viernes, 28 de mayo de 2010

Karpov contra los extraterrestres del Kremlin

Por Rocheteau
Yo siempre fui de Kasparov. De hecho, no conozco a nadie que fuera con Karpov en aquellos combates geopolíticos a hostias perestroikas de inicios de los 80. Kasparov eran los rizos que apuntaban la disidencia, el talento con mala hostia, ese aire a lo Mourinho con enroques, esa voracidad a lo Eddy Merckx. A
su lado, Karpov era un soldado obediente con caspa de politburó cayendo sobre el tablero.

Pero un primer ministro con calva de demócrata, mirada de interrogador del KGB para casos difíciles y trapecios de olímpica hormonada de la extinta RDA, alias Vladimir Putin, ha conseguido que
Karpov, a sus 59 años, se convierta en un rebelde con causa.

La culpa es de un tipo que dice que en 1997 (ni un año antes, ni uno después) fue
raptado por unos extraterrestres con trajes amarillos y viajó en su astronave; la culpa es de un tipo que sostiene haberse reencarnado 69 veces (ni una más ni una menos); la culpa es de Kirsan Ilyumzhinov, 49 años, multimillonario y presidente de tres entes peliagudos: la república rusa de la Kalmukia (desde hace 17 años), la Federación Internacional de Ajedrez (desde hace 15), amén de la rusa, y su propio ego.

Ajedrez en el talego


Empecemos por la federación rusa, meollo de todo el problema. Karpov decidió proponer su candidatura como presidente y darle un impulso al ajedrez, que ahora sólo sirve para entrenar a los futuros mejores jugadores de póker on line y para que Leontxo García escriba tres (buenísimos) artículos de ajedrez al año en EL PAIS.

Pero esto suponía tocarle las narices a un amigo (y aliado) de Putin y Medvedev. Además de que Karpov fue a ver a Kasparov, disidente reconocido, cuando a éste lo metieron en la cárcel por meterse con Florentino Pérez (ups, perdón por el lapsus, quise decir Vladimir Putin), con lo que pasó a formar parte de la lista negra de los jerarcas rusos.

Así que, a pesar de que el asunto ha despertado una polémica de mil demonios en Rusia, donde Karpov sigue siendo un héroe nacional como Bahamontes en el franquismo, Putin ha decidido que el candidato tiene que ser el iluminado Ilyumzhinov, y niet, no se hable más.

Así que cuando los miembros de la federación rusa se pronunciaron sorprendentemente a favor de Karpov, al día siguiente la policía estaba registrando las oficinas del ente.


Vaya por delante, que obviando asuntillos turbios como su presunta implicación en el asesinato de una periodista disidente, Ilyumzhinov es un tipo con ideas. Si consiguió presidir la Kalmukia, el trastero budista de Rusia, 290.000 habitantes, fue con imaginación. Ganó sus primeras elecciones prometiendo 100 $ y un móvil a cada pastor (
al cambio, viene a ser como el cheque-bebé y los 400 de vellón del IRPF, pero a lo bruto), tiene 6 Rolls-Royce y, eso no lo pone nadie en duda, adora el ajedrez. En la Kalmukia es asignatura obligatoria en las escuelas y hasta ha creado un parque temático del ajedrez, mucho más interesante que Terra Mítica, pero como la Kalmukia no es Benidorm, no va ni Dios.

El mejor argumento lo da Karpov: "Cuando yo jugaba, había más de 600 enviados a las finales del campeonato mundial de ajedrez. En el último, celebrado en Bulgaria, había 4 periodistas, si excluimos a los búlgaros". Seguro que uno de ellos era Leontxo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario