martes, 29 de junio de 2010

Dunga: el sargento 'lelo'

Si la cara es el espejo del alma, en ésta no hay ni rostro de jogo bonito

Por Rocheteau
Me lo imagino en la primera concentración, cogiendo al chavalín recién llegado a la selección del Internacional de Porto Alegre y soltándole a dos palmos de la cara: “En río Grande do Sul sólo hay vacas y maricones, y tú no tienes cara de vaca”. Tampoco es culpa de Dunga si nació con facciones de marine, con espíritu de marine y con corte de pelo de marine (bueno, esto sí que lo es).

Dunga es el tipo más odiado de este mundial. Domenech le podría disputar el puesto pero ya le han eliminado, es un perdedor y además es de esos tipos de los que todos se ríen. Un apestado. De Dunga no se ríe ni Dios. Probablemente porque ni siquiera él lo haya hecho alguna vez. Dunga acojona. A los periodistas. A nosotros si se nos pone en el urinario de al lado. Y a los 23 de Brasil, de Kaká a Robinho pasando por Maicon.

Al sargento Carlos Caetano Bledorn Verri lo único que no le cuadra es el apodo. Dunga es el nombre del séptimo enanito de Blancanieves. En español, Mudito. En brasileño, sería más bien algo como lelo o alelado. Se lo puso su tío Claudio porque de pequeño era un menino bastante escuchimizado al que la ropa le quedaba siempre grande.

El caso es que Dunga no tiene un pelo de "dunga". Los talibanes del tiki-taka lo consideran el mayor hereje, a la par que Mourinho, de ese fútbol platónico donde juegan 11 mediapuntas de ojos azules, no vale marcar desde fuera del área y la trayectoria más corta entre dos puntos siempre son 53 pases. Dicen que ha traicionado el fútbol de Brasil, el jogo bonito y la samba. pero olvidan que antes de él fueron Parreira, Scolari, Luxemburgo, que el lema de la bandera de Brasil es “Ordem e Progresso” y que la tribal capoeira es tan brasileña como el contoneo de caderas con lentejuelas en los pezones.

La era Dunga

Apenas un puñado jugadores pueden decir que han marcado una época en la selección brasileña. Nadie habla de la “era Romario”. A pesar de que conquistaron todos los títulos juntos, aquella generación noventera todavía es conocida como la “era Dunga”. El mismo Romario lo reconoció: “Dunga, más que cualquier otro, sabe lo que significa llevar esa camiseta amarilla”. Lo sabe bien. Habla de su ex compañero de habitación. Zagallo se lo colocó al lado para que le pusiera firme y le tuviese concentrado durante todo el Mundial.

En Brasil, hasta Lula le ha criticado por no llevar a Ronaldinho, un borrachín que no camina; a Adriano, un poliadicto orondo; a Ronaldo, un fiestero obeso, ni a Pato (lo de Pato tampoco me lo explico yo), ni a jovenzuelos como Neymar o Ganso. En su web, Dunga explica su jugador ideal: “Humilde, respetuoso con sus compañeros, trabajador, patriótico y que ame la selección”. Coincidiremos en que el currículum no le pega a ninguno de los seis ausentes.

Lo explica el escritor brasileño Luiz Fernando Verissimo: “Ningún equipo sin un Dunga ha llegado a los octavos de final de un Mundial”. Los que prefieren las citas de Lewis Carroll al fútbol dicen que era un mediocentro defensivo, un destructor del juego adverso. No. Dunga fue, ante todo, un líder. Después, un organizador. Lo tercero, sí, y sólo entonces, un destructor.

Cito sin problema a la wiki, en su versión inglesa, porque pocas veces ha afinado tanto tácticamente en una de sus biografías peñazo: “Dunga jugaba el rol decisivo de mediocampista con una eficacia extrema. Muchos jugadores en su posición se desgastaban en tackles y entradas, pero Dunga rara vez se tiraba al suelo, prefería el timing y la anticipación. Su habilidad de pase era también increíble, siempre relanzando el juego y rara vez perdiendo la pelota”. Sin contar su disparo desde fuera y su pase en largo. De hecho, en su web oficial (capitaodunga.com.br) hay una animación fija en la parte de abajo, un pase suyo de 50 m. a Romario.

En versión europea, la versión más cercana sería Deschamps. No por casualidad, otro gran técnico. Al que muchos critican por defensivo. Sí, pero por el Olympique de Marsella pasaron técnicos durante los últimos 18 años y ninguno ganó la liga.

Sexy como el Pescara

Dunga jugó en equipos a la altura de su sex appeal, como el Pescara, el Stuttgart, el Pisa y la Fiore. Ganó poco, salvo con Brasil. Y siempre tuvo que nadar contracorriente por tenerlos bien puestos. Cuando le ofrecieron el puesto en 2000, lo rechazó por su desacuerdo en cómo estaba gestionada la Federación.

La Fiorentina se negó a traspasarlo a la Juve a pesar de una oferta de 13.000 millones de liras. Sin embargo, ese verano del 92 se truncó su carrera como ‘viola’. Dunga aseguró en público que Cecchi Gori (ex propietario del club, una especie de Berlusconi de serie B) “había intentado convencerle, a través de personas de confianza, para espiar al vestuario”.

Y así ha ido siempre el sargento lelo, caminando derecho como un marine. Quedaría muy bien en este párrafo decir que le da igual lo que digan de él. En absoluto. Cuando lo machacaron vivo en el 90 tras un horroroso Mundial y le convirtieron en el chivo expiatorio de la derrota, le tomó la matrícula a todos los periodistas. En el 94 se tomó venganza levantando la Copa del Mundo (tras marcar el tercer penalti en aquella tanda decisiva ante Italia).

En este Mundial le ha vuelto a traicionar el pronto tras insultar a un periodista en una rueda de prensa. No eligió a un becario, sino a Álex Escobar, de TV Globo, la televisión más influyente de Brasil, que pertenece al grupo más ídem del país, embarcado en una operación de acoso y derribo contra el técnico. No casualmente, Dunga acababa de negarse a la participación de Kaká y Luis Fabiano en el programa estrella de las noches de domingo.

Las disculpas de Dunga fueron un perfecto resumen de quién es este tipo: “Para mí, esto (el Mundial) es sólo una oportunidad para poner en práctica lo que me enseñó: que un hombre, para ser hombre, tiene que tener virtud, coherencia, dignidad, transparencia y pedir disculpas cuando hace algo mal [...] Mi mamá, que es maestra de historia, me enseñó el amor a nuestro país. Hay que ser patriotas. Tenemos que luchar por nuestro país, nuestra familia, nuestros amigos. La adversidad sólo nos hará crecer". Un poco derechón, vale. Pero de una pieza. Como un buen sargento de marines sin un pelo de "dunga"..

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