La pugna por la Liga entre Real Madrid y Barcelona ha ahondado la fosa mariana que les separa del resto de sparrings. De tal suerte bipolar, que el torneo español más se asemeja a la Scottish Premier League que a un emocionante y democrático campeonato. Allí se ha producido un hito poco común: el galardón a mejor jugador de la campaña 2009-2010 ha recaído en David Weir, defensa y captain de los Glasgow Rangers y estandarte de esa selección que debería jugar con kilt. Hasta ahí todo normal si no fuera porque es un defensa revientapiedras... y porque tiene 39 tacos.
Imaginen el nivel de la competición. Es como si a una mezcla de eterno Chichi Creus sumada a la calidad de Amadeo Carboni le dieran el MVP. De descojone. Molaría ver a Weir perseguir por el campo a Messi (sería como una vieja detrás de su bolso robado) o tratando de adivinar por dónde te abanicará el flequillo Cristiano Ronaldo antes de que te hipnotice con una bicicleta.
Proverbialmente, la Liga del lago Ness y el whisky ha sido un campeonato rocoso, lluvioso, feo con dos efes y menos atractivo que ir a visitar a la familia. Pero también ha tenido jugadores talentosos que han ganado el mismo galardón con el que este año han ungido al abuelo Weir. Gordon Strachan, Brian Laudrup o Henrik Larsson antecedieron al stopper y abrillantaron algunos de los mejores derbys entre Rangers y Celtics.
El ejemplo de Shunsuke Nakamura, elegido mejor pelotero en 2008, no vale como ejemplo, que el japo luego llegó al Español y el pufo fue gordo: 12 partidos, ni una mala palabra ni un buen pase. El premio al mejor jugador del year lo otorgan la pléyade de los periodistas de fútbol del país. Sus crónicas deben molar inventando nuevos adjetivos para los cero a cero, los cerrojazos, el ímpetu y las guadañas que siegan piernas ante el jaleo de la grada.
Olvidado en una gasolinera
El abuelo Weir, que aquí ya no podría jugar ni la Liga indoor de veteranos, es una institución que lleva ganándose los haggis desde el años de los Juegos de Cobi. Nació en Falkirk en 1970, en el corazón de la Escocia que no sale en las guías de viaje. Tras pasar por el equipo local (con un estadio en el que solo puede sentarse 1.000 espectadores), recaló en el Hearts de Midlothian. Lo mejor de su carrera se lo llevó el Everton por 200.00 libras de montante de fichaje (una ganga) en 1999. “El Liverpool estaba interesado en mí, y yo estaba comprometido con ellos. Pero se adelantó el Everton y estoy más que feliz de estar aquí”, declaraba entonces. Tras ocho temporadas con los vecinos desgraciados de Merseyside, ni una triste final de la FA Cup en su curriculum. Marcó un total de 10 goles, casi todos llovidos desde el córner o por oleadas del último minuto.
Curiosamente, Weir ha saboreado las mieles del éxito cuando ya te hacen descuento en la RENFE y te ceden asiento en el Metro. Desde 2008, ha ganado seis títulos con los protestantes de los Rangers. Dos Ligas, dos Copas y dos Copas de la Liga. Por cierto, el lunes Weir cumple 40 castañas. Felicidades. Y que por esas Highlands del señor no se lo dejen olvidado en una gasolinera como al abuelo de los Simpson.
No hay comentarios:
Publicar un comentario