Por snedecor
- Oye, Sepp, mira, es que tu rival Bin Hammam tenía pensado organizar una reunión con los presidentes de las federaciones caribeñas para comentarles un poco por encima su proyecto y bueno, ya sabes cómo son estas cosas, a lo mejor les ofrece algún dinerillo… Unos 40.000 dólares o así, pero para cubrir sus gastos, no es para que luego le voten ni nada de eso, ¿eh? ¿Qué te parece?
- Hmmm… no sé, Jack, no lo acabo de ver claro… Dar dinero así sin más… Ya sabes que yo no lo haría (otra vez), pero… Oye, ¿y si te mando unos portátiles y unos proyectores para que se los regales a esa pobre gente del Caribe y os quede una reunión chula, chula? ¿Sí? Vale, cuenta con ellos… Ah, y gracias por avisar. No, tranquilo, no diré nada, todo correcto.
Esta es una conversación inventada entre Jack Warner, presidente de la CONCACAF, y Sepp Blatter, pero cualquier parecido con la realidad es algo más que una mera coincidencia. Porque, según se desprende del último dictamen del Comité Ético de la FIFA, algo así ocurrió unos días antes del 10 de mayo, fecha elegida por el ya ex-candidato a la presidencia del máximo organismo del fútbol mundial Mohammed Bin Hammam para reunirse con los representantes caribeños con derecho a voto en las elecciones que deberían celebrarse este miércoles en Ginebra, y que ahora verán la reelección del único candidato, Joseph Blatter. Conociendo los precedentes de los implicados, no me extrañaría que la llamada de Warner tuviera como objetivo iniciar una subasta por los votos caribeños. Blatter, sin embargo, ha demostrado ser un poco más listo, y de un plumazo se ha quitado de encima a su rival para estas votaciones, el qatarí Bin Hammam, y al miembro más polémico del Comité Ejecutivo, el trinitense Warner. Jugada redonda para el presidente de la FIFA. Sin embargo, hay tanta oscuridad en lo que ha ocurrido que no deberíamos descartar que las sombras acabaran engullendo también al propio Blatter, porque el proceso sigue abierto.
Es difícil decir dónde y cuándo comienza todo. Probablemente tendríamos que remontarnos al principio de los tiempos FIFA, o al menos al Congreso de París en 1998 en el que Blatter accedió a la presidencia. El entonces Secretario General del organismo luchaba contra el presidente de la UEFA, Lennart Johansson, para suceder al anciano Joao Havelange. Johansson se perfilaba como ganador gracias, entre otras cosas, al apoyo de la Confederación Africana, que había anunciado que votaría en bloque por el sueco, pero algo ocurrió en el último momento y varios presidentes de federaciones africanas decidieron saltarse el acuerdo y votar por Blatter. El suizo ganó ajustadamente, 111 votos contra 80, y con las sospechas de que al menos 18 federaciones africanas habían cambiado su voto a última hora merced a suculentas ofertas económicas del entorno de Blatter. Las acusaciones se hicieron públicas en 2002, justo antes de otras elecciones, y vinieron por parte de un vicepresidente de la Confederación Africana, cuyo presidente Issa Hayatou se presentaba entonces como rival de Blatter (o sea que el interés por perjudicar a Blatter era más que evidente), pero el suizo ganó cómodamente esa votación de 2002 y luego salió absuelto por falta de pruebas. Traigo esto a colación para mostrar que los rumores sobre compra de votos no son algo novedoso en el mundo FIFA, sino más bien al contrario.
Este año el proceso electoral venía marcado por la elección de las sedes mundialistas de 2018 y (sobre todo) 2022. Desde Inglaterra, parte implicada, se ha seguido con lupa esa carrera y no han faltado las acusaciones más o menos veladas de corrupción al más alto nivel en el seno de la FIFA. Recordemos que ya antes de esas votaciones del Comité Ejecutivo, la prensa británica cazó a dos de sus miembros por medio de una cámara oculta. Los sobornados fueron suspendidos, pero quedó la duda de cuántos más hubieran caído, y sobre todo la de cuántos habrían hecho lo mismo pero de verdad, recibiendo dinero de los candidatos reales. La elección de Qatar como sede del Mundial 2022 hizo que creciera la indignación inglesa y, aunque no se organizó ninguna acampada, sí montaron una comisión de investigación en el Parlamento en la que el presidente de la FA y otros miembros de la candidatura al mundial 2018 destaparon muchas vergüenzas de varios dirigentes de la FIFA. Sin más consecuencias, por supuesto.
Hace algo más de un año, Mohammed Bin Hammam, presidente de la Confederación Asiática de Fútbol y principal valedor dentro del Comité Ejecutivo FIFA de la exitosa candidatura qatarí, manifestó su intención de volcarse en la organización del Mundial 2022 y olvidar sus pretensiones de optar a la presidencia de la FIFA en 2011 si su país conseguía la cita mundialista. Como sabemos, Qatar se hizo con esa organización (en Inglaterra dicen que pagando, y en parte tal vez gracias a esa promesa de no concurrencia), pero una vez alcanzado el objetivo Bin Hammam se desdijo y anunció su candidatura. Desde ese momento la maquinaria electoral se puso en marcha. Había que convencer a las 202 federaciones con derecho a voto y la irrupción en la carrera presidencial, medio en serio medio en broma, del periodista estadounidense Grant Wahl nos sirvió para conocer un poco mejor los entresijos de esa descarnada batalla: sigilosos y anónimos intermediarios, ofertas y promesas de todo tipo (también económicas), y sobre todo miedo, mucho miedo, a enfrentarse al poder establecido.
En Sports Illustrated, publicación que merece algo más que un vistazo a su especial de bañadores, Wahl nos relató una auténtica película de intriga en la que lo único que quedaba claro es que los hilos del fútbol se mueven muy lejos de los campos, pero siempre dentro de “la familia”, entre esos “honraos” dirigentes que decía Villar y que no parecen más que aviesos piratas. Alguno hasta es del Caribe.
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martes, 31 de mayo de 2011
Piratas del Caribe 5: El Trono de la FIFA (I)
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miércoles, 25 de mayo de 2011
Season finale en FNF (3)
Por Sopenilla
1. Primero le tocó a la construcción, este año ha sido el fútbol. Las secuelas de la crisis han sentenciado a la cultura del pelotazo. El descenso del Deportivo a 2ª, o el de Albacete y Tenerife a 2ªB, pone fin a una etapa histórica de nuestra liga marcada por la burbuja televisiva. Con los petrodólares avistándose en el horizonte, no es descartable que las divisas extranjeras inflen de nuevo nuestro fútbol. Ante ese riesgo, la experiencia de esta temporada debería dictar una solución tan manida como demagógica: la cantera.
2. Se quiera o no, España sigue produciendo jugadores. Para algunos continúan siendo moneda de cambio. Para otros, más bien, son una juventud con futuro. De un modo significativo, Espanyol y Villarreal han recogido el testigo tradicional del Athletic. Es cierto que el trabajo bien hecho de Roig & Co. aún no se ha cobrado ningún título, pero las ventas pericas han ayudado a cuadrar un proyecto de futuro. Ahora que Hércules y Almería deben recomenzar de nuevo, quizá cunda el ejemplo. Sporting y Racing parecen haber tomado nota. Ojalá el Málaga no lo pase por alto.
3. El protagonismo que está llamado a cobrar la cantera se corresponde con el que han tenido los secundarios. En plantillas de 22 siempre hay sitio para un puñado de ‘Keitas’. La cuestión, como siempre, es que los actores de reparto estén al mismo nivel que los intérpretes principales. El Valencia acertó en su reconversión, pero Atleti y Sevilla erraron en su intento por acabar con una liga polarizada. Mientras que en el Manzanares urge acometer algo más que una tarea de reciclaje, los de Nervión deberán demostrar que su dirección deportiva no va camino de convertirse en una nueva leyenda urbana.
4. No cabe duda que otro reparto de los derechos televisivos equilibraría la competición doméstica. Pero quizá la liga española haría bien en dejar de compararse con el Calcio y la Premier y empezar a enfocar su mirada hacia la Ligue1 y la Bundesliga. En Italia e Inglaterra, al fin y al cabo, ganan los de siempre, envejezcan sus plantillas o sus banquillos. En Francia y Alemania, por el contrario, el pagar al día o el llenar estadios empieza a ser un atractivo más que suficiente para jugadores sensibles hacia las deudas o equipos huérfanos de masa social. Dejando de lado a los nuevos ricos del Este, queda claro que el ascenso social de la clase media sólo es posible en el corazón de la vieja Europa.
5. Contraviniendo los principios de este blog, diremos que lo único positivo de esta temporada es la irrupción de un deseo latente llamado #fútbolrealya. A ello han ayudado sobre manera las ruedas de prensa, auténtica excreción de un mainstream periodístico que sólo es capaz de alimentarse a base de declaraciones. Sin ellas, quizá habríamos visto con mayor nitidez si la distancia entre Barça y Real Madrid era o no una ilusión óptica. Por el bien del juego, esperemos que Guardiola y Mourinho nos lo aclaren el curso que viene. Tweet
1. Primero le tocó a la construcción, este año ha sido el fútbol. Las secuelas de la crisis han sentenciado a la cultura del pelotazo. El descenso del Deportivo a 2ª, o el de Albacete y Tenerife a 2ªB, pone fin a una etapa histórica de nuestra liga marcada por la burbuja televisiva. Con los petrodólares avistándose en el horizonte, no es descartable que las divisas extranjeras inflen de nuevo nuestro fútbol. Ante ese riesgo, la experiencia de esta temporada debería dictar una solución tan manida como demagógica: la cantera.
2. Se quiera o no, España sigue produciendo jugadores. Para algunos continúan siendo moneda de cambio. Para otros, más bien, son una juventud con futuro. De un modo significativo, Espanyol y Villarreal han recogido el testigo tradicional del Athletic. Es cierto que el trabajo bien hecho de Roig & Co. aún no se ha cobrado ningún título, pero las ventas pericas han ayudado a cuadrar un proyecto de futuro. Ahora que Hércules y Almería deben recomenzar de nuevo, quizá cunda el ejemplo. Sporting y Racing parecen haber tomado nota. Ojalá el Málaga no lo pase por alto.
3. El protagonismo que está llamado a cobrar la cantera se corresponde con el que han tenido los secundarios. En plantillas de 22 siempre hay sitio para un puñado de ‘Keitas’. La cuestión, como siempre, es que los actores de reparto estén al mismo nivel que los intérpretes principales. El Valencia acertó en su reconversión, pero Atleti y Sevilla erraron en su intento por acabar con una liga polarizada. Mientras que en el Manzanares urge acometer algo más que una tarea de reciclaje, los de Nervión deberán demostrar que su dirección deportiva no va camino de convertirse en una nueva leyenda urbana.
4. No cabe duda que otro reparto de los derechos televisivos equilibraría la competición doméstica. Pero quizá la liga española haría bien en dejar de compararse con el Calcio y la Premier y empezar a enfocar su mirada hacia la Ligue1 y la Bundesliga. En Italia e Inglaterra, al fin y al cabo, ganan los de siempre, envejezcan sus plantillas o sus banquillos. En Francia y Alemania, por el contrario, el pagar al día o el llenar estadios empieza a ser un atractivo más que suficiente para jugadores sensibles hacia las deudas o equipos huérfanos de masa social. Dejando de lado a los nuevos ricos del Este, queda claro que el ascenso social de la clase media sólo es posible en el corazón de la vieja Europa.
5. Contraviniendo los principios de este blog, diremos que lo único positivo de esta temporada es la irrupción de un deseo latente llamado #fútbolrealya. A ello han ayudado sobre manera las ruedas de prensa, auténtica excreción de un mainstream periodístico que sólo es capaz de alimentarse a base de declaraciones. Sin ellas, quizá habríamos visto con mayor nitidez si la distancia entre Barça y Real Madrid era o no una ilusión óptica. Por el bien del juego, esperemos que Guardiola y Mourinho nos lo aclaren el curso que viene. Tweet
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martes, 24 de mayo de 2011
Season finale en FNF (2)
Por Halftown
5- Lillo volvió a fracasar: nueve puntos sobre treinta y seis posibles. Fue despedido después de recibir en casa ocho goles del Barça de su amigo Guardiola. Después del partido dijo no sentir vergüenza por el resultado.
4- Dos mulás y una mula: Málaga y Getafe vieron cómo les llovían sendos muchimillonarios árabes. El Racing en cambio se buscó a un indio reconocido por sus pufos a lo largo y ancho de la Commonwealth. Además de hacer un revival de Bienvenido Míster Marshall y protagonizar un maravilloso remix de David Guetta, Ali Syed sigue sin pagar su deuda. La diferencia entre un magnate y un mangante.
3- España optaba a organizar dos mundiales. Ángel María Villar consiguió que no nos diesen ninguno. En un discurso que debería aparecer en YouTube como cara B del I Have A Dream de Luther King, el lehendakari del fúrbol español hizo un ridículo épico. Pobres portugueses, habrían tenido más opciones si hubieran puesto de portavoz a Miguel el del Valencia recién salido de un garito.
2- Los underachievers nunca fallan: Wenger se volvió a quedar sin un titulo que llevarse a la boca. Fábregas se ciscó en sus muertos vía Twitter. El Atleti, después de ganarle al Inter de Benítez la Supercopa de Europa, se inmoló hasta hacernos creer que Diego Costa es mejor que Forlán. En lo individual, a algunos como Gourcuff ya ni les esperamos y a otros como Iván De la Peña les dijimos adiós con la boca pequeña.
1- Vuelven los 90 en Segunda B: la próxima temporada se pueden cruzar en la tercera categoría del futbol español Albacete, Tenerife, Oviedo, Lleida, Alavés, Cádiz y Burgos. Falta que Manolo Escobar vuelva con "Goles Son Amores". Esperemos que el Olympique de Marsella no se lleve la Champions como en el 93. Tweet
5- Lillo volvió a fracasar: nueve puntos sobre treinta y seis posibles. Fue despedido después de recibir en casa ocho goles del Barça de su amigo Guardiola. Después del partido dijo no sentir vergüenza por el resultado.
4- Dos mulás y una mula: Málaga y Getafe vieron cómo les llovían sendos muchimillonarios árabes. El Racing en cambio se buscó a un indio reconocido por sus pufos a lo largo y ancho de la Commonwealth. Además de hacer un revival de Bienvenido Míster Marshall y protagonizar un maravilloso remix de David Guetta, Ali Syed sigue sin pagar su deuda. La diferencia entre un magnate y un mangante.
3- España optaba a organizar dos mundiales. Ángel María Villar consiguió que no nos diesen ninguno. En un discurso que debería aparecer en YouTube como cara B del I Have A Dream de Luther King, el lehendakari del fúrbol español hizo un ridículo épico. Pobres portugueses, habrían tenido más opciones si hubieran puesto de portavoz a Miguel el del Valencia recién salido de un garito.
2- Los underachievers nunca fallan: Wenger se volvió a quedar sin un titulo que llevarse a la boca. Fábregas se ciscó en sus muertos vía Twitter. El Atleti, después de ganarle al Inter de Benítez la Supercopa de Europa, se inmoló hasta hacernos creer que Diego Costa es mejor que Forlán. En lo individual, a algunos como Gourcuff ya ni les esperamos y a otros como Iván De la Peña les dijimos adiós con la boca pequeña.
1- Vuelven los 90 en Segunda B: la próxima temporada se pueden cruzar en la tercera categoría del futbol español Albacete, Tenerife, Oviedo, Lleida, Alavés, Cádiz y Burgos. Falta que Manolo Escobar vuelva con "Goles Son Amores". Esperemos que el Olympique de Marsella no se lleve la Champions como en el 93. Tweet
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lunes, 23 de mayo de 2011
Season finale en FNF
Por snedecor
Hay más cosas, claro. El desembarco en la Liga de los propietarios extranjeros, con distinta fortuna (en todos los sentidos de la palabra); la eclosión del árbitro español que quiso ser inglés y va camino de lograrlo (Mateu Lahoz deja jugar y se equivoca en las decisiones importantes igualito que Howard Webb); el esperpento del Hércules, que subió pagando a otros (dicen) y luego se olvidó de pagar a los suyos; o la despedida de un crack injustamente olvidado a la hora de nombrar a las grandes estrellas de la Liga (Frederic Kanouté, duende andaluz en un cuerpo de gigante africano); pero si tengo que destacar 5 puntos de esta temporada que se nos escapa entre los dedos, me quedo con estas:
5 – Los 5 partidos de la última jornada en los que se decidió el tercer equipo que retrocedía a la Liga Adelante (cruel paradoja publicitaria). La permanencia ha estado de lo más cara este año y ni siquiera 44 puntos bastaron para llegar ya de vacaciones a la última semana. Después de 37 fechas nos encontramos nada más y nada menos que con seis equipos mirándose de reojo, sabedores de que la victoria les salvaba pero pendientes de los demás por si podían librarse con otro resultado. Al final las lágrimas arruinaron las pinturas de los aficionados del Depor, que se va al hoyo tras nada menos que 20 temporadas en Primera, dos décadas en las que logró títulos, conquistó los principales escenarios del fútbol europeo y se ganó el cariño de todo aficionado no celtiña. Ahora es tiempo de analizar lo que se hizo mal (no sólo este año), llorar por los arbitrajes recibidos y temblar ante lo que se avecina, rezando para que la estancia en Segunda sea lo más corta posible (y no al estilo Tenerife). Suerte.
4 – Los 4 duelos entre Real Madrid y F.C. Barcelona que cambiaron España, tanto que tras dos semanas sin clásicos la gente tuvo que salir a las plazas a pedir más guerra. ¿O acaso pensáis que todo el lío del #15m hubiera ocurrido sin los pisotones de Arbeloa, el teatro de Alves, la locura de Pepe o la boquita de Busquets? No, la gente responde a los estímulos y Madrid y Barça elevaron la tensión entre la sociedad española hasta hacerla explotar por algo tan minúsculo como un sistema político y económico algo defectuoso. En cuanto caigamos en la cuenta de que en agosto tendremos dos nuevos enfrentamientos por la Supercopa… Ya huelo la sangre. Eso sí, esta vez la acampada que se monte en algún sitio de playa. Por el calor, más que nada. Viva la revolución.
3 – Los 3 delanteros con los que acabó el curso el Real Madrid gracias a la insistencia de Mourinho, que se ha comportado todo el año como el conflictivo hijo de un matrimonio divorciado (o en trámites). Quería su muñeco nuevo por Navidades y a pesar de que mamá Valdano dijo que ya tenía bastantes, aunque estuviesen rotos (Higuaín) u olvidados en el desván (Benzema), papá Florentino acabó comprándole un geyperman de nombre Manolito para evitar el berrinche de su nene, no fuera a ser que se fugara de la Casa Blanca a final de curso y le echaran a él todas las culpas. Luego llegó el día de enseñar los juguetes ante todo el colegio y Mou se los dejó en la mochila, pero bueno, ese es otro tema. Al final, después de meterse en todas las broncas de patio que pudo, el niño acabó enfadándose y dejó de respi... digoo, de hablar ante la prensa. Al menos nos ha entretenido. Y el año que viene, más... puede que con mamá Valdano fuera del hogar familiar.
2 – Los 2 cracks que alumbran nuestra Liga. Dejémonos de tonterías: Messi y Cristiano Ronaldo son dos bestias inhumanas. Cada uno con sus cosas, pero igualmente admirables. Justo el año en el que ya casi nadie se atreve a discutir al argentino como Mejor Jugador del Mundo, va el portugués y se ensaña con las porterías rivales, destrozando ese récord goleador en Liga que creíamos inalcanzable, porque si Ronaldo, Romario o Van Nistelrooy no llegaron, cómo iba a llegar un tipo que ni siquiera es delantero... Pues ya veis, sí ha llegado y ha pasado a Zarra y Hugo Sánchez. Sean 40 o 41, ante rivales descendidos o con marcadores decididos, son muchos goles, de todos los tipos y para todos los gustos, y no es nada fácil marcarlos. Valorémoslo, porque aunque la campaña mediática nos abrume y nos cause rechazo, él no tiene la culpa. Por su parte, Messi también nos ha dejado otro porrón de goles (lleva 52 entre todas las competiciones, uno o dos menos que Ronaldo pero a falta de EL partido), además de otra interminable lista de asistencias, regates y jugadas imposibles que lo elevan un poco más en los altares del fútbol. Olvidemos los colores y disfrutemos de esta conjunción astral antes de que a alguno se le acabe la chispa.
1 – El verano que nos espera. Porque lo mejor siempre está por venir, y el fútbol no para. Acabada esta función, se presentan unos meses cargados de citas para los más futboleros (pero los futboleros de verdad, no los del programa de la tele). Desde la final de la Champions hasta que la Liga arranque a finales de agosto, sin solución de continuidad e incluso solapándose, tendremos Eurocopa sub’21 (del 12 al 25 de junio), Mundial sub’17 (del 18 de junio al 10 de julio), Copa América (del 1 al 24 de julio), Europeo sub’19 (del 20 de julio al 1 de agosto), y Mundial sub’20 (del 29 de julio al 20 de agosto). Todo ello salpicado de rumores, fichajes, presentaciones, giras, torneos, la vuelta de Raúl al Bernabéu, la Supercopa, los amistosos de la Selección… locurón. A disfrutarlo con salud. Tweet
Hay más cosas, claro. El desembarco en la Liga de los propietarios extranjeros, con distinta fortuna (en todos los sentidos de la palabra); la eclosión del árbitro español que quiso ser inglés y va camino de lograrlo (Mateu Lahoz deja jugar y se equivoca en las decisiones importantes igualito que Howard Webb); el esperpento del Hércules, que subió pagando a otros (dicen) y luego se olvidó de pagar a los suyos; o la despedida de un crack injustamente olvidado a la hora de nombrar a las grandes estrellas de la Liga (Frederic Kanouté, duende andaluz en un cuerpo de gigante africano); pero si tengo que destacar 5 puntos de esta temporada que se nos escapa entre los dedos, me quedo con estas:
5 – Los 5 partidos de la última jornada en los que se decidió el tercer equipo que retrocedía a la Liga Adelante (cruel paradoja publicitaria). La permanencia ha estado de lo más cara este año y ni siquiera 44 puntos bastaron para llegar ya de vacaciones a la última semana. Después de 37 fechas nos encontramos nada más y nada menos que con seis equipos mirándose de reojo, sabedores de que la victoria les salvaba pero pendientes de los demás por si podían librarse con otro resultado. Al final las lágrimas arruinaron las pinturas de los aficionados del Depor, que se va al hoyo tras nada menos que 20 temporadas en Primera, dos décadas en las que logró títulos, conquistó los principales escenarios del fútbol europeo y se ganó el cariño de todo aficionado no celtiña. Ahora es tiempo de analizar lo que se hizo mal (no sólo este año), llorar por los arbitrajes recibidos y temblar ante lo que se avecina, rezando para que la estancia en Segunda sea lo más corta posible (y no al estilo Tenerife). Suerte.
4 – Los 4 duelos entre Real Madrid y F.C. Barcelona que cambiaron España, tanto que tras dos semanas sin clásicos la gente tuvo que salir a las plazas a pedir más guerra. ¿O acaso pensáis que todo el lío del #15m hubiera ocurrido sin los pisotones de Arbeloa, el teatro de Alves, la locura de Pepe o la boquita de Busquets? No, la gente responde a los estímulos y Madrid y Barça elevaron la tensión entre la sociedad española hasta hacerla explotar por algo tan minúsculo como un sistema político y económico algo defectuoso. En cuanto caigamos en la cuenta de que en agosto tendremos dos nuevos enfrentamientos por la Supercopa… Ya huelo la sangre. Eso sí, esta vez la acampada que se monte en algún sitio de playa. Por el calor, más que nada. Viva la revolución.
3 – Los 3 delanteros con los que acabó el curso el Real Madrid gracias a la insistencia de Mourinho, que se ha comportado todo el año como el conflictivo hijo de un matrimonio divorciado (o en trámites). Quería su muñeco nuevo por Navidades y a pesar de que mamá Valdano dijo que ya tenía bastantes, aunque estuviesen rotos (Higuaín) u olvidados en el desván (Benzema), papá Florentino acabó comprándole un geyperman de nombre Manolito para evitar el berrinche de su nene, no fuera a ser que se fugara de la Casa Blanca a final de curso y le echaran a él todas las culpas. Luego llegó el día de enseñar los juguetes ante todo el colegio y Mou se los dejó en la mochila, pero bueno, ese es otro tema. Al final, después de meterse en todas las broncas de patio que pudo, el niño acabó enfadándose y dejó de respi... digoo, de hablar ante la prensa. Al menos nos ha entretenido. Y el año que viene, más... puede que con mamá Valdano fuera del hogar familiar.
2 – Los 2 cracks que alumbran nuestra Liga. Dejémonos de tonterías: Messi y Cristiano Ronaldo son dos bestias inhumanas. Cada uno con sus cosas, pero igualmente admirables. Justo el año en el que ya casi nadie se atreve a discutir al argentino como Mejor Jugador del Mundo, va el portugués y se ensaña con las porterías rivales, destrozando ese récord goleador en Liga que creíamos inalcanzable, porque si Ronaldo, Romario o Van Nistelrooy no llegaron, cómo iba a llegar un tipo que ni siquiera es delantero... Pues ya veis, sí ha llegado y ha pasado a Zarra y Hugo Sánchez. Sean 40 o 41, ante rivales descendidos o con marcadores decididos, son muchos goles, de todos los tipos y para todos los gustos, y no es nada fácil marcarlos. Valorémoslo, porque aunque la campaña mediática nos abrume y nos cause rechazo, él no tiene la culpa. Por su parte, Messi también nos ha dejado otro porrón de goles (lleva 52 entre todas las competiciones, uno o dos menos que Ronaldo pero a falta de EL partido), además de otra interminable lista de asistencias, regates y jugadas imposibles que lo elevan un poco más en los altares del fútbol. Olvidemos los colores y disfrutemos de esta conjunción astral antes de que a alguno se le acabe la chispa.
1 – El verano que nos espera. Porque lo mejor siempre está por venir, y el fútbol no para. Acabada esta función, se presentan unos meses cargados de citas para los más futboleros (pero los futboleros de verdad, no los del programa de la tele). Desde la final de la Champions hasta que la Liga arranque a finales de agosto, sin solución de continuidad e incluso solapándose, tendremos Eurocopa sub’21 (del 12 al 25 de junio), Mundial sub’17 (del 18 de junio al 10 de julio), Copa América (del 1 al 24 de julio), Europeo sub’19 (del 20 de julio al 1 de agosto), y Mundial sub’20 (del 29 de julio al 20 de agosto). Todo ello salpicado de rumores, fichajes, presentaciones, giras, torneos, la vuelta de Raúl al Bernabéu, la Supercopa, los amistosos de la Selección… locurón. A disfrutarlo con salud. Tweet
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miércoles, 18 de mayo de 2011
El final del carnaval chicharrero
Por Sopenilla
Corría el 20 de junio de 1986 cuando Javier Pérez accedió a la presidencia del C. D. Tenerife. Por aquel tiempo, el cuadro chicharrero vagaba en el destierro de la 2ªB arrastrando consigo una deuda superior a los 300 millones de las antiguas pesetas. En medio de tanta penuria, la llegada de Pérez significó un antes y un después. Con él al mando, el club empezaría a asomar la cabeza por encima del pozo. A la conclusión de la siguiente campaña, se produjo el ascenso a 2ª; y, sólo dos años más tarde, el salto a la máxima categoría.
A partir de ese momento, los blanquiazules inauguraron una etapa dorada que, con los altibajos propios de un equipo ‘ascensor’, se prolongaría por espacio de casi un cuarto de siglo. En el resumen de esos 25 años destacan, sin duda, las dos ligas que los de Santa Cruz le birlaron a última hora a un Madrid que languidecía en las manos de Ramón Mendoza. Sin solución de continuidad, y en apenas doce meses, el Heliodoro Rodríguez López fue escenario hasta en dos ocasiones de cómo los blancos se quedaban sin título, para regocijo culé, y los locales lograban la clasificación europea.
Ya no sabéis cómo jodernos
Asomaban por entonces los noventa. Del recuerdo de aquellas dos tardes aún perdura el contraste entre una Quinta del Buitre completamente de vuelta, tras alcanzar su cénit con J. B. Toshack y verse incapaz de alzar la Copa de Europa, y un Tenerife que pujaba por figurar entre los grandes de la liga a base de sobar la pelota. Quizá por ello todavía rechina el despeje suicida de Ricardo Rocha hacia la escuadra de su propia portería o el particular lloriqueo ‘mourinhista’ de Fernando Hierro ante Celino Gracia Redondo, con un lacónico “ya no sabéis cómo jodernos” digno del mejor ‘villarato’.
Los más susceptibles, sin embargo, redujeron la hazaña tinerfeñista al envío de unos cuantos maletines desde la Ciudad Condal. Otros, por su parte, prefirieron asimilar la identificación con el Barça de Cruyff como el fruto de haber copiado su estilo de juego. El caso es que, después de dejarse dos títulos en las islas, en Chamartín optaron por incorporar a los culpables de que el Tete tratara de hablar en el campo según el dictado del Dream Team.
Aparte de traer a un imberbe Fernando Redondo –que saldría escaldado de un bis a bis con el Maradona sevillista–, el tándem Valdano-Cappa había marcado con su sello a un equipo que pronto se hizo reconocible no sólo a lo largo de la península, sino por toda Europa. En sus primeras andaduras continentales, sucumbieron a su paso Auxerre, Olimpiakos o Juventus. Los cimientos estaban tan bien asentados que un atípico alemán como Jupp Heynckes llevaría al conjunto insular a bordear una final de UEFA. El idilio lo deshizo el Schalke 04, pero por el camino quedaron noches mágicas como la de la remontada en casa ante la Lazio (5-3).
Seis millones por seis goles
Visto en perspectiva, da la impresión de que el proyecto de Javier Pérez murió de éxito en aquella eliminatoria. A tenor de los resultados cosechados, al menos, no cabe duda de que el club tocó techo a mitad de década. Lo cual induce a creer que, detrás de una plantilla competitiva –cuerpo técnico incluido– y un patrón de juego claro, no había una estructura sólida.
Aplicada a las categorías inferiores, la hipótesis cobra fuerza. En este punto, la mirada respecto a su rival del archipiélago vecino no resiste la comparativa. Al lado de los canteranos ‘amarillos’, que han convertido a Arguineguín en lugar de peregrinaje de ojeadores y secretarios técnicos, los ‘chicharreros’ no han pasado de ser promesas inacabadas. A día de hoy, Iriome ocupa el último puesto de una lista en la que, al ritmo que va, está a punto de ingresar Ricardo León.
Así que, mientras el disfraz de los fichajes (véase Roy Makaay) sirvió para ir revistiendo año a año las debilidades del equipo, los días de carnaval pudieron prolongarse. Si bien, un movimiento en falso en este sentido podía acabar enterrando la sardina a la mínima que surgiese un revés deportivo. Tras diez años en la elite, éste llegó en 1999. Unos meses antes se habían incorporado renaldinhos tales como Domingos Paciencia y Ferdi Vierklau. El traspaso del portugués, que aspira hoy a arrebatar la Europa League a Villas Boas, exigió seis millones a cambio de seis goles en 50 partidos.
La vuelta a 2ª fue el presagio de un cambio de tendencia. De coquetear con los puestos europeos a familiarizarse con el vaivén del ascenso y la permanencia. Por momentos, la elección de entrenador –caso de Rafa Benítez e, incluso, José Luis Oltra– pareció servir para desandar lo andado. Nada más lejos de la realidad, ya que los retornos esporádicos a 1ª en 2001 –empatado a puntos con el Atlético– y 2009 no tuvieron la continuidad deseada.
Sálvese quien pueda
Metido en esta dinámica, el punto de inflexión definitivo vino marcado por la creación en 2006 de la entidad mercantil ‘Tenerife Inversiones y Proyectos Deportivos’, más conocida como la “Promotora del Tenerife”. Sumido en una deuda de más de 42 millones de euros, el gobierno canario pensó que la vía de reflotamiento pasaba por la especulación inmobiliaria. Dicho y hecho. Paulino Rivero reclutó a un grupo de empresarios, comandados por Amid Achi –un inmigrante sirio que vino a estudiar Medicina en los ’70 y acabó de presidente del grupo de almacenes ‘Número1’–, y les convenció de la oportunidad de donar el 50% de los beneficios a las arcas del club.
Sin entrar en pormenores de la operación de rescate financiero, bastará señalar que la simbiosis ha cristalizado el pasado mes de abril en una fusión de la que no sabe a ciencia cierta cuál de las dos sociedades ha absorbido a la otra. Lo que sí parece más evidente es que, durante todo este tiempo, la Promotora ha orientado su actuación hacia una parcela aledaña a la Ciudad Deportiva de 30.000 metros cuadrados. Según fuentes oficiales, la venta de una parte de esos terrenos habría ayudado a amortizar la deuda evitando, de este modo, la desaparición del club.
Fuese o no cierto este riesgo, algunos no han dudado en interpretar la austeridad de Miguel Concepción –el hombre que Achi puso al frente del club– como una garantía de buena praxis por parte de la Promotora. En teoría, frente a la tentación de volver a endeudarse, esa política es la que habría prevalecido tras el último ascenso a 1ª. Una creencia ampliamente extendida entre los aficionados, que justifican el consiguiente retorno a 2ª por la falta de inversión.
No obstante, y dejando a un lado las cuentas de la Promotora, las fichas de algunos jugadores franquicia como Marc Bertrán –quien, pese a las ofertas, no quiso abandonar la isla– permiten sospechar más bien lo contrario. Casualmente, el catalán finaliza contrato en junio y nadie es tan iluso como para creer que no abandonará el barco renovando a la baja.
A medida que ha ido avanzando la presente temporada, esta disyuntiva fue agrietando el vestuario. La división interna entre los que apalabraron su salida con antelación y los que decidieron seguir tirando del carro se llevó por delante cuatro entrenadores y un director deportivo. A estas horas, cuando el regreso a la 2ªB es un hecho consumado, el recién llegado director deportivo Juanjo Lorenzo trata de despejar las incógnitas sobre el futuro de todos los jugadores en nómina. Por lo demostrado el sábado ante sus paisanos, parece que no se quedará solo. Tweet
Corría el 20 de junio de 1986 cuando Javier Pérez accedió a la presidencia del C. D. Tenerife. Por aquel tiempo, el cuadro chicharrero vagaba en el destierro de la 2ªB arrastrando consigo una deuda superior a los 300 millones de las antiguas pesetas. En medio de tanta penuria, la llegada de Pérez significó un antes y un después. Con él al mando, el club empezaría a asomar la cabeza por encima del pozo. A la conclusión de la siguiente campaña, se produjo el ascenso a 2ª; y, sólo dos años más tarde, el salto a la máxima categoría.
A partir de ese momento, los blanquiazules inauguraron una etapa dorada que, con los altibajos propios de un equipo ‘ascensor’, se prolongaría por espacio de casi un cuarto de siglo. En el resumen de esos 25 años destacan, sin duda, las dos ligas que los de Santa Cruz le birlaron a última hora a un Madrid que languidecía en las manos de Ramón Mendoza. Sin solución de continuidad, y en apenas doce meses, el Heliodoro Rodríguez López fue escenario hasta en dos ocasiones de cómo los blancos se quedaban sin título, para regocijo culé, y los locales lograban la clasificación europea.
Ya no sabéis cómo jodernos
Asomaban por entonces los noventa. Del recuerdo de aquellas dos tardes aún perdura el contraste entre una Quinta del Buitre completamente de vuelta, tras alcanzar su cénit con J. B. Toshack y verse incapaz de alzar la Copa de Europa, y un Tenerife que pujaba por figurar entre los grandes de la liga a base de sobar la pelota. Quizá por ello todavía rechina el despeje suicida de Ricardo Rocha hacia la escuadra de su propia portería o el particular lloriqueo ‘mourinhista’ de Fernando Hierro ante Celino Gracia Redondo, con un lacónico “ya no sabéis cómo jodernos” digno del mejor ‘villarato’.
Los más susceptibles, sin embargo, redujeron la hazaña tinerfeñista al envío de unos cuantos maletines desde la Ciudad Condal. Otros, por su parte, prefirieron asimilar la identificación con el Barça de Cruyff como el fruto de haber copiado su estilo de juego. El caso es que, después de dejarse dos títulos en las islas, en Chamartín optaron por incorporar a los culpables de que el Tete tratara de hablar en el campo según el dictado del Dream Team.
Aparte de traer a un imberbe Fernando Redondo –que saldría escaldado de un bis a bis con el Maradona sevillista–, el tándem Valdano-Cappa había marcado con su sello a un equipo que pronto se hizo reconocible no sólo a lo largo de la península, sino por toda Europa. En sus primeras andaduras continentales, sucumbieron a su paso Auxerre, Olimpiakos o Juventus. Los cimientos estaban tan bien asentados que un atípico alemán como Jupp Heynckes llevaría al conjunto insular a bordear una final de UEFA. El idilio lo deshizo el Schalke 04, pero por el camino quedaron noches mágicas como la de la remontada en casa ante la Lazio (5-3).
Seis millones por seis goles
Visto en perspectiva, da la impresión de que el proyecto de Javier Pérez murió de éxito en aquella eliminatoria. A tenor de los resultados cosechados, al menos, no cabe duda de que el club tocó techo a mitad de década. Lo cual induce a creer que, detrás de una plantilla competitiva –cuerpo técnico incluido– y un patrón de juego claro, no había una estructura sólida.
Aplicada a las categorías inferiores, la hipótesis cobra fuerza. En este punto, la mirada respecto a su rival del archipiélago vecino no resiste la comparativa. Al lado de los canteranos ‘amarillos’, que han convertido a Arguineguín en lugar de peregrinaje de ojeadores y secretarios técnicos, los ‘chicharreros’ no han pasado de ser promesas inacabadas. A día de hoy, Iriome ocupa el último puesto de una lista en la que, al ritmo que va, está a punto de ingresar Ricardo León.
Así que, mientras el disfraz de los fichajes (véase Roy Makaay) sirvió para ir revistiendo año a año las debilidades del equipo, los días de carnaval pudieron prolongarse. Si bien, un movimiento en falso en este sentido podía acabar enterrando la sardina a la mínima que surgiese un revés deportivo. Tras diez años en la elite, éste llegó en 1999. Unos meses antes se habían incorporado renaldinhos tales como Domingos Paciencia y Ferdi Vierklau. El traspaso del portugués, que aspira hoy a arrebatar la Europa League a Villas Boas, exigió seis millones a cambio de seis goles en 50 partidos.
La vuelta a 2ª fue el presagio de un cambio de tendencia. De coquetear con los puestos europeos a familiarizarse con el vaivén del ascenso y la permanencia. Por momentos, la elección de entrenador –caso de Rafa Benítez e, incluso, José Luis Oltra– pareció servir para desandar lo andado. Nada más lejos de la realidad, ya que los retornos esporádicos a 1ª en 2001 –empatado a puntos con el Atlético– y 2009 no tuvieron la continuidad deseada.
Sálvese quien pueda
Metido en esta dinámica, el punto de inflexión definitivo vino marcado por la creación en 2006 de la entidad mercantil ‘Tenerife Inversiones y Proyectos Deportivos’, más conocida como la “Promotora del Tenerife”. Sumido en una deuda de más de 42 millones de euros, el gobierno canario pensó que la vía de reflotamiento pasaba por la especulación inmobiliaria. Dicho y hecho. Paulino Rivero reclutó a un grupo de empresarios, comandados por Amid Achi –un inmigrante sirio que vino a estudiar Medicina en los ’70 y acabó de presidente del grupo de almacenes ‘Número1’–, y les convenció de la oportunidad de donar el 50% de los beneficios a las arcas del club.
Sin entrar en pormenores de la operación de rescate financiero, bastará señalar que la simbiosis ha cristalizado el pasado mes de abril en una fusión de la que no sabe a ciencia cierta cuál de las dos sociedades ha absorbido a la otra. Lo que sí parece más evidente es que, durante todo este tiempo, la Promotora ha orientado su actuación hacia una parcela aledaña a la Ciudad Deportiva de 30.000 metros cuadrados. Según fuentes oficiales, la venta de una parte de esos terrenos habría ayudado a amortizar la deuda evitando, de este modo, la desaparición del club.
Fuese o no cierto este riesgo, algunos no han dudado en interpretar la austeridad de Miguel Concepción –el hombre que Achi puso al frente del club– como una garantía de buena praxis por parte de la Promotora. En teoría, frente a la tentación de volver a endeudarse, esa política es la que habría prevalecido tras el último ascenso a 1ª. Una creencia ampliamente extendida entre los aficionados, que justifican el consiguiente retorno a 2ª por la falta de inversión.
No obstante, y dejando a un lado las cuentas de la Promotora, las fichas de algunos jugadores franquicia como Marc Bertrán –quien, pese a las ofertas, no quiso abandonar la isla– permiten sospechar más bien lo contrario. Casualmente, el catalán finaliza contrato en junio y nadie es tan iluso como para creer que no abandonará el barco renovando a la baja.
A medida que ha ido avanzando la presente temporada, esta disyuntiva fue agrietando el vestuario. La división interna entre los que apalabraron su salida con antelación y los que decidieron seguir tirando del carro se llevó por delante cuatro entrenadores y un director deportivo. A estas horas, cuando el regreso a la 2ªB es un hecho consumado, el recién llegado director deportivo Juanjo Lorenzo trata de despejar las incógnitas sobre el futuro de todos los jugadores en nómina. Por lo demostrado el sábado ante sus paisanos, parece que no se quedará solo. Tweet
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martes, 17 de mayo de 2011
Iván De la Peña: balance de un hype (II)
Por Halftown
Iván debutó por fin con los mayores en la primera jornada de la 95-96. El Barça las estaba pasando putas en Zorrilla, y Cruyff decidió darle minutos. Bajo la atenta mirada de su padre Agustín, De la Peña participó en el primer gol y marcó el segundo. Cruyff calmó los ánimos del personal señalando que para que brillase De la Peña, tenía que haber jugadores como Popescu que hiciesen el trabajo sucio.
Al final, Iván fue junto a Figo lo único rescatable de una pésima temporada en la que el Barça acabó tercero, por detrás de Atlético y Valencia. Cruyff saltó por los aires un 19 de mayo, con la temporada a punto de acabar. Su sustituto fue el inglés Bobby Robson, un tipo con más mano izquierda pero menos personalidad que Cruyff, que acabó claudicando a la voluntad general –incluida la del nuevo crack azulgrana, Ronaldo- y tuvo que poner a De la Peña sobre el césped.
El media punta cántabro venía de fracasar junto a su amigo Raúl en los Juegos de Atlanta, donde Clemente le dejó sistemáticamente en el banquillo mientras le ponía verde en la prensa porque no defendía. Meses después, el de Barakaldo haría debutar a Raúl con la selección absoluta. De la Peña no debutaría hasta muchos años más tarde, mucho después de la marcha de Clemente.
El Barça de Robson se sostuvo en pie a base de genialidades de Ronaldo, muchas veces servido por De la Peña. Sería la segunda y última gran temporada del Pequeño Buda en el Camp Nou: cuando Van Gaal aterrizó y Ronaldo se quitó de en medio, Iván perdió su razón de ser. Capello le alababa, Valdano le deseaba, e incluso Samaranch se lo recomendó a Agnelli para la Juve. Pero De la Peña era un borrón en la libreta del holandés, y su condición de símbolo para prensa y afición fue utilizada por Van Gaal para hacer una exhibición de autoridad al sentarle en el banquillo. Los títulos dieron la razón al holandés, y De la Peña fue vendido a precio de oro a la Lazio de Sergio Cragnotti.
A los 26 en el paro, a los 28 internacional
La aventura romana se le dio mal a De la Peña: las lesiones le sacaron del once, y después Sven Goran Ericksson le consideró incompatible con el intocable Mancini, de quien se decía que hacía las alineaciones al sueco. El equipo carburaba y ya saben aquello de que squadra che funziona non si tocca. El caso es que un año después, Iván estaba cedido otra vez al borde del Mediterráneo, esta vez en Marsella. Un equipo grande en una liga de segunda fila. El escenario idílico para reencontrarse con su futbol. Pero no: De la Peña volvió a caer en un equipo resacoso, en este caso después del escándalo de compra de partidos que dio con el club en segunda, y por si fuera poco se rompió el peroné al poco de empezar la temporada. Así fue como Lo Pelat sumó su segundo fracaso consecutivo fuera de casa.
Por ello fue por lo que pidió volver a casa, allí donde seguía siendo una promesa, donde cien mil gargantas coreaban cada uno de sus pases. Incluso renunció a la mitad de su ficha, unos 300 millones de pesetas. Lamentablemente para él, Iván se encontró con el primer proyecto de Joan Gaspart, y el Barça acabó haciendo una temporada ridícula en la que Lo Pelat rascó poca bola. La afición, en cambio, seguía con él, dejando claro que su rollo con De la Peña iba mucho más allá de lo racional. A su favor corrieron los petardazos de proporciones épicas que pegaron el resto de fichajes de la temporada: Gerard, Overmars, Alfonso, Petit… nombres que todavía hoy, diez años después, provocan escalofríos al aficionado blaugrana. Iván se puso la camiseta azulgrana por última vez el mismo día que Guardiola decía adiós al Camp Nou. Los dos volverían, cada uno bajo su propia circunstancia.
Después de otra temporada en blanco en la Lazio, el que un día fue aclamado como nuevo mesías del futbol mundial llevaba cuatro temporadas sin dar señales de vida. Cragnotti le dijo arrivederci, y el jugador se encontró en el paro con 26 años y padre de un niño llamado Iván. Libre para negociar su próximo contrato, la insistencia de Valdano y la lógica mercantilista que rige las acciones de Florentino Pérez –y el in your face que supondría para el barcelonismo- hicieron que el Madrid se plantease su fichaje.
Brillante perico
Al final su destino fue el Espanyol, donde por fin se sintió indispensable y nadie le exigía otra cosa que facilitar los goles a otro Raúl, Tamudo. Su fútbol no había evolucionado, como si no hubiese sacado aprendizaje alguno de sus múltiples fracasos. Sin embargo, en el Espanyol su juego por fin marcaba las diferencias; ya defendería alguien por él. Incluso Javi Clemente organizó el equipo en torno a él. Como premio a su buen papel, Luis Aragonés le hizo ponerse la camiseta de España en 2005, casi una década después del debut de su amigo Raúl.
Cuando por fin brillaba la estrella de Lo Pelat, las lesiones la han extinguido. Ni siquiera el tratamiento a base de placenta de yegua que se hizo en Belgrado le sirvió de nada. Este año no ha podido jugar más que media hora contra el Villarreal. Para el recuerdo deja una Copa del Rey y un par de partidos brillantes en el Camp Nou vestido de perico.
En el momento del adiós, ¿qué queda de Iván De la Peña? Fue el bajito original, el jugador que sirvió de inspiración a los Xavi, Iniesta y compañía que vendrían después. Por mucho que en Barcelona su calidad sea motivo de consenso entre culés y pericos, con Lo Pelat queda el regusto de lo que pudo ser y no fue. De un chaval que siendo adolescente tenía el mejor último pase del mundo (nada menos y nada más), y se pasó su carrera viviendo de él. Jamás entendió eso que sus herederos comprenderían muy bien: que a veces el camino más rápido al gol no es una línea recta.
Al final Cruyff tenía razón: De la Peña era joven, pero no estaba lo bastante preparado. Tweet
Iván debutó por fin con los mayores en la primera jornada de la 95-96. El Barça las estaba pasando putas en Zorrilla, y Cruyff decidió darle minutos. Bajo la atenta mirada de su padre Agustín, De la Peña participó en el primer gol y marcó el segundo. Cruyff calmó los ánimos del personal señalando que para que brillase De la Peña, tenía que haber jugadores como Popescu que hiciesen el trabajo sucio.
Al final, Iván fue junto a Figo lo único rescatable de una pésima temporada en la que el Barça acabó tercero, por detrás de Atlético y Valencia. Cruyff saltó por los aires un 19 de mayo, con la temporada a punto de acabar. Su sustituto fue el inglés Bobby Robson, un tipo con más mano izquierda pero menos personalidad que Cruyff, que acabó claudicando a la voluntad general –incluida la del nuevo crack azulgrana, Ronaldo- y tuvo que poner a De la Peña sobre el césped.
El media punta cántabro venía de fracasar junto a su amigo Raúl en los Juegos de Atlanta, donde Clemente le dejó sistemáticamente en el banquillo mientras le ponía verde en la prensa porque no defendía. Meses después, el de Barakaldo haría debutar a Raúl con la selección absoluta. De la Peña no debutaría hasta muchos años más tarde, mucho después de la marcha de Clemente.
El Barça de Robson se sostuvo en pie a base de genialidades de Ronaldo, muchas veces servido por De la Peña. Sería la segunda y última gran temporada del Pequeño Buda en el Camp Nou: cuando Van Gaal aterrizó y Ronaldo se quitó de en medio, Iván perdió su razón de ser. Capello le alababa, Valdano le deseaba, e incluso Samaranch se lo recomendó a Agnelli para la Juve. Pero De la Peña era un borrón en la libreta del holandés, y su condición de símbolo para prensa y afición fue utilizada por Van Gaal para hacer una exhibición de autoridad al sentarle en el banquillo. Los títulos dieron la razón al holandés, y De la Peña fue vendido a precio de oro a la Lazio de Sergio Cragnotti.
A los 26 en el paro, a los 28 internacional
La aventura romana se le dio mal a De la Peña: las lesiones le sacaron del once, y después Sven Goran Ericksson le consideró incompatible con el intocable Mancini, de quien se decía que hacía las alineaciones al sueco. El equipo carburaba y ya saben aquello de que squadra che funziona non si tocca. El caso es que un año después, Iván estaba cedido otra vez al borde del Mediterráneo, esta vez en Marsella. Un equipo grande en una liga de segunda fila. El escenario idílico para reencontrarse con su futbol. Pero no: De la Peña volvió a caer en un equipo resacoso, en este caso después del escándalo de compra de partidos que dio con el club en segunda, y por si fuera poco se rompió el peroné al poco de empezar la temporada. Así fue como Lo Pelat sumó su segundo fracaso consecutivo fuera de casa.
Por ello fue por lo que pidió volver a casa, allí donde seguía siendo una promesa, donde cien mil gargantas coreaban cada uno de sus pases. Incluso renunció a la mitad de su ficha, unos 300 millones de pesetas. Lamentablemente para él, Iván se encontró con el primer proyecto de Joan Gaspart, y el Barça acabó haciendo una temporada ridícula en la que Lo Pelat rascó poca bola. La afición, en cambio, seguía con él, dejando claro que su rollo con De la Peña iba mucho más allá de lo racional. A su favor corrieron los petardazos de proporciones épicas que pegaron el resto de fichajes de la temporada: Gerard, Overmars, Alfonso, Petit… nombres que todavía hoy, diez años después, provocan escalofríos al aficionado blaugrana. Iván se puso la camiseta azulgrana por última vez el mismo día que Guardiola decía adiós al Camp Nou. Los dos volverían, cada uno bajo su propia circunstancia.
Después de otra temporada en blanco en la Lazio, el que un día fue aclamado como nuevo mesías del futbol mundial llevaba cuatro temporadas sin dar señales de vida. Cragnotti le dijo arrivederci, y el jugador se encontró en el paro con 26 años y padre de un niño llamado Iván. Libre para negociar su próximo contrato, la insistencia de Valdano y la lógica mercantilista que rige las acciones de Florentino Pérez –y el in your face que supondría para el barcelonismo- hicieron que el Madrid se plantease su fichaje.
Brillante perico
Al final su destino fue el Espanyol, donde por fin se sintió indispensable y nadie le exigía otra cosa que facilitar los goles a otro Raúl, Tamudo. Su fútbol no había evolucionado, como si no hubiese sacado aprendizaje alguno de sus múltiples fracasos. Sin embargo, en el Espanyol su juego por fin marcaba las diferencias; ya defendería alguien por él. Incluso Javi Clemente organizó el equipo en torno a él. Como premio a su buen papel, Luis Aragonés le hizo ponerse la camiseta de España en 2005, casi una década después del debut de su amigo Raúl.
Cuando por fin brillaba la estrella de Lo Pelat, las lesiones la han extinguido. Ni siquiera el tratamiento a base de placenta de yegua que se hizo en Belgrado le sirvió de nada. Este año no ha podido jugar más que media hora contra el Villarreal. Para el recuerdo deja una Copa del Rey y un par de partidos brillantes en el Camp Nou vestido de perico.
En el momento del adiós, ¿qué queda de Iván De la Peña? Fue el bajito original, el jugador que sirvió de inspiración a los Xavi, Iniesta y compañía que vendrían después. Por mucho que en Barcelona su calidad sea motivo de consenso entre culés y pericos, con Lo Pelat queda el regusto de lo que pudo ser y no fue. De un chaval que siendo adolescente tenía el mejor último pase del mundo (nada menos y nada más), y se pasó su carrera viviendo de él. Jamás entendió eso que sus herederos comprenderían muy bien: que a veces el camino más rápido al gol no es una línea recta.
Al final Cruyff tenía razón: De la Peña era joven, pero no estaba lo bastante preparado. Tweet
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lunes, 16 de mayo de 2011
Iván De la Peña: balance de un hype (I)
Por Halftown
“Están todos locos”, bramó Johan Cruyff. El entrenador holandés se acababa de enterar de que José Luis Núñez, había renovado el contrato de Iván De la Peña por ocho temporadas sin que ni siquiera hubiese debutado en primera división.
El fichaje de De la Peña por el Barça se hizo como se hacían las cosas en 1990: un sobre lacrado, un informe hecho a máquina, un ojeador que ve un partido, una visita a los padres del chaval, probablemente en Los Peñucas, el restaurante de la familia en el barrio pesquero de Santander. Oriol Tort, el enviado de Núñez, no lo tuvo fácil: a mitad de operación se metió el Madrid, que mandó a Paco Gento –cántabro como el chaval- para convencer a la familia De la Peña. Al final, la comparación entre la Masía y la pensión que ofrecía entonces el Madrid acabó por convencer a la madre, Maite, de que el sitio de su hijo estaba junto al Mediterráneo, y así aterrizó en Barcelona Iván De la Peña en agosto de 1991.
En aquella Barcelona recién despertada del Dream Team, la masa culé decidió que sería el Pequeño Buda quien llenase el hueco que había dejado Stoitchkov como líder espiritual del barcelonismo. El primer problema del chaval fue el mismo hombre que le dio la oportunidad de debutar: Johan Cruyff. El holandés tenía dos problemas con la irresistible ascensión de De la Peña: uno, eclipsaba a su hijo Jordi (“la técnica de De la Peña es mediocre porque no sabe tocarla con las dos piernas. Jordi sí.” dijo en Catalunya Radio) y sobre todo porque amenazaba con robarle el protagonismo al propio Johan.
Cien mil personas y un Pequeño Buda
Su cabeza rapada –que causaba furor entre la chavalería barcelonesa- le distinguía de los demás y José Mari Bakero, peso pesado de aquel vestuario, le colgó el apodo de Pequeño Buda. El futbolista siempre defendió que era una cuestión de comodidad, aunque es obvio que su look le hacía sobresalir del resto; otros jugadores como Fadiga o Nakata, por ejemplo, se tiñeron el pelo en los mundiales de 1998 y 2002 para que los ojeadores se fijasen en ellos. Tampoco pareció casual que Iván se echase como novia a Lorena, hija del antiguo jugador del Barça Asensi.
En cualquier caso, la estrategia funcionó: la presión mediática y la falta de resultados del equipo seguían azuzando el hype del media punta cántabro. Pronto llegaría también la publicidad -ese spot sobre los JASP en el que De la Peña conducía un Renault Clío- y la obsesión de Valdano con llevarse al chaval a Chamartín. En el otoño de 1995 la canción de moda en el Camp Nou era el “I-ván-De-la-Pe-ña” a ritmo de “Antón Pirulero”. Que cien mil personas coreen tu nombre cuando eres un mocoso es de esas cosas que le agrandan el ego a uno… hasta el punto creer que no queda nada por aprender.
Como su vida, el juego de De la Peña era vertiginoso: vivía obsesionado con convertir cada balón que tocaba en un pase de gol. Ni corría rápido, ni robaba balones, ni la pegaba fuerte, ni iba de cabeza. No entendía el tiqui, sino el taca. Pero generaba ilusión, y eso bastaba. Tweet
“Están todos locos”, bramó Johan Cruyff. El entrenador holandés se acababa de enterar de que José Luis Núñez, había renovado el contrato de Iván De la Peña por ocho temporadas sin que ni siquiera hubiese debutado en primera división.
El fichaje de De la Peña por el Barça se hizo como se hacían las cosas en 1990: un sobre lacrado, un informe hecho a máquina, un ojeador que ve un partido, una visita a los padres del chaval, probablemente en Los Peñucas, el restaurante de la familia en el barrio pesquero de Santander. Oriol Tort, el enviado de Núñez, no lo tuvo fácil: a mitad de operación se metió el Madrid, que mandó a Paco Gento –cántabro como el chaval- para convencer a la familia De la Peña. Al final, la comparación entre la Masía y la pensión que ofrecía entonces el Madrid acabó por convencer a la madre, Maite, de que el sitio de su hijo estaba junto al Mediterráneo, y así aterrizó en Barcelona Iván De la Peña en agosto de 1991.
En aquella Barcelona recién despertada del Dream Team, la masa culé decidió que sería el Pequeño Buda quien llenase el hueco que había dejado Stoitchkov como líder espiritual del barcelonismo. El primer problema del chaval fue el mismo hombre que le dio la oportunidad de debutar: Johan Cruyff. El holandés tenía dos problemas con la irresistible ascensión de De la Peña: uno, eclipsaba a su hijo Jordi (“la técnica de De la Peña es mediocre porque no sabe tocarla con las dos piernas. Jordi sí.” dijo en Catalunya Radio) y sobre todo porque amenazaba con robarle el protagonismo al propio Johan.
Cien mil personas y un Pequeño Buda
Su cabeza rapada –que causaba furor entre la chavalería barcelonesa- le distinguía de los demás y José Mari Bakero, peso pesado de aquel vestuario, le colgó el apodo de Pequeño Buda. El futbolista siempre defendió que era una cuestión de comodidad, aunque es obvio que su look le hacía sobresalir del resto; otros jugadores como Fadiga o Nakata, por ejemplo, se tiñeron el pelo en los mundiales de 1998 y 2002 para que los ojeadores se fijasen en ellos. Tampoco pareció casual que Iván se echase como novia a Lorena, hija del antiguo jugador del Barça Asensi.
En cualquier caso, la estrategia funcionó: la presión mediática y la falta de resultados del equipo seguían azuzando el hype del media punta cántabro. Pronto llegaría también la publicidad -ese spot sobre los JASP en el que De la Peña conducía un Renault Clío- y la obsesión de Valdano con llevarse al chaval a Chamartín. En el otoño de 1995 la canción de moda en el Camp Nou era el “I-ván-De-la-Pe-ña” a ritmo de “Antón Pirulero”. Que cien mil personas coreen tu nombre cuando eres un mocoso es de esas cosas que le agrandan el ego a uno… hasta el punto creer que no queda nada por aprender.
Como su vida, el juego de De la Peña era vertiginoso: vivía obsesionado con convertir cada balón que tocaba en un pase de gol. Ni corría rápido, ni robaba balones, ni la pegaba fuerte, ni iba de cabeza. No entendía el tiqui, sino el taca. Pero generaba ilusión, y eso bastaba. Tweet
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lunes, 9 de mayo de 2011
This is not Scotland
Por Halftown
Desde el momento en que alguien encontró el paralelismo, la cosa cogió carrerilla: el duelo por el título entre Barça y Madrid había convertido la liga española en una copia del mano a mano que protagonizan Rangers y Celtic en Escocia. Así que como el campeonato español era cosa de dos –a pesar de que el Madrid perdió hace mucho cualquier opción realista de llevarse el título- el símil escocés siguió utilizándose libremente entre prensa, aficionados y otras yerbas.
Efectivamente hay dos equipos que sobresalen del resto, pero aparte de eso ¿de verdad la liga escocesa es como la española? No. La realidad es que esta temporada en Escocia es un mano a mano entre los dos equipos de Glasgow, sí, pero a diferencia de lo que pasa en España, éste es un duelo a cara de perro hasta el final.
La liga escocesa, para empezar, funciona de manera distinta a la española. Al no haber suficiente potencial como para organizar un campeonato con veinte clubes competitivos, la Premier League escocesa cuenta con sólo doce escuadras. La temporada está dividida en dos fases. En la primera fase, cada club juega tres veces contra cada equipo. Después de haber jugado un total de 33 partidos, la liga se parte en dos cuadros, uno con los seis mejores y otro con los seis peores. Cada equipo juega entonces otros cinco partidos, uno contra cada equipo de su cuadro. Es decir, un cirio.
Este año, otra vez, los dos equipos de Glasgow se reparten el pastel. Otra vez. Desde que la Scottish Premier League fue creada como tal, en el 98, los dos se han repartido las dos primeras plazas de la clasificación, excepto cuando el Hearts se coló tras el Celtic en la 2005-2006. En esas doce temporadas, cada uno de los dos clubes se ha llevado seis ligas a casa.
¿Hay esperanza para los católicos?
Así las cosas, este año Celtic y Rangers dilucidaban algo más que otro título de liga. Era el desempate. En cada uno de los cuatro derbis de Glasgow, el Old Firm, se pone en juego el título. Al menos en teoría. Porque hasta el miércoles pasado, con dos partidos ganados y un empate en los duelos directos, los católicos lo tenían blanco y en botella para llevarse otro campeonato a casa.
El calendario era fácil para los dos –es decir, no se volvían a ver las caras antes del final del campeonato- así que la única esperanza de los Rangers pasaba por esperar un milagro. Se habían puesto líderes tras machacar al Motherwell, pero el Celtic estaba un punto por detrás con un partido menos.
El milagro sucedió en Inverness, una espantosa ciudad al norte de Escocia, no demasiado lejos de celebérrimo lago Ness.
Allí, ante un equipo que no se jugaba gran cosa –salvo probablemente un maletín cortesía de los Rangers en caso de campanada- el Celtic se desfondó. La derrota, merecida, les dejaba fuera de la carrera por el título.
El pasado fin de semana, el guión se cumplió sin sobresaltos: el Rangers pasó por encima del Hearts y el Celtic ganó fácil en Kilmarnock. Este martes los protestantes vuelven a jugar en casa, mientras los católicos viajan a Edimburgo a visitar precisamente al Hearts. Por sorprendente que parezca, hay esperanza para los católicos: este martes el Rangers recibe al cuarto clasificado, el Dundee United, que ya se llevó los tres puntos de Ibrox Park el pasado 2 de abril.
Así las cosas, la tensión en Escocia, convenientemente alentada por el trasfondo religioso, va mucho más allá de las bravuconerías que intercambian Madrid y Barça: en enero se creó un grupo en Facebook para pedir el fusilamiento de Neil Lennon, entrenador de los católicos. A 500 personas les gustó la idea hasta que la página fue cerrada. En abril, un artefacto explosivo fue enviado por correo al propio Lennon.
En esto, afortunadamente, España tampoco se parece a Escocia. Tweet
Desde el momento en que alguien encontró el paralelismo, la cosa cogió carrerilla: el duelo por el título entre Barça y Madrid había convertido la liga española en una copia del mano a mano que protagonizan Rangers y Celtic en Escocia. Así que como el campeonato español era cosa de dos –a pesar de que el Madrid perdió hace mucho cualquier opción realista de llevarse el título- el símil escocés siguió utilizándose libremente entre prensa, aficionados y otras yerbas.
Efectivamente hay dos equipos que sobresalen del resto, pero aparte de eso ¿de verdad la liga escocesa es como la española? No. La realidad es que esta temporada en Escocia es un mano a mano entre los dos equipos de Glasgow, sí, pero a diferencia de lo que pasa en España, éste es un duelo a cara de perro hasta el final.
La liga escocesa, para empezar, funciona de manera distinta a la española. Al no haber suficiente potencial como para organizar un campeonato con veinte clubes competitivos, la Premier League escocesa cuenta con sólo doce escuadras. La temporada está dividida en dos fases. En la primera fase, cada club juega tres veces contra cada equipo. Después de haber jugado un total de 33 partidos, la liga se parte en dos cuadros, uno con los seis mejores y otro con los seis peores. Cada equipo juega entonces otros cinco partidos, uno contra cada equipo de su cuadro. Es decir, un cirio.
Este año, otra vez, los dos equipos de Glasgow se reparten el pastel. Otra vez. Desde que la Scottish Premier League fue creada como tal, en el 98, los dos se han repartido las dos primeras plazas de la clasificación, excepto cuando el Hearts se coló tras el Celtic en la 2005-2006. En esas doce temporadas, cada uno de los dos clubes se ha llevado seis ligas a casa.
¿Hay esperanza para los católicos?
Así las cosas, este año Celtic y Rangers dilucidaban algo más que otro título de liga. Era el desempate. En cada uno de los cuatro derbis de Glasgow, el Old Firm, se pone en juego el título. Al menos en teoría. Porque hasta el miércoles pasado, con dos partidos ganados y un empate en los duelos directos, los católicos lo tenían blanco y en botella para llevarse otro campeonato a casa.
El calendario era fácil para los dos –es decir, no se volvían a ver las caras antes del final del campeonato- así que la única esperanza de los Rangers pasaba por esperar un milagro. Se habían puesto líderes tras machacar al Motherwell, pero el Celtic estaba un punto por detrás con un partido menos.
El milagro sucedió en Inverness, una espantosa ciudad al norte de Escocia, no demasiado lejos de celebérrimo lago Ness.
Allí, ante un equipo que no se jugaba gran cosa –salvo probablemente un maletín cortesía de los Rangers en caso de campanada- el Celtic se desfondó. La derrota, merecida, les dejaba fuera de la carrera por el título.
El pasado fin de semana, el guión se cumplió sin sobresaltos: el Rangers pasó por encima del Hearts y el Celtic ganó fácil en Kilmarnock. Este martes los protestantes vuelven a jugar en casa, mientras los católicos viajan a Edimburgo a visitar precisamente al Hearts. Por sorprendente que parezca, hay esperanza para los católicos: este martes el Rangers recibe al cuarto clasificado, el Dundee United, que ya se llevó los tres puntos de Ibrox Park el pasado 2 de abril.
Así las cosas, la tensión en Escocia, convenientemente alentada por el trasfondo religioso, va mucho más allá de las bravuconerías que intercambian Madrid y Barça: en enero se creó un grupo en Facebook para pedir el fusilamiento de Neil Lennon, entrenador de los católicos. A 500 personas les gustó la idea hasta que la página fue cerrada. En abril, un artefacto explosivo fue enviado por correo al propio Lennon.
En esto, afortunadamente, España tampoco se parece a Escocia. Tweet
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miércoles, 4 de mayo de 2011
Falcao, el artillero de Dios
Por Halftown
Si en la primera parte de la temporada el hype futbolero se llamó Gareth Bale, de navidades a esta parte el jugador del que todos hablan se llama Radamel Falcao García. Para los aficionados argentinos, El Tigre. O, como a él le gusta, Falcao a secas.
Mientras que la temporada pasada ya avisó con un golazo de tacón al Atleti, este 2011 se ha confirmado después de hacerle al Villarreal cuatro goles en medio partido.
A pesar de su nombre, Falcao nació en Santa Marta, el mismo puerto al norte de Colombia que alumbró al Pibe Valderrama, probablemente el jugador colombiano más famoso de todos los tiempos, en España por obra y gracia de la mano de Míchel. Hijo de un antiguo defensa colombiano, a los once años su padre le consiguió una prueba con el club que monopolizaba el talento joven antes de que existiera YouTube: el Ajax de Amsterdam. Al final –al revés que en la carrera de otro colombiano salido del Ajax, Johnnier Montaño - el sentido común se impuso y el chaval acabó dándole al balón en el Millonarios de Bogotá, el mismo club que vio a Di Stéfano antes de convertirse en Don Alfredo.
Después, el padre se lo llevó a otros millonarios, los de River Plate, donde recién salido de la adolescencia, en 2005, le dejaron al mando de la artillería junto a otro pibe, Gonzalo Higuaín. El Tigre y el Pipita empezaron a enchufar un gol tras otro, hasta que Falcao se destrozó los ligamentos de su rodilla derecha al machacar el balón en la red de San Lorenzo.
Se pasó los siguientes diez meses recuperándose de la lesión, y mientras tanto se dedicó a estudiar periodismo, a unirse a los Campeones de Cristo y a escuchar al grupo de rock cristiano los Locos por Jesús. Aunque suene chungo, los secretarios técnicos de toda Europa prefieren fichar a un tipo cuya vida fuera del campo se parece más a la de Kaká que a la de Faustino Asprilla.
De pareja de Bodipo a sustituto de Bendtner
Cuando volvió de su lesión, Radamel siguió a lo suyo: meter goles. Pasó todo 2007 haciendo bueno a su entrenador, el Cholo Simeone. Tanto llamó la atención, que el adorador de la Virgen del Puño Augusto César Lendoiro ofreció 12 millones a River para traérselo a la playa de Riazor. Al final, River prefirió hacer caja enviando a Marco Rubén a Villarreal. O quizás fue decisión del chaval, que no se veía haciendo pareja con Bodipo, y ansiaba seguir al Pipita Higuaín camino de Chamartín.
Al final el más rápido fue Pinto Da Costa, sin duda con el lyonés Jean-Michel Aulas el presidente europeo que mejor entiende el lado mercantil del futbol. La operación se cerró en 7 millones de euros, los mismos que había pagado unos años antes por Lisandro López, al que colocó en el Olympique Lyonnais a cambio de 24 millones de euros. A todo esto, River rechazó los 12 millones de Lendoiro para acabar vendiéndole por 7. Luego todavía se preguntan por qué Argentina está como está.
Después de la sensacional temporada del Oporto y en especial tras su póker de goles al Villarreal, Falcao aparece en las quinielas de todos los equipos que necesitan un pistolero. Aparece en color rojo en la lista de Arsène Wenger, aburrido de formar fraudes como Carlos Vela o Nicklas Bendtner. Ya lo quiso hace tres años, y quizás ahora, después de que Cesc Fábregas se preguntase en voz alta el otro día si el Arsenal quiere ser un club formador o ganador, se plantee fichar a una garantía de gol como Radamel Falcao. Tweet
Si en la primera parte de la temporada el hype futbolero se llamó Gareth Bale, de navidades a esta parte el jugador del que todos hablan se llama Radamel Falcao García. Para los aficionados argentinos, El Tigre. O, como a él le gusta, Falcao a secas.
Mientras que la temporada pasada ya avisó con un golazo de tacón al Atleti, este 2011 se ha confirmado después de hacerle al Villarreal cuatro goles en medio partido.
A pesar de su nombre, Falcao nació en Santa Marta, el mismo puerto al norte de Colombia que alumbró al Pibe Valderrama, probablemente el jugador colombiano más famoso de todos los tiempos, en España por obra y gracia de la mano de Míchel. Hijo de un antiguo defensa colombiano, a los once años su padre le consiguió una prueba con el club que monopolizaba el talento joven antes de que existiera YouTube: el Ajax de Amsterdam. Al final –al revés que en la carrera de otro colombiano salido del Ajax, Johnnier Montaño - el sentido común se impuso y el chaval acabó dándole al balón en el Millonarios de Bogotá, el mismo club que vio a Di Stéfano antes de convertirse en Don Alfredo.
Después, el padre se lo llevó a otros millonarios, los de River Plate, donde recién salido de la adolescencia, en 2005, le dejaron al mando de la artillería junto a otro pibe, Gonzalo Higuaín. El Tigre y el Pipita empezaron a enchufar un gol tras otro, hasta que Falcao se destrozó los ligamentos de su rodilla derecha al machacar el balón en la red de San Lorenzo.
Se pasó los siguientes diez meses recuperándose de la lesión, y mientras tanto se dedicó a estudiar periodismo, a unirse a los Campeones de Cristo y a escuchar al grupo de rock cristiano los Locos por Jesús. Aunque suene chungo, los secretarios técnicos de toda Europa prefieren fichar a un tipo cuya vida fuera del campo se parece más a la de Kaká que a la de Faustino Asprilla.
De pareja de Bodipo a sustituto de Bendtner
Cuando volvió de su lesión, Radamel siguió a lo suyo: meter goles. Pasó todo 2007 haciendo bueno a su entrenador, el Cholo Simeone. Tanto llamó la atención, que el adorador de la Virgen del Puño Augusto César Lendoiro ofreció 12 millones a River para traérselo a la playa de Riazor. Al final, River prefirió hacer caja enviando a Marco Rubén a Villarreal. O quizás fue decisión del chaval, que no se veía haciendo pareja con Bodipo, y ansiaba seguir al Pipita Higuaín camino de Chamartín.
Al final el más rápido fue Pinto Da Costa, sin duda con el lyonés Jean-Michel Aulas el presidente europeo que mejor entiende el lado mercantil del futbol. La operación se cerró en 7 millones de euros, los mismos que había pagado unos años antes por Lisandro López, al que colocó en el Olympique Lyonnais a cambio de 24 millones de euros. A todo esto, River rechazó los 12 millones de Lendoiro para acabar vendiéndole por 7. Luego todavía se preguntan por qué Argentina está como está.
Después de la sensacional temporada del Oporto y en especial tras su póker de goles al Villarreal, Falcao aparece en las quinielas de todos los equipos que necesitan un pistolero. Aparece en color rojo en la lista de Arsène Wenger, aburrido de formar fraudes como Carlos Vela o Nicklas Bendtner. Ya lo quiso hace tres años, y quizás ahora, después de que Cesc Fábregas se preguntase en voz alta el otro día si el Arsenal quiere ser un club formador o ganador, se plantee fichar a una garantía de gol como Radamel Falcao. Tweet
lunes, 2 de mayo de 2011
¿Laurent los prefiere blancos?
Por Halftown
Desde aquel fatídico día de 2006 en el que Zinedine Zidane hundió la suya en el pecho de Materazzi, el fútbol francés no ha levantado cabeza.
Muchos (¿todos?) pensamos que la culpa era de Raymond Domenech, ese entrenador incapaz, torpe sobre el campo e insufrible fuera de él. Se cuenta que su único éxito deportivo, la final de 2006, se debió a la autogestión impuesta por los jugadores y liderada por el propio Zizou a partir de los octavos de final.
Algo empezó a cambiar en Knysna, Sudáfrica, el día que los jugadores franceses se negaron a bajar del autobús para entrenar. Cuando Domenech compareció ante los medios, lo hizo como si no fuera con él la cosa. Ahí quedó claro que el revolucionario aux armes citoyens había vuelto a prender en el vestuario francés, donde –como FNF contó en su momento- los negros, los blancos y Ribéry iban por caminos separados.
Con el nombramiento de Laurent Blanc como seleccionador las cosas cambiaron. Primero el equipo empezó a producir resultados (que no juego). Luego se abandonaron las tres rayas de Adidas para abrazar el swoosh norteamericano. Incluso Ribéry hizo las paces con Gourcuff.
Lo que parecía la regeneración del fútbol francés parece a punto de saltar por los aires desde que el pasado sábado el diario online Mediapart soltó la bomba: desde la dirección técnica de la Federación Francesa se ha decidido crear cuotas en la formación y selección de jugadores. El sitio francés publica los verbatims de una reunión en noviembre pasado entre Laurent Blanc, el director técnico François Blaquart y el seleccionador sub 21 Erick Mombaerts. Lo que se desprende de la conversación es la inquietud de los tres hombres sobre dos temas concretos. El primero es la preferencia que los clubes franceses dan a los jugadores grandes y poderosos físicamente sobre los pesos pluma. El problema es que, en Francia, los tipos más grandes tienen todos la piel negra.
El segundo tema a debate es la necesidad de limitar el número de jugadores en categorías inferiores de la selección francesa que, llegado el momento, pueden optar por defender los colores de una antigua colonia francesa. El tabú aquí es que este tipo de jugadores son nacidos en las antiguas colonias francesas, o descendientes de inmigrantes en Francia.
La conclusión a la que parecen llegar los tres hombres es que el futuro del fútbol francés pasa por limitar el impacto de estas dos variables.
Como era de esperar, el tema ha prendido en la sociedad francesa, izquierdas y derechas se han rasgado las vestiduras al compás y el actual seleccionador ha tenido que salir a defenderse ante la avalancha de comentarios sarcásticos a los que se presta su nombre.
¿Y si Blanc tuviera razón?
Con la cabeza fría que nos concede el no ser franceses, analicemos las dos tesis.
1- Los jugadores grandes, fuertes, potentes y negros son mayoría en el fútbol francés, y Blanc los odia
Echando un vistazo a la lista de Domenech para el Mundial de Sudáfrica, sobre un total de veinte jugadores de campo hay doce negros. Si bien algunos de ellos –Diaby, Gallas, Diarra, Cissé- responden al estereotipo, otros como Evra, Henry, Clichy o Malouda son tan o más técnicos que sus compatriotas blancos o árabes.
Pasemos a Blanc. En la Francia campeona del mundo que él capitaneó –equipo llamado black, blanc, beur por la mezcla de razas que en él había- la infantería estaba formada por jugadores blancos (Barthez, Lizarazu, Deschamps, Petit, él mismo) mientras que los que marcaron diferencias (Zidane, Djorkaeff, Thuram) eran “extranjeros”. Si miramos a la última lista de Blanc para un partido oficial, el pasado mes de marzo en Luxemburgo, encontramos nueve negros sobre veinte, porteros excluidos. Si bien es cierto que es un 25% menos de negros respecto al verano pasado, también es verdad que Blanc ha incluido nuevos jugadores que responden al estereotipo, como Mamadou Sakho o Loïc Rémy. Todavía más, los tres negros que faltan bien podrían ser Gallas, Anelka y Henry. Los dos primeros sancionados por la FFF después del motín de Sudáfrica y el tercero sin piernas para jugar más allá de la MLS.
Conclusión sobre el primer punto: si Laurent Blanc es racista, no lo ha demostrado como seleccionador.
2- La selección francesa se debilita al contar con jugadores de doble nacionalidad en categorías inferiores
Sobra decir que Francia lleva muchos más años que España recibiendo inmigrantes de sus antiguas colonias. Y sí, basta poner un partido de la Ligue 1 al azar para darse cuenta de que, en efecto, los equipos cuentan con un número alto de inmigrantes de primera o segunda generación tanto del norte de África (Marruecos, Argelia, Túnez) como del África subsahariana (Camerún, Costa de Marfil, Senegal).
Sin embargo, ¿cuántos jugadores de las colonias habrían marcado diferencias en caso de haber elegido jugar con Francia? Alguno habrá, pero al que escribe estas líneas sólo le vienen a la cabeza Didier Drogba, Seydou Keita, los hermanos Touré, Achille Emana y posiblemente Adel Taarabt. Quizá Samuel Eto’o habría podido pedir la nacionalidad francesa, quién sabe.
Yendo más allá, el fútbol francés tiene su propia Operación Triunfo futbolera desde principios de los noventa, una academia en la que se educa en el arte del balón a los mejores talentos del país: Clairefontaine. Si echamos un vistazo a los jugadores de allí salidos (tienen la lista completa aquí) nos encontramos con históricos de los bleus como Henry, Gallas, Sylvestre, Anelka, Saha, Briand, Ben Arfa o Diaby. Y ninguno de ellos es, por cierto, blanco.
Pero la pregunta es otra: ¿cuántos jugadores de esa élite de jóvenes franceses ha acabado defendiendo los colores de otra selección en lugar de la francesa? Ninguno. Los internacionales bajo otras banderas, como Benachour (Túnez), Meghni (Argelia) o Dia (Senegal), no habrían vestido de azul en la puta vida.
Conclusión a la segunda tesis: existe una mayoría de jugadores negros y árabes en categorías inferiores francesas, pero los que tienen talento acaban defendiendo la tricolor francesa. Así que aquí Blanc yerra en el cálculo.
Con elecciones presidenciales el año que viene, huelga decir que ha faltado tiempo a la ministra de deportes nombrada por Nicolas Sarkozy, Chantal Jouanno, para poner las barbas a remojar. De entrada, François Blaquart ha sido suspendido de sus funciones. Mediapart promete nuevas revelaciones en los próximos días. ¿Continuará? Tweet
Desde aquel fatídico día de 2006 en el que Zinedine Zidane hundió la suya en el pecho de Materazzi, el fútbol francés no ha levantado cabeza.
Muchos (¿todos?) pensamos que la culpa era de Raymond Domenech, ese entrenador incapaz, torpe sobre el campo e insufrible fuera de él. Se cuenta que su único éxito deportivo, la final de 2006, se debió a la autogestión impuesta por los jugadores y liderada por el propio Zizou a partir de los octavos de final.
Algo empezó a cambiar en Knysna, Sudáfrica, el día que los jugadores franceses se negaron a bajar del autobús para entrenar. Cuando Domenech compareció ante los medios, lo hizo como si no fuera con él la cosa. Ahí quedó claro que el revolucionario aux armes citoyens había vuelto a prender en el vestuario francés, donde –como FNF contó en su momento- los negros, los blancos y Ribéry iban por caminos separados.
Con el nombramiento de Laurent Blanc como seleccionador las cosas cambiaron. Primero el equipo empezó a producir resultados (que no juego). Luego se abandonaron las tres rayas de Adidas para abrazar el swoosh norteamericano. Incluso Ribéry hizo las paces con Gourcuff.
Lo que parecía la regeneración del fútbol francés parece a punto de saltar por los aires desde que el pasado sábado el diario online Mediapart soltó la bomba: desde la dirección técnica de la Federación Francesa se ha decidido crear cuotas en la formación y selección de jugadores. El sitio francés publica los verbatims de una reunión en noviembre pasado entre Laurent Blanc, el director técnico François Blaquart y el seleccionador sub 21 Erick Mombaerts. Lo que se desprende de la conversación es la inquietud de los tres hombres sobre dos temas concretos. El primero es la preferencia que los clubes franceses dan a los jugadores grandes y poderosos físicamente sobre los pesos pluma. El problema es que, en Francia, los tipos más grandes tienen todos la piel negra.
El segundo tema a debate es la necesidad de limitar el número de jugadores en categorías inferiores de la selección francesa que, llegado el momento, pueden optar por defender los colores de una antigua colonia francesa. El tabú aquí es que este tipo de jugadores son nacidos en las antiguas colonias francesas, o descendientes de inmigrantes en Francia.
La conclusión a la que parecen llegar los tres hombres es que el futuro del fútbol francés pasa por limitar el impacto de estas dos variables.
Como era de esperar, el tema ha prendido en la sociedad francesa, izquierdas y derechas se han rasgado las vestiduras al compás y el actual seleccionador ha tenido que salir a defenderse ante la avalancha de comentarios sarcásticos a los que se presta su nombre.
¿Y si Blanc tuviera razón?
Con la cabeza fría que nos concede el no ser franceses, analicemos las dos tesis.
1- Los jugadores grandes, fuertes, potentes y negros son mayoría en el fútbol francés, y Blanc los odia
Echando un vistazo a la lista de Domenech para el Mundial de Sudáfrica, sobre un total de veinte jugadores de campo hay doce negros. Si bien algunos de ellos –Diaby, Gallas, Diarra, Cissé- responden al estereotipo, otros como Evra, Henry, Clichy o Malouda son tan o más técnicos que sus compatriotas blancos o árabes.
Pasemos a Blanc. En la Francia campeona del mundo que él capitaneó –equipo llamado black, blanc, beur por la mezcla de razas que en él había- la infantería estaba formada por jugadores blancos (Barthez, Lizarazu, Deschamps, Petit, él mismo) mientras que los que marcaron diferencias (Zidane, Djorkaeff, Thuram) eran “extranjeros”. Si miramos a la última lista de Blanc para un partido oficial, el pasado mes de marzo en Luxemburgo, encontramos nueve negros sobre veinte, porteros excluidos. Si bien es cierto que es un 25% menos de negros respecto al verano pasado, también es verdad que Blanc ha incluido nuevos jugadores que responden al estereotipo, como Mamadou Sakho o Loïc Rémy. Todavía más, los tres negros que faltan bien podrían ser Gallas, Anelka y Henry. Los dos primeros sancionados por la FFF después del motín de Sudáfrica y el tercero sin piernas para jugar más allá de la MLS.
Conclusión sobre el primer punto: si Laurent Blanc es racista, no lo ha demostrado como seleccionador.
2- La selección francesa se debilita al contar con jugadores de doble nacionalidad en categorías inferiores
Sobra decir que Francia lleva muchos más años que España recibiendo inmigrantes de sus antiguas colonias. Y sí, basta poner un partido de la Ligue 1 al azar para darse cuenta de que, en efecto, los equipos cuentan con un número alto de inmigrantes de primera o segunda generación tanto del norte de África (Marruecos, Argelia, Túnez) como del África subsahariana (Camerún, Costa de Marfil, Senegal).
Sin embargo, ¿cuántos jugadores de las colonias habrían marcado diferencias en caso de haber elegido jugar con Francia? Alguno habrá, pero al que escribe estas líneas sólo le vienen a la cabeza Didier Drogba, Seydou Keita, los hermanos Touré, Achille Emana y posiblemente Adel Taarabt. Quizá Samuel Eto’o habría podido pedir la nacionalidad francesa, quién sabe.
Yendo más allá, el fútbol francés tiene su propia Operación Triunfo futbolera desde principios de los noventa, una academia en la que se educa en el arte del balón a los mejores talentos del país: Clairefontaine. Si echamos un vistazo a los jugadores de allí salidos (tienen la lista completa aquí) nos encontramos con históricos de los bleus como Henry, Gallas, Sylvestre, Anelka, Saha, Briand, Ben Arfa o Diaby. Y ninguno de ellos es, por cierto, blanco.
Pero la pregunta es otra: ¿cuántos jugadores de esa élite de jóvenes franceses ha acabado defendiendo los colores de otra selección en lugar de la francesa? Ninguno. Los internacionales bajo otras banderas, como Benachour (Túnez), Meghni (Argelia) o Dia (Senegal), no habrían vestido de azul en la puta vida.
Conclusión a la segunda tesis: existe una mayoría de jugadores negros y árabes en categorías inferiores francesas, pero los que tienen talento acaban defendiendo la tricolor francesa. Así que aquí Blanc yerra en el cálculo.
Con elecciones presidenciales el año que viene, huelga decir que ha faltado tiempo a la ministra de deportes nombrada por Nicolas Sarkozy, Chantal Jouanno, para poner las barbas a remojar. De entrada, François Blaquart ha sido suspendido de sus funciones. Mediapart promete nuevas revelaciones en los próximos días. ¿Continuará? Tweet
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