jueves, 17 de junio de 2010

Tim Howard, un portero contra el Tourette

Por Nunn
Oliver Sacks, autor de algunas de las líneas escritas que más me han apasionado en esta vida, describe en 'Un antropólogo en Marte' el caso de un cirujano con síndrome de Tourette. Con la prosa sensible y periodística del neurólogo, podemos adentrarnos en un mundo que cuesta entender más que ninguno, el de una enfermedad que tira de un hilo invisible del que la porta, un hilo que le obliga a gritar tacos, maldiciones e incongruencias, a moverse con unos tics infernales, histriónicos y terroríficos.

Ninguna enfermedad me parece tan apasionante como el Tourette. Y ninguna tan aparentemente incontrolable. Por eso, que un cirujano, maestro de la precisión y la templanza, pudiera ejercer su oficio, como cuenta Sacks, con extraordinaria efectividad sólo puede ocurrir desde el terreno de lo milagroso. O no.

Explica Sacks que el cirujano puede trabajar por una cuesión de ritmo. Que su mente es capaz de hallar una concentración imposible de mantener siempre, en la que crea un ritmo imperturbable, ni siquiera interrumpido por ese hilo que tira de su cuerpo y su alma con resultados tan visibles para todos. Así, el cirujano puede operar como el mejor o pilotar un avión.

Tics ante millones de espectadores

Hay muy pocos deportistas con Tourette y todos encierran cierta leyenda. Los que padecen la enfermedad se convierten en obsesivos, repiten y repiten hasta llegar a alguna parte que calme los efectos de la enfermedad. Uno es Mahmoud Abdul-Raouf, famoso jugador de la NBA que se hizo célebre por negarse a escuchar de pie el himno norteamericano durante la primera Guerra de Irak. Acabó repudiado, y últimamente jugaba en Arabia Saudí y era el imán de una mezquita en su Guulfport natal, en el Mississippi profundo..

Tim Howard, portero de Estados Unidos en el Mundial y del Everton el resto del año, tiene Tourette. Cuando fichó por el Manchester United los tabloides ingleses lo llamaron "retrasado", "discapacitado", "zombie". Posiblemente, los tipos que escribieron aquello sigan trabajando. Es una lástima.

En un reportaje para '60 Minutos' de la CBS en 2005, Howard habla abiertamente de su enfermedad, de cómo ha batallado la incomprensión y la ignorancia con valentía, y de cómo lo sigue haciendo. De cómo ha sido capaz de controlar gran parte de los efectos de su enfermedad, y, sobre todo, de cómo ha conseguido ser un deportista de talla mundial y se ha puesto voluntariamente en el foco de la atención arrasando los prejuicios. En un mundo tan superficial como el del deporte profesiuonal Howard es una bella rara avis. Para cualquiera resulta difícil mantener cierto nivel de relaciones sociales con este mal. Los tics son irritantes y cómicos, y resulta complicado exhibirlos y ser inmune a la reacción del de enfrente. Howard se expuso más que ninguno, pues los que le miran son millones. Y ganó.

Howard es profundamente religioso, como el musulmán Abdul-Raouf, que cambió su nombre del original Chris Jackson. A través de sus creencias revirtió una infancia de risas y cuchicheos a sus espaldas en una madurez exitosa y valiente. Luchó contra los tics y los venció.

Dicen que Mozart, Napoleón o Moliére lo tenían, y en España el gran Quim Monzó lo padece. Parece una enfermedad de genios, entonces. Seguro que ningún periodista de tabloides ingleses la tiene. Ya se nota.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena por el artículo, muy interesante. No conocía la historia y la verdad es que hay que tenerlos bien puestos para ponerte bajo los focos de todo el mundo sufriendo esa enfermedad.

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  2. Excepcional. Prefiero un FNF guadiánico pero brillante

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  3. Artículo cojonudo, pero qué se puede esperar de un país en el que la prensa seria no tiene otra cosa que llevar en su portada tres fotos de una periodistas sin cerebro española.

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  4. Grande Howard. Está claro que los periodistas ingleses no son los mejores del mundo. Nos quejamos de lo nuestro, pero a veces afuera no están tan bien como parecen.

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