Por Halftown
Desde aquel fatídico día de 2006 en el que Zinedine Zidane hundió la suya en el pecho de Materazzi, el fútbol francés no ha levantado cabeza.
Muchos (¿todos?) pensamos que la culpa era de Raymond Domenech, ese entrenador incapaz, torpe sobre el campo e insufrible fuera de él. Se cuenta que su único éxito deportivo, la final de 2006, se debió a la autogestión impuesta por los jugadores y liderada por el propio Zizou a partir de los octavos de final.
Algo empezó a cambiar en Knysna, Sudáfrica, el día que los jugadores franceses se negaron a bajar del autobús para entrenar. Cuando Domenech compareció ante los medios, lo hizo como si no fuera con él la cosa. Ahí quedó claro que el revolucionario aux armes citoyens había vuelto a prender en el vestuario francés, donde –como FNF contó en su momento- los negros, los blancos y Ribéry iban por caminos separados.
Con el nombramiento de Laurent Blanc como seleccionador las cosas cambiaron. Primero el equipo empezó a producir resultados (que no juego). Luego se abandonaron las tres rayas de Adidas para abrazar el swoosh norteamericano. Incluso Ribéry hizo las paces con Gourcuff.
Lo que parecía la regeneración del fútbol francés parece a punto de saltar por los aires desde que el pasado sábado el diario online Mediapart soltó la bomba: desde la dirección técnica de la Federación Francesa se ha decidido crear cuotas en la formación y selección de jugadores. El sitio francés publica los verbatims de una reunión en noviembre pasado entre Laurent Blanc, el director técnico François Blaquart y el seleccionador sub 21 Erick Mombaerts. Lo que se desprende de la conversación es la inquietud de los tres hombres sobre dos temas concretos. El primero es la preferencia que los clubes franceses dan a los jugadores grandes y poderosos físicamente sobre los pesos pluma. El problema es que, en Francia, los tipos más grandes tienen todos la piel negra.
El segundo tema a debate es la necesidad de limitar el número de jugadores en categorías inferiores de la selección francesa que, llegado el momento, pueden optar por defender los colores de una antigua colonia francesa. El tabú aquí es que este tipo de jugadores son nacidos en las antiguas colonias francesas, o descendientes de inmigrantes en Francia.
La conclusión a la que parecen llegar los tres hombres es que el futuro del fútbol francés pasa por limitar el impacto de estas dos variables.
Como era de esperar, el tema ha prendido en la sociedad francesa, izquierdas y derechas se han rasgado las vestiduras al compás y el actual seleccionador ha tenido que salir a defenderse ante la avalancha de comentarios sarcásticos a los que se presta su nombre.
¿Y si Blanc tuviera razón?
Con la cabeza fría que nos concede el no ser franceses, analicemos las dos tesis.
1- Los jugadores grandes, fuertes, potentes y negros son mayoría en el fútbol francés, y Blanc los odia
Echando un vistazo a la lista de Domenech para el Mundial de Sudáfrica, sobre un total de veinte jugadores de campo hay doce negros. Si bien algunos de ellos –Diaby, Gallas, Diarra, Cissé- responden al estereotipo, otros como Evra, Henry, Clichy o Malouda son tan o más técnicos que sus compatriotas blancos o árabes.
Pasemos a Blanc. En la Francia campeona del mundo que él capitaneó –equipo llamado black, blanc, beur por la mezcla de razas que en él había- la infantería estaba formada por jugadores blancos (Barthez, Lizarazu, Deschamps, Petit, él mismo) mientras que los que marcaron diferencias (Zidane, Djorkaeff, Thuram) eran “extranjeros”. Si miramos a la última lista de Blanc para un partido oficial, el pasado mes de marzo en Luxemburgo, encontramos nueve negros sobre veinte, porteros excluidos. Si bien es cierto que es un 25% menos de negros respecto al verano pasado, también es verdad que Blanc ha incluido nuevos jugadores que responden al estereotipo, como Mamadou Sakho o Loïc Rémy. Todavía más, los tres negros que faltan bien podrían ser Gallas, Anelka y Henry. Los dos primeros sancionados por la FFF después del motín de Sudáfrica y el tercero sin piernas para jugar más allá de la MLS.
Conclusión sobre el primer punto: si Laurent Blanc es racista, no lo ha demostrado como seleccionador.
2- La selección francesa se debilita al contar con jugadores de doble nacionalidad en categorías inferiores
Sobra decir que Francia lleva muchos más años que España recibiendo inmigrantes de sus antiguas colonias. Y sí, basta poner un partido de la Ligue 1 al azar para darse cuenta de que, en efecto, los equipos cuentan con un número alto de inmigrantes de primera o segunda generación tanto del norte de África (Marruecos, Argelia, Túnez) como del África subsahariana (Camerún, Costa de Marfil, Senegal).
Sin embargo, ¿cuántos jugadores de las colonias habrían marcado diferencias en caso de haber elegido jugar con Francia? Alguno habrá, pero al que escribe estas líneas sólo le vienen a la cabeza Didier Drogba, Seydou Keita, los hermanos Touré, Achille Emana y posiblemente Adel Taarabt. Quizá Samuel Eto’o habría podido pedir la nacionalidad francesa, quién sabe.
Yendo más allá, el fútbol francés tiene su propia Operación Triunfo futbolera desde principios de los noventa, una academia en la que se educa en el arte del balón a los mejores talentos del país: Clairefontaine. Si echamos un vistazo a los jugadores de allí salidos (tienen la lista completa aquí) nos encontramos con históricos de los bleus como Henry, Gallas, Sylvestre, Anelka, Saha, Briand, Ben Arfa o Diaby. Y ninguno de ellos es, por cierto, blanco.
Pero la pregunta es otra: ¿cuántos jugadores de esa élite de jóvenes franceses ha acabado defendiendo los colores de otra selección en lugar de la francesa? Ninguno. Los internacionales bajo otras banderas, como Benachour (Túnez), Meghni (Argelia) o Dia (Senegal), no habrían vestido de azul en la puta vida.
Conclusión a la segunda tesis: existe una mayoría de jugadores negros y árabes en categorías inferiores francesas, pero los que tienen talento acaban defendiendo la tricolor francesa. Así que aquí Blanc yerra en el cálculo.
Con elecciones presidenciales el año que viene, huelga decir que ha faltado tiempo a la ministra de deportes nombrada por Nicolas Sarkozy, Chantal Jouanno, para poner las barbas a remojar. De entrada, François Blaquart ha sido suspendido de sus funciones. Mediapart promete nuevas revelaciones en los próximos días. ¿Continuará?
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lunes, 2 de mayo de 2011
¿Laurent los prefiere blancos?
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