lunes, 21 de junio de 2010

La teología futbolística de Joseph Ratzinger

Por Sopenilla
Hace 15 años, el entonces arzobispo de Munich publicaba el libro Suchen, was droben ist (Buscar lo de arriba). De aquella obra centrada en las cosas del más allá, llamaba la atención la inclusión de un texto dedicado al acontecimiento con mayor repercusión mediática en la vida de los hombres.

¿Un sucesor de Pedro hablando de algo mundano? Pues sí. El texto en cuestión llevaba por título «El juego y la vida» y ahora, gracias a las nuevas tecnologías, se encuentra en línea, a disposición de todos los internautas que quieran consultarlo. Siguiendo la tradición especulativa germánica, Ratzinger indagaba en los porqués que conducen a una masa de 600 millones de espectadores a apostarse frente al televisor cada cuatro años.

Frente al tópico del panem et circenses, tan superficial como insuficiente, el de Baviera hallaba en la lucha de 22 tíos por introducir una pelotita en la portería rival «una suerte de intento de regreso al paraíso» en forma de huida «de la esclavizante seriedad de la vida cotidiana». Vamos, un remedo escatológico como aislante transitorio de las penurias de la rutina diaria. La verdad es que ni puesto en boca de ZP, deseoso de hallar un oasis en medio del desierto que atraviesa en los últimos tiempos.

Así que, lejos de condenar el fútbol como una práctica ociosa que distrae de las verdaderas ocupaciones, el pontífice lo rescataba atraído por la puesta en práctica que presupone de valores como la disciplina individual y la cooperación colectiva. Es probable que, cuando escribió esto, no tuviera a mano ninguna carta astral para predecir que esos mismos valores son tan exigibles en caso de éxito como rechazables cuando lo único que importa es la satisfacción de ese feeling personal llamado ego.

El fútbol es la vida

Aunque para llegar a esta última conclusión sólo hace falta recurrir al refranero popular, se ve que en el Vaticano por fin se han dado cuenta de que el fútbol es la vida. Quizá por ello no resulte extraño que, a partir de ahora, la acción proselitista se encamine a cristianizar este espectáculo en contra de los designios de la FIFA.

De momento, y de modo paralelo a la disputa del Mundial, diversas entidades eclesiásticas ya han puesto en marcha varias iniciativas en este sentido. Entre ellas, la Copa de Fútbol por la Paz, un campeonato alternativo que se celebra en la localidad de Atteridgeville, cerca de Pretoria. 64 jugadores de diferentes religiones, razas y nacionalidades (hasta 15 países) se reunirán en torno a un terreno de juego cada sábado a lo largo del mes de junio. El partido final tendrá lugar el 3 de julio.

Siguiendo con el googling, bastan unos minutos para comprobar la existencia de páginas creadas para dar respuesta a las necesidades de todos aquellos aficionados católicos que, movidos por algo tan material como un trofeo de oro, peregrinen hasta tierras sudafricanas. Es el caso de la web www.churchontheball.com, ideada por el periodista francés Antoine Soubrier, responsable de comunicación de la conferencia episcopal del África austral (Sudáfrica, Botsuana y Suazilandia).

Quién sabe, a lo mejor la iglesia libera al fútbol moderno del perverso espíritu comercial que lo envuelve desde que decidió vestirse según la moda metrosexual. Habrá que pedir que a Kaká no le entren ganas de apostatar. Por si acaso, y ante lo que pueda pasar a lo largo de estos días, D10S ya se preocupó en su momento de encargar misas.

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