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sábado, 28 de abril de 2012

La oportunidad perdida de Sandro Rosell


Por Halftown
Fue él, como presidente del club, el que anunció al mundo lo que ya era un secreto a voces: Pep Guardiola, el entrenador que lo ganó todo mientras meaba colonia vestido de traje, dejaba de ser el entrenador del Fútbol Club Barcelona. Los que vimos la rueda de prensa –al menos el que escribe estas líneas y los otros cincuenta mil que estaban conectados a YouTube en ese momento- pudimos ver la cara de Guardiola mientras el president Rosell abría el acto: sin saber adonde mirar, con el aire indiferente, casi socarrón, consciente de estar dando un puñetazo, pero no en la mesa. Un puñetazo a Rosell.

Después, cuando la rueda de preguntas comenzó, alguien demandó a Rosell si sentía que la hora de la verdad de su proyecto llegaba, dado que Guardiola era una herencia del denostado régimen de Laporta. Rosell negó la mayor, alegando una cifra de jugadores contratados durante su mandato. No convenció a nadie. Ni a sí mismo.

Más aún, Rosell no sólo ha tenido que soportar el bochorno de un portazo en las narices del entrenador que puso Joan Laporta –los rumores apuntan a que había llegado a ponerle un cheque en blanco para que no se marchara- sino que además ha nombrado a su segundo de abordo nuevo entrenador del primer equipo.

El líder visionario y el ejecutor eficiente

Desde ayer se han escuchado muchos paralelismos con situaciones similares, y probablemente los dos que más han sonado son dos casos antitéticos: el de Bob Paisley en el Liverpool y el de Carles Rexarch en el propio Barça. Paisley, durante años segundo de Shankly, superó a su maestro hasta el punto de convertirse en el mejor entrenador de la historia del Liverpool. Rexarch, en cambio, aceptó el banquillo del Camp Nou años después de que su maestro en el banquillo, Johan Cruyff, lo hubiese dejado. El resultado, como todos recordamos, fue nefasto.

Y es que no es lo mismo ser número uno que número dos. Son dos perfiles diferentes, el uno de líder visionario, el otro de ejecutor eficiente. Esto debería saberlo Rosell, pues al fin y al cabo él fue el ejecutor eficiente a la sombra de Joan Laporta.

¿Por qué Vilanova? El mensaje es si duda continuista. Pero, ¿por qué apostar por el continuismo? De acuerdo que el Barcelona actual es uno de los mejores equipos de la historia, pero los ciclos no duran eternamente y no hay recambio de garantías para el cerebro de este equipo, Xavi Hernández, que ya ha cumplido los 32.

Muchos defienden lo de “squadra che vince non si cambia”. Y es verdad que la elegida es sin duda la opción populista. Lo fácil. Pero da la sensación de que Sandro Rosell ha perdido la oportunidad de reivindicarse como un líder, apostando por una evolución del modelo.

Eso es precisamente lo que se hizo en el Barça cuando se echó a Rijkaard para poner a un tipo cuya primera decisión fue echar a Deco y Ronaldinho. Aquel tipo se llamaba Pep Guardiola y el visionario que apostó por él es el antiguo jefe de Sandro Rosell.

martes, 5 de julio de 2011

Gerard: camino a la predicción

Por Halftown
“Mi hermano Gerard será mejor que yo”. La predicción es de Sergi López, quizá el juguete roto de la Masía por excelencia. Sergi era la gran promesa del Barça de los ochenta, Puyol antes de Puyol. En Can Barça desde los trece años, su carrera crecía en aquel equipo pre Dream Team hasta que todo saltó por los aires un día de lluvia, cuando fue a entrenarse a un pabellón de baloncesto y se destrozó la rodilla. Irrecuperable para el alto nivel, después de jugar veinte partidos cedido en Mallorca, Sergi acabó en Zaragoza como moneda de cambio en el fichaje de Pablo Alfaro. Tres temporadas más tarde se tuvo que retirar. En total, apenas setenta partidos como futbolista profesional.

A su hermano Gerard le fue bien muy pronto: Johan Cruyff le vio en un amistoso con el Granollers y le reservó habitación en La Masía. Todavía adolescente, Gerard ya era titular en el Barça B que mandaba Juande Ramos. Valdano se lo llevó al Valencia recién cumplida la mayoría de edad, pero su palabrería sólo duró tres jornadas a la vera del Turia y su sustituto, Ranieri, no tenía tiempo que perder con promesas.

Después de una temporada cedido en el Alavés de Mané, Gerard se encontró jugando a las órdenes de Héctor Cúper en Valencia. En aquel Valencia de Mendieta, el Piojo López, el Kily González, Djukic y Farinós, Gerard cumplió su destino, y se convirtió en el mejor jugador joven de Europa. El Valencia fue dejando por el camino a PSV, Bayern, Lazio y Barça, hasta aquella final de Saint Denis en la que implosionó frente al Madrid de Del Bosque.

Camacho premió al chaval llevándoselo a la Eurocopa de Holanda y Bélgica, donde compartió habitación con Iker Casillas.

Con todo, sólo una temporada en la élite fue suficiente para que el Barça de Gaspart invirtiera un tercio de los 10.000 millones que Florentino pagó por Figo para llevárselo de vuelta al Camp Nou. Allí se plantó Gerard con veintiún años recién cumplidos, resplandeciente el pelo engominado bajo los focos de la sala de prensa, con un contrato por 400 millones al año y una cláusula anti-Florentino por valor de 31.000 kilos. No debía sentir mucha presión cuando pidió vestir el 14 de Johan Cruyff.

Perder hasta el pelo

Dicen que su fichaje sentó como un tiro no sólo a los canteranos que esperaban su turno (Xavi entre ellos), sino también al capitán Pep Guardiola, que no podía consentir que un hype engominado cobrase más que él, santo y senyera del barcelonismo.

Para satisfacción de sus detractores, Gerard pasó cinco años en el Barça de entreguerras que le sirvieron para catapultarse al olimpo de los pavones. Los foros barcelonistas hablan de noches de alcohol y mujeres, probablemente las mismas que las de tantos otros jugadores que sí han triunfado en el Camp Nou. En cualquier caso, Gerard López no alcanzó el centenar de partidos como azulgrana antes de salir gratis destino a Mónaco.

En aquel Mónaco que venía de perder la final de la Champions contra el Oporto de Mou con Morientes de estrella –la belle epoque de los monegascos, que competirán a partir de septiembre en la Ligue 2- Gerard se volvió a estrellar: poco más de diez partidos en dos temporadas, y el que años antes había sido objeto de deseo de Milan y Manchester puso camino a Huelva.

En 2008, mientras su ex compañero de habitación en la Euro 2000 levantaba el trofeo de 2008, Gerard firmaba con el Girona. En segunda división daba la impresión de que Gerard López iba a ser capitán general, pero su estrella se fue apagando una vez más.

Después de haber jugado veinte minutos de competición oficial en todo el año, el club ha decidido romper el contrato que acababa en 2012. Con 32 años recién cumplidos, el que hace once años era el jugador más prometedor de Europa hoy es uno más en la cola del INEM. Por perder, ha perdido hasta el pelazo.

A Gerard López le queda la satisfacción de haber cumplido la predicción de su hermano.

lunes, 16 de mayo de 2011

Iván De la Peña: balance de un hype (I)

Por Halftown
“Están todos locos”, bramó Johan Cruyff. El entrenador holandés se acababa de enterar de que José Luis Núñez, había renovado el contrato de Iván De la Peña por ocho temporadas sin que ni siquiera hubiese debutado en primera división.

El fichaje de De la Peña por el Barça se hizo como se hacían las cosas en 1990: un sobre lacrado, un informe hecho a máquina, un ojeador que ve un partido, una visita a los padres del chaval, probablemente en Los Peñucas, el restaurante de la familia en el barrio pesquero de Santander. Oriol Tort, el enviado de Núñez, no lo tuvo fácil: a mitad de operación se metió el Madrid, que mandó a Paco Gento –cántabro como el chaval- para convencer a la familia De la Peña. Al final, la comparación entre la Masía y la pensión que ofrecía entonces el Madrid acabó por convencer a la madre, Maite, de que el sitio de su hijo estaba junto al Mediterráneo, y así aterrizó en Barcelona Iván De la Peña en agosto de 1991.

En aquella Barcelona recién despertada del Dream Team, la masa culé decidió que sería el Pequeño Buda quien llenase el hueco que había dejado Stoitchkov como líder espiritual del barcelonismo. El primer problema del chaval fue el mismo hombre que le dio la oportunidad de debutar: Johan Cruyff. El holandés tenía dos problemas con la irresistible ascensión de De la Peña: uno, eclipsaba a su hijo Jordi (“la técnica de De la Peña es mediocre porque no sabe tocarla con las dos piernas. Jordi sí.” dijo en Catalunya Radio) y sobre todo porque amenazaba con robarle el protagonismo al propio Johan.

Cien mil personas y un Pequeño Buda

Su cabeza rapada –que causaba furor entre la chavalería barcelonesa- le distinguía de los demás y José Mari Bakero, peso pesado de aquel vestuario, le colgó el apodo de Pequeño Buda. El futbolista siempre defendió que era una cuestión de comodidad, aunque es obvio que su look le hacía sobresalir del resto; otros jugadores como Fadiga o Nakata, por ejemplo, se tiñeron el pelo en los mundiales de 1998 y 2002 para que los ojeadores se fijasen en ellos. Tampoco pareció casual que Iván se echase como novia a Lorena, hija del antiguo jugador del Barça Asensi.

En cualquier caso, la estrategia funcionó: la presión mediática y la falta de resultados del equipo seguían azuzando el hype del media punta cántabro. Pronto llegaría también la publicidad -ese spot sobre los JASP en el que De la Peña conducía un Renault Clío- y la obsesión de Valdano con llevarse al chaval a Chamartín. En el otoño de 1995 la canción de moda en el Camp Nou era el “I-ván-De-la-Pe-ña” a ritmo de “Antón Pirulero”. Que cien mil personas coreen tu nombre cuando eres un mocoso es de esas cosas que le agrandan el ego a uno… hasta el punto creer que no queda nada por aprender.

Como su vida, el juego de De la Peña era vertiginoso: vivía obsesionado con convertir cada balón que tocaba en un pase de gol. Ni corría rápido, ni robaba balones, ni la pegaba fuerte, ni iba de cabeza. No entendía el tiqui, sino el taca. Pero generaba ilusión, y eso bastaba.

martes, 26 de abril de 2011

El Barça gana siempre tocando...

Por Rocheteau
El Barça nunca ha ganado por pelotas. Ya se sabe que en la Ciudad Condal siempre ha tirado lo de tocarla y tocarla… Y el miércoles será algo así como la batalla final, el gran encontronazo, entre el Barça imperio del bien, enlazado de forma tan invisible como inevitable, con Obama, Gandhi y la belleza pura del Renacimiento, con las huestes de la Santa Intuición portuguesa y blanca.

Un choque antagónico al que ambos equipos vivieron en 1960. El Real Madrid había ganado cinco Copas de Europa… de cinco. Era el equipo del mundo. La cumbre del fútbol. Y se enfrentó al Barça, al que el año anterior había triturado en Copa de Europa, un eterno Poulidor vestido de blaugrana que parecía una víctima propicia, a pesar de contar con Ramallets, Kubala y Evaristo.

Fíjense en la foto superior y no les costará adivinar quién ganó. Ahí les tienen, felices como bebés. Desnudos como ídem ¿Imaginan si pasa lo mismo este año en el Camp Nou? ¿Si Cristiano Ronaldo y Pepe, borrachos de euforia, calificados para la final tras el partido de vuelta, decidieran dar a Telecinco (y Cuatro, al ritmo que va) algo más de carnaza para rellenar las improductivas siestas del vagueo nacional? ¿O si Piqué decidiese medirse a la insolencia de cierta revista de manoseo mental y dirimir la hamletiana duda entre paquetón y piquetín?

Igual a muchos jugadores se les bajaban los humos. Igual en algunos campos empezaban a oírse cánticos algo más originales que los manidos insultos. Podríamos incluso instaurarlo, en beneficio de la audiencia: en algunos países, los medios ya pueden entrar en los vestuarios. ¿Por qué no desnudarlos? Mercedes Milá o Boris Izaguirre podrían así presentar el fútbol y unir, de una puta vez por todas, los dos pasatiempos más españoles: el fútbol y el chismorreo.

El caso es que así podían entrar los fotógrafos a los vestuarios en 1960. Coñas aparte, cuánto ha cambiado todo en medio siglo. Ahora, para entrevistar a un jugador, hay que patrocinarle primero. Otras cosas siguen igual: en aquella eliminatoria hubo cinco goles anulados, cuatro al Madrid, penaltis muy protestados, otros escamoteados, y los árbitros, los ingleses Mr. Ellis y Mr. Leafe, casi necesitan escolta.

L’Équipe publicó entonces un artículo titulado “El crimen de Mr. Ellis”, en referencia a un posible arbitraje favorable a los blaugrana. Ese mismo diario ha sacado del cajón esta foto en su revista semanal. En el pie de foto puede leerse: “El éxito fue vivido por Cataluña como una revancha del poder centralista madrileño”. Tan lejos, tan cerca… pero ni una mención al desnudo de los amigos. Politesse obliga…

viernes, 15 de abril de 2011

La previa de las consecuencias

Por snedecor
Ya están aquí. Los peores presagios se han cumplido (?) y nos enfrentamos a 4 duelos por todo lo alto entre los dos colosos de nuestro fútbol. En estos días nos cansaremos de ver, leer y escuchar a sesudos opinadores hablando sobre momentos de forma, planteamientos tácticos y guerras psicológicas, planteando sus puntos de vista sobre cómo se desarrollarán estos 4 grandes partidos. Pero como afortunadamente vemos a diario, para hablar de fútbol (o de lo que le rodea) no hace falta saber de fútbol, así que aquí van mis pronósticos sobre lo que puede pasar cuando termine el último de los 4 duelos entre Real Madrid y F.C. Barcelona. Podéis apostar a que se cumplirán, si es que antes el cielo no se cae sobre nuestras cabezas.

Escenario A: el Barça arrasa en los cuatro enfrentamientos, y por arrasar entiéndase vencer y convencer (más o menos lo que viene haciendo los dos últimos años ante el Madrid: 2-0, 2-6; 1-0, 0-2; 5-0). Sentencia la Liga, gana la Copa, se mete en la final de la Champions y, de rebote, decreta el estado de alarma en Concha Espina. Mou, experto en estas batallas, intentará salvar su culo apuntando al primero que se le ponga a tiro, ya sea jugador, directivo o (quién sabe) presidente. Nada podrá (bueno, nada debería) tapar las vergüenzas del segundo advenimiento del Ser Superior: tropecientos millones de inversión, malas formas y cero títulos, otra vez. El barcelonismo, por su parte, entrará en éxtasis y se pedirá la beatificación de Guardiola o, en su defecto, la concesión del título de Marqués.

Escenario B: el Barça se lleva lo importante (a saber: deja la Liga a tiro, gana la Copa del Rey y se clasifica para la final de la Champions), pero sin abusar. Esto es, gana de manera ajustada, preferiblemente con acciones polémicas a su favor que permitan tapar mediáticamente las posibles carencias del equipo blanco en esos partidos. En función del resultado del choque liguero, se dará inicio a la enésima procesión de la Cofradía del Clavo Ardiendo, con Tomás Roncero y Toñín el Torero a la cabeza. Si, como es de suponer, ni eso sirve para levantar un trofeo, tocará encomendarse a un viejo amigo (Ferguson o Raúl) para que actúen como celosos guardianes de la honra madridista y derroten al infiel blaugrana en Wembley. Incógnita absoluta sobre la posible reacción de Mourinho y Florentino Pérez: puede repetirse lo previsto para el Escenario A o sorprendernos con una respuesta tranquila y sosegada. En todo caso, semanas mediáticamente divertidas para el espectador, incapaz de imaginar hasta dónde llegará el ingenio y la desvergüenza de los periodistas de mesón para justificar los resultados obtenidos por el Madrid.

Escenario C: se produce un empate técnico en Copa del Rey y Champions League: uno gana la Copa, el otro pasa a la final europea. Obviamente, la competición perdida dejará inmediatamente de tener importancia a ambos lados del puente aéreo: según convenga, lo importante es estar en Wembley o levantar un trofeo (que en el caso de los madridistas llevan veinte años sin conquistar). Desde la óptica blanca, se demostrará que se puede ganar al Barça, que los culés, de no sentenciar la Liga en el Bernabéu, están entrando en su particular fin de ciclo, y que este es el camino adecuado para recuperar la gloria perdida: Florentino es Dios y Mourinho su profeta (bueno, esto no cambiaría demasiado con respecto a lo que tenemos hoy). Para el Barça y sus medios, sólo será un pequeño traspiés que no debería empañar esta gran etapa (se admiten discursos victimistas en función de las actuaciones arbitrales en el torneo perdido), y Guardiola nos dará su enésima lección de humildad y saber estar, en clara contraposición a la inaceptable soberbia y arrogancia que su rival mostrará en la victoria.

Escenario D: el Barça deja la Liga a tiro, pero el Madrid gana la Copa y elimina al Barça de la Champions (nuevamente, la Liga pasará a un segundo plano o no, según convenga). Importante matiz: digo “el Madrid elimina al Barça de la Champions”, y no “pasa a la final de la Champions”. Esa interpretación vendrá más adelante, cuando enfrente de la Décima toque ver a un viejo amigo (Raúl) o a un perverso enemigo (Ferguson); pero de entrada, la primera conclusión de la propaganda merengue será que el exitoso Barça de Guardiola ha muerto, porque Pep (ya es oficial, se dirá) no seguirá más allá de 2012, que el club azulgrana debe empezar a pensar en su recambio, etc. Por contra, el gran Real Madrid ha vuelto: bufandas, DVD’s y todo tipo de coleccionables conmemorativos de tamaña gesta blanca inundarán los quioscos y luego los hogares de todos los españoles de bien. Históricamente acostumbrado como está el Barcelona a las combustiones espontáneas, el ruido mediático que se producirá alrededor de estas derrotas eleva el peligro de incendio en Can Barça, con imprevisibles consecuencias. En Concha Espina, Mourinho es Dios y Florentino… Florentino es la madre que lo parió.

Escenario E: el que falta. El Madrid se lo lleva todo de calle. Altamente improbable, pero por poder, puede ocurrir. Básicamente, las consecuencias serían las mismas descritas para el Escenario D pero elevadas a la máxima potencia. Mediáticamente, la tierra se abrirá en dos, un dragón con siete cabezas y cola de serpiente descenderá de los cielos escupiendo fuego por sus siete bocas y separará a los justos de los pecadores: los primeros disfrutaran de la gloria eterna de los cielos de la Décima y los derrotados serán condenados al fuego eterno por su falta de fe.

O algo así.

bolobolo

martes, 4 de mayo de 2010

La coartada gay del Real Madrid

Por Martín Lobo

Ahora que la Liga dispara sus últimos perdigones -gracias a Dios y a todos los Altares-, la rumorología vuelve a los estadios. La sombra de la homosexualidad, ese monstruo sucio y deforme que inventaron los monos africanos, se ha colado una vez más por las costuras del puto fútbol.

Ibrahimovic y Piqué, por lo visto dos de los puntales del FC Barcelona, se han vuelto a enredar en la maraña de las leyendas urbanas. Y todo por culpa de un paparazzi con muy mala leche y mucha puntería. La foto de la discordia, un pequeño mordisco a la gloria azulgrana, enseña las vergüenzas cariñosas de ambos futbolistas, enzarzados en un suave susurro y el inocente juego de sus manos.

Y, detalle importantísimo, a los pies de un descapotable. La imagen llega justo a tiempo para desentrañar las fobias madridistas. Sólo así, azotando las dudas y el desconcierto sobre sus rivales catalanes, CR9 y sus secuaces están más cerca de ganar la Liga, la mejor del mundo, dicen, que presume de tener nombre de entidad bancaria.

Porque a falta de fiestas merengues en las que dejarse el dinero y el esperma, mejor que sembrar el fantasma del mariconerío culé para espantar el miedo a hacer el ridículo. Digo esto después de observar el jolgorio que se traían las hordas madridistas al contemplar el pseudoabrazo de Gerard y el gigante sueco.

He oído, entre otras sandeces, la siguiente declaración de principios merengues: 'No creo que sean gays, pero esta foto tiene que salir a la luz. Así se podrán nerviosos y podremos hacer algo en los tres partidos que quedan'.

Queridos aficionados del Real Madrid: muy mal tienen que estar las cosas en Villa Bernabéu si para ganar algo tenéis que insistir en la desviación cromosomática del poderío culé. Como siempre, os volvéis a hacer popó en los pantalones. Y qué mejor que echar mano de la caspa, el chascarrillo de barrio barato y la homofobia para dar un golpe de timón a una Liga que ya está sentenciada.

Eso sí, la foto es una monada. Si Francisco Franco levantase la cabeza

martes, 20 de abril de 2010

La elegancia impostada de Guardiola

Por Nick Panzeri

Cuando la noche caía sobre Milán, Guardiola volvió a hacerlo. "Nos enfrentamos quizás al mejor entrenador del mundo", dijo para definir a Mourinho en la rueda de prensa previa a las semifinales de Champions. El ideólogo del mejor fútbol de la historia, inclinándose ante el referente del mal gusto, de los malos modos, del resultadismo más rancio.

Sólo tres días antes, el técnico culé elevaba a los altares de la táctica a Pochettino, que apenas hace sus prácticas como técnico en el Espanyol, y se entregaba a su habitual sesión de cremita con su gran rival en Barcelona, al que calificaba de "equipo de gran entidad con un campo maravilloso".

Antes, todos y cada uno de los entrenadores rivales del Barcelona, al margen de estilos o clasificaciones -incluído Pellegrini, cuyo trabajo "es escandalosamente bueno"- fueron pasando por la sala de masajes del de Sant Pedor, al que por supuesto devolvían los elogios personalmente en el besamanos previo a cada partido.

Pero la fórmula parece agotada por repetitiva y por previsible. La credibilidad del discurso felador de Guardiola ha expirado y sólo sus jugadores parecen seguir creyendo la técnica motivadora de su entrenador. Suficiente, dirán; el Barça lo sigue ganando todo. Cierto, pero el hastío que invadió a gran parte de esa misma plantilla en la decadencia de la era Rijkaard puede asomar en cualquier momento si no renueva el discurso.

Hasta entonces, los técnicos que todavía se enfrenten al Barcelona esperarán su correspondiente ración de halagos. Incluso Clemente, que quizás se juegue la salvación contra el Barcelona en la última jornada de Liga, esperará que Guardiola proclame su universalidad para convencer a su presidente de su renovación. El problema es que para entonces ya nadie se tomará en serio estas ruedas de prensa.

martes, 26 de mayo de 2009

Ángeles y demonios II (Papable Pep Vs Marcianos Rojos)

Por Lola Dirceu / Montaje: El hombre que casi conoció a Michi Panero
Le voy a mangar una imagen al escritor sevillano Juan Bonilla porque tenía toda la razón: Roma es un helipuerto para UFOS. Nos dijeron que era cuna de civilizaciones (Dido y Eneas, Rómulo y Remo, los etruscos...bla bla bla) y que cada piedra escupe Historia imperial, pero todo resulta ser una engañifa: es una terminal entre siete colinas ideal para que un puñado de ovnis invasores, siempre reacios y escurridizos, perfilaran el skyline de la ciudad eterna. Desde el Gianicolo, una panorámica desvela dónde carajo han estacionado.

Las cúpulas de San Pedro, Santa María la Maggiore o la del Panteón de Agripa se agrupan en los platillos volantes clásicos, los ovalados de toa la vida; el monumento a Vitorio Emmanuelle es una enorme tarta de nata cósmica, una nívea señal hacia el espacio en forma de Olivetti; las vetusta almena del Castillo de Sant Angelo es ya óxido de un viejo artefacto venido allende las galaxias; por no hablar de obeliscos fálicos y columnas conmemorativas, o del Coliseo, enorme cráter alienígena, huella de una civilización superior.

En el día 157 del año 2009 de la era de Nuestro Señor (hoy), de las entrañas de cada monumento citado se abrirán portezuelas (con onamatopeya de spray) y surgirán marcianos bermellones, diabólicos seres extraordinariamente dotados para el fútbol y extrañamente patrocinados por una aseguradora yanqui en la ruina. Saltarán al césped del Estadio Olímpico disfrazados con la camiseta del Manchester Unido para agarrar de las orejas una copa más y mantear a un viejo jedi al que reverencian como sir Alex. Pero la materia gris de Dan Brown ha tejido una trama paralela, un compló de aúpa, una akelarre de jugadores que se conjuraron para moverla de puta madre y así evitar que la tiranía de estos belcebúes se prolongue in eternum. Ríete tú de Tom Hanks. Iluminattis, códigos encriptados y contubernios sixtinos.

Iniesta lavaplatos

Este nuevo elenco se esconde por Roma, mutado en diversas personalidades, y espía las tácticas 666 de las bestias de Manchester. Piqué es un antisistema en la Piazza del Popolo, lugar habitual de manifas y revueltas contra el Estado y todo lo que se mueva; Puyol ejerce de gladiador a la sombra del anfiteatro Flavio y reparte ostias como panes a los ingleses que no quieren pagar una foto-souvenir con él; Valdés, cancerbero en arcos triunfales y Museos Vaticanos para que no pasen infieles; Sylvinho vuela las pizzas en Piazza Navona y Busquets conduce el coche de Berlusconi hasta el Quirinal sopesando al volante vengar algún día el 4 a 0 de Atenas (¿recuerdan a Savicevic y Desailly?); Henry, Toure Yayá y Eto'o regentan una caravana que vende perritos calientes cerca del Foro (no, no se dedican al top manta de la Carrá); Iniesta lavaplatos de incógnito en un tratoria del Trastévere y Xavi es fino perfumista en Via Condotti; bajo una capucha de seminarista, en la Iglesia del Gesú se guarece Messi, siempre atento a las indicaciones de su enlace en el Vaticano, el Cardenal Guardiola, que suena a papable y puede ceñir este año la triple tiara. Faltan Alves y Abidal, pero es que los bobbies aún les retienen en Londres por disturbios varios...

¿Por qué de toda esta fabulación? ¿Por qué este casting imposible? ¿Por qué este tontorrón juego de imposturas? ¿Por qué de este remedo de un barato spot de Nike? Y digo yo, ¿y por qué no? Si Keita ha señalado, textualmente, que “Alá ya ha decidido el destino de la final de la Champions”, pues bajo esa premisa todo puede acontecer por laberínticos pasillos del fatum, como en una peli de Ron Howard basada en una basura esotérica del insulso Dan Brown. Mójate Keita, juegátela a un resultado ya que todo el pescao está vendido. Mira que si tu porvenir es otro bien distinto al de tu fe... Pertrechado de pipa y gas paralizante bajo ese atuendo que Miguel Ángel Buonarrotti diseño “para payasos” (sic), te puede caer el papelón de guardia suizo, no para cubrir la espaldas de Ratzinger, sino para tapar por lo criminal la última subida de Ryan Giggs, un demonio zurdo disfrazado de ángel galés y que, ojo, puede trastocar hasta el movimiento de los planetas.

martes, 12 de mayo de 2009

Bojan y Pinto sí que pintan (ahora)

Por Sole Leyva
Muchos medios catalanes especularon las últimas semanas con la mala cara que arrastraba Bojan Krkic, el nuevo genio de esa caja de esencias que es la Masía, arrinconado en el banquillo. Dicen que, tras deslumbrar la pasada campaña, este año no está brillando a la altura de lo impuesto por él mismo. ¿El motivo? Está claro. La falta de minutos.

Henry, Messi y Eto´o apenas han sufrido lesiones este año y sólo le ha quedado para consumo propio el rinconcito de la Copa. En total ha jugado cuatro partidos menos de Liga que la campaña anterior. Peor es lo de Pinto, que en esta Liga no le han chutado no porque la defensa fuera buena, sino porque ha estado gastando banquillo siempre. El guardameta, premio Zamora del 2006, cuando militaba en el Celta de Vigo, también halló consuelo en la Copa, donde además paró un penalti vital en la eliminatoria frente al Mallorca.

Sería injusto dejarlos ahora en el banco y Pep Guardiola conoce a la perfección eso llamado justicia poética. Bojan y Pinto han jugado como titulares todas las eliminatorias en el torneo del K.O. y el ‘mister’ no les va a fallar. Pinto ha disputado todos los minutos (720), mientras Bojan ha sido cambiado en un puñado de encuentros (642 minutos jugados). De hecho, sólo Messi le roba el privilegio de ser el máximo anotador del equipo culé en el torneo (cuatro goles por los cinco del argentino).

Por si a Guardiola se le fuera la cabeza, el delantero ilerdense ya ha deslizado que sería una decepción no jugar la final. Ya se perdió una -la del Mundial sub’17- después de haber sido el jugador clave y marcar el gol en semifinales que metió a España en la lucha por la Copa. Tiene ganas. Con su club todavía no ha ganado un título –en la última Copa ganada por el Barça tenía nueve años- y su consagración definitiva, su particular bofetada Guardiola, depende en cierto modo de meter un gol en la final, de brillar en una cita de exigencia máxima.

Algún foro culé ha abierto debates sobre si es acertado sacar a ambos jugadores en la final. El sí gana por mayoría. Igual que era justo que el Barça jugara la final de la Champions pese al horrendo partido de Stamford Bridge, lo es que Bojan y Pinto salgan mañana en el once de Mestalla. Para el andaluz puede ser la última oportunidad de ganar un torneo nacional -tiene ya 33 años-. Para el catalán, de sólo 18, será la primera de una larga serie. El primer y el último tren, en el mismo partido.

lunes, 11 de mayo de 2009

El miedo a ganar y su antídoto infalible



Por Nick Panzeri
Minuto 92. Llorente baja un balón imposible, doma su trayectoria insecticídica y la pone en la escuadra. Barcelona 3-Villareal 3. Empieza el desalojo en Canaletas. Un equipo acostumbrado a ganar, construido para ello, no era capaz de finiquitar el título a pesar de que ganaba 3-1 mediada la segunda parte.

No es un caso aislado. El Inter también ha sido incapaz de dar la puntilla al Calcio pese a adelantarse en dos ocasiones frente al Chievo. Y al Wolfsburgo le han empezado a temblar las piernas cuando más cerca tenía la Bundesliga. El sábado perdía 4-1 contra el Stuttgart y ya tiene al Bayern (uno al que no suelen intimidar las victorias finales) empatado a puntos.

También conocida como Nikefobia, el miedo a la victoria es un complejo que la psicología lleva estudiando desde que Freud lo abordara en Los que fracasan al triunfar. Las razones parecen estar claras para los especialistas: “Muchas veces las consecuencias de ganar pueden ser tan grandes para un equipo o persona que simplemente prefiere quedarse donde está, es un balance de costo-beneficio”.

Los diferentes estudios destacan que esta tendencia autodestructiva es especialmente acusada cuando se viene de perder ese trofeo últimamente. Es decir, como le ha sucedido en las dos útimas temporadas al Barça, que además ayer en el camino se dejó a Iniesta, su talismán esta temporada, y que tendrá que jugar las dos finales que tiene por delante con Sylvinho como titular, después de apenas haber jugado en todo el año.

Aunque el miedo a ganar es más plausible en los deportes individuales, la psicología considera que esa sensación es muy contagiosa y que puede llegar a bloquear a todo un colectivo: “La derrota ofrece estabilidad, mientras que la victoria trae sobresaltos, cambios”.

En cualquier caso, el miedo a ganar tiene un antídoto infalible: la incapacidad del rival. Y en el caso de la Liga, parece que el Madrid ha dejado de olfatear el rastro culé. El último ejemplo de todo este llegó de Holanda. Contra el miedo a ganar la Eredivise del AZ de Van Gaal pudo más la incapacidad para pelearla de sus rivales, el Ajax y el Twente. Así que Canaletas tendrá que sintonizar con el Bernabéu.

sábado, 28 de marzo de 2009

Tres años y cinco minutos en Maldivas

Por Sebastián Dulbeca
Escapó de su sombra hacia el gran azul. 15.000 kilómetros. Distancia asumible para un lateral. Alguien lo reconoció jugando en la playa.
Y el mundo de Julio Alberto fue un balón de nuevo.


Hacía un lustro de su retirada. Trabaja en un hotel. Anónimo en un archipiélago desmigado sobre el Índico. Islas casi campos de fútbol. Hoy, incluso menos: ni al paraíso concede prórroga el cambio climático. Arena blanca. Gente. Algo redondo en medio. La felicidad.

El dueño del hotel atiende a la revelación. Ése es Julio Alberto. Sugiere: tienes que volver. Accede. Ficha todavía como cromo blaugrana por el local Valencia. Curioso guiño mediterráneo. Pero aquí el Valencia no es contrapoder. El presidente del club es cuñado del presidente.

Rueda el esférico. Igual, pero distinto. La liga se juega en el estadio nacional de Male. 36 equipos disputan sus encuentros en las mismas instalaciones. Uno tras otro. Sábado y domingo. Desde las ocho de la mañana. Con respeto absoluto a la cultura islámica y sus horas de rezo [Maldivas es el estado musulmán menos poblado del mundo]. Jugadores y público. En el campo hay que observar buena conducta. En la grada no se permiten ni tabaco ni expresiones malsonantes. Apenas un ohhh admirativo.

Todo es sencillo. Mucho más sencillo que en la alta competición. La concentración se reduce a una charla en un colegio. Después de cada victoria hay zumos y refrescos. Salvo en una ocasión. El triunfo en la POMIS Cup (la Copa de la UEFA entre Sri Lanka, India, Pakistán, etc.) merece pancartas y un paseo en camión entre la hinchada. En la final Julio Alberto marca dos goles. Uno de córner. Otro de falta. Quién se lo iba a decir.

Con la espuma de la gloria pasa a dirigir el equipo. Mínimo meritoriaje. Otra propuesta. Acepta. Ser seleccionador. O asesor del seleccionador. Esos puestos de responsabilidad son para los nativos. Aunque Julio Alberto ya es un maldivo más. No tendría problema para encontrar agua fresca en esas islas de espejo a las que conduce a turistas. Años después hasta escribe una guía. Robinson Crusoe asturiano.

El nivel del campeonato es aceptable. Rumanos. Checos. Hombres con el callo de Tercera. El jugador autóctono es fuerte físicamente. Carece de oficio. Imita rápido. Uno y otros crecen juntos. Su trabajo es valorado. Piden que acompañe al Primer Ministro y al ministro de Exteriores a FITUR. Aprovecha el viaje para llevarlos a un Real Madrid-Deportivo de La Coruña. Alkorta devuelve al poco la visita. Le sigue Jordi Cruyff. Maldivas ya era postal de lujo. Cinco minutos de sueño inalcanzable para un taxista cualquiera de Los Ángeles.



¿Y luego? Puede que la nostalgia. Puede que el deseo de recomenzar. Habían pasado tres años. Julio Alberto deshace el camino. O emprende otro. En la actualidad es director de la Escuela del Barça. Y organizador de jornadas solidarias. Habla de ello con entusiasmo y sonrisa fácil un domingo de bricolaje por la mañana.

Que su nombre se recuerde. Ejerció de pionero. Sin proponérselo. Emigrante cuando nadie siquiera imaginaba serlo. Superviviente cuando todo alrededor naufraga poco a poco. Competir en 1996 en las antípodas. Ahí es nada. Ahora a Liverpool va cualquiera.