Por Nick Panzeri
Cruyff se descolgaba recientemente invitando a Guardiola a mitigar su obsesión por los pequeños detalles futbolísticos. "Con el tiempo, si no lo deja, acabará enfermo", aseguraba en Esquire. Marcelo Bielsa lleva obsesionado con todos los detalles desde que a los 25 años decidió dejar el fútbol, en su plenitud, para ser entrenador.
Desde entonces, su organismo no ha dejado un sólo día de alimentarse de paredes y ajustes defensivos; de diagonales y desdoblamientos laterales; de aclarados a los extremos (su debilidad) y ayudas colectivas.
El pasado verano, el Loco Bielsa desveló las principales conclusiones de todo su obsesivo trabajo como entrenador. El técnico argentino reconoció haber estudiado en televisión durante su carrera como entrenador un total de... ¡¡¡25.000 partidos!!! Sólo pensarlo da miedo:
4 años, 3 meses, 9 días y 12 horas ininterrumpidas de grabaciones.
El estudio sesudo de cada fotograma le ha llevado a la conclusión de que sólo hay 28 formas de colocar un equipo en el campo, que cada conjunto tiene 11 formas de llegar al gol y que existen 17 rutinas defensivas.
De los 28 planteamientos, Bielsa se decantó hace años por un 3-3-1-3 que entiende que es el que mejor ocupa el campo y más facilita las continuas asociaciones de sus jugadores, que es la fórmula más repetida por sus equipos de esas 11 opciones que plantea su estudio y que tienen que ver con ataque directo o asociado, con los tiros libres, con maniobras individuales o con un pivote que participe de una acción con sus compañeros.
Capaz de resolver cualquier dilema táctico con la facilidad que Einstein resolvía una ecuación de primer grado, su locura se ha contagiado a todo Chile, que volverá a estar en un Mundial en 2010 en Sudáfrica. Sus frases se recopilan en blogs, los pabellones se llenan para escuchar sus ponencias con la clase polítia en primera fila y se le dedican canciones. Mientras, toda esa Argentina que se mofó de su locura durante su etapa de seleccionador por dos resultados torcidos añora su loca cordura porque ya no cree en D10s. El fútbol siempre fue una religión politeista.
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miércoles, 14 de octubre de 2009
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