porción de la realidad puede ser más representativa que su conjunto. Alguno dirá que el fútbol es, ciertamente, un asunto trivial en comparación con el ambiente mental del cinquecento. Sin embargo, a fuerza de homogeneizar nuestro mundo globalizado, esa lógica también ha acabado por imponerse en su caso. Quizá por ello, más allá del título, la historia reciente del Albacete Balompié da la razón a lo expuesto por Ginzburg en su opera magna.

Examinados con lupa, los últimos veinte años del conjunto manchego son un reflejo a pequeña escala del salto emprendido por el fútbol patrio entre su era pre-metrosexual y su etapa moderna. Una transición que, al mismo tiempo que propició la irrupción de nuevas franquicias –sin masa social ni continuidad en la máxima categoría– al abrigo del profesionalismo, desató el apetito de las televisiones, los representantes y los accionistas que ha terminado por laminar muchos clubes, sin excepción de historia y/o títulos. Vamos, a lo que nos ha acostumbrado en los últimos tiempos la liga BBVA; sólo que aplicado, esta vez, a un rincón apartado de La Mancha, tradicionalmente más conocido por sus navajas que por sus derivados lácteos.

Vino, rosas y duelos al sol

Los días de vino y rosas amanecieron con la llegada de Benito Floro en 1989. De lidiar con el descenso a 3ª en la campaña anterior a operar el paso del desierto de la 2ªB a la tierra prometida de la Primera en dos temporadas consecutivas. Es posible que la vorágine de los acontecimientos pillara con el pie cambiado a una comunidad que, aparte de carecer de más identidad regional que los típicos piques entre provincias vecinas, tampoco contaba con representantes en la elite deportiva. Para cuando la televisión autonómica apareció, ya era demasiado tarde. La CCM no disponía de fondos y el foco mediático lo había acaparado una disciplina ‘menor’ como el balonmano y una ciudad ‘limítrofe’ como Ciudad Real.

El ‘Alba’ quedó entonces como un islote en medio del llano. Unas infraestructuras envidiables, con una ciudad deportiva por la que suspirarían bastantes equipos de Primera, en manos de un club zarandeado por la falta de planificación y las derivas económicas e institucionales. Aunque la deuda de 15 millones de euros por la que se entró en concurso de acreedores hace un año no apunta a riesgo de desaparición inmediata, nadie sueña ya con volver a ver al ‘queso mecánico’ a las puertas de Europa, tal y como finalizó tras su estreno en la categoría reina.

En la práctica, son demasiados los precedentes milagrosos como para que la suerte se muestre de nuevo favorable. Ya no quedan ligas de 22 que acudan al rescate de una nefasta promoción ante el Salamanca, ni calendarios capaces de inspirar un 0-4 en la última jornada en casa de un Cartagena sin opciones de ascenso. A falta de 7 para la conclusión, la permanencia se sitúa a 10 puntos. Una distancia insalvable, incluso para ‘curanderos’ como David Vidal. El gallego fue el segundo técnico que vio desfilar el banquillo del Belmonte a lo largo de este año. En una huida hacia adelante, el último recurso a día de hoy es un treintañero profesor de instituto, en excedencia desde que lo llamaran de las filas del B.

En el cómputo de entrenadores que la directiva ha devorado en las dos últimas temporadas, Mario Simón hace el sexto. Para no ser menos, la nómina de futbolistas en plantilla durante ese mismo período va en consonancia con esa cifra, superando los 40. Sin ir más lejos, en el último mercado de invierno, el cambio de cromos dejó sin ficha a 9 jugadores para dar cabida a 8 nuevas incorporaciones. El caso de Assen, contratado y rescindido prácticamente en el mismo día, fue sintomático. De los llegados en verano, como De la Cuesta y Fragoso, recién descendidos con el Cádiz un par de meses antes, tampoco cabía esperar un rendimiento mayúsculo. Curiosamente, estos últimos quedaron absueltos de la limpia invernal.

Como se puede presuponer, el baile de jugadores ha contado con la complicidad de los representantes. A falta de que los tentáculos de Jorge Mendes toquen el sur de la meseta, el trabajo sucio de llamar a la puerta catálogo en mano lo hacen aquí viejas glorias como Catali y Zalazar. Otros, como Gonzalo Arguiñano, sacaron a relucir sus dotes, arañando su % de comisión al club, cuando el Udinese vino en busca de activos como Ritchie Kitoko.

Por suerte o por desgracia, esta situación dinamitó los cimientos del Consejo de Administración. El cisma interno entre sus máximas cabezas visibles, Rafael Candel y José Vicente García Palazón, hace tiempo que dejó de ser un duelo en la sombra. El primero, que retomó el sillón presidencial tras la moción pública en 2009 al mandato de Ubaldo González, ha manifestado su intención de seguir al frente de la nave. Por contradictorio que suene, la historia le avala, ya que él puso al equipo en el mapa a comienzos de los noventa. No obstante, veremos qué depara la junta de acreedores del próximo 6 de mayo.

Con toda probabilidad, el descenso será entonces un hecho consumado. Pese a todo, en el ánimo de los seguidores más nostálgicos siempre quedará el recuerdo de haber protagonizado la primera retransmisión liguera de Canal+.

4 comentarios:

  1. se nos va el fútbol profesional en La Mancha :( ...siempre nos quedará Iniesta!

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  2. Nos ha encantado el artículo. La del Alba fue una historia preciosa y los zambombazos de Zalazar son historicos

    Un saludo

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  3. Fútbol No es Fútbol29 de abril de 2011, 11:55

    Gracias Umbrospain. Cómo podemos hablar con vosotros?

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  4. gracias por los halagos!
    aunque hablo en nombre propio, creo que no me confundo si digo que en FNF nos molan bastante vuestras camisetas.

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