lunes, 6 de abril de 2009

Negro y futbolista

Por Nick Panzeri
Para alguien que decide apodarse Grafite por el color de su piel, redunda decir que este punto nunca será anecdótico para él. El problema puede llegar cuando la denuncia racial se convierte en casi una obsesión.



El sábado, el mismo día que marcaba uno de los mejores goles del año (conducción con ambas piernas, regate y genial definición sólo al alcance de Ronaldos e Ibrahimovics) y en el partido más importante del año (contra el Bayern y para ponerse líderes), el diario Folha de Sao Paulo publicaba unas declaraciones suyas capaces de eclipsar su mejor obra: “El pueblo alemán es racista, en especial los viejos de la época de Adolf Hitler. Es gente arrogante, ignorante y que falta al respeto”.

Para quien no conozca a Grafite, estas declaraciones pueden llamar la atención. Para quien le conozca, sólo sonarán a déjà vu.

Criado en pequeños equipos brasileños, y después de una experiencia en el fútbol coreano, saltó a la fama en 2005 siendo jugador del Sao Paulo y en plena explosión de sus condiciones futbolísticas, pero no lo hizo por sus goles.

Jugaba un partido de la Libertadores contra el Quilmes argentino cuando, llegado el descanso, se acercó a una pareja policial para denunciar los insultos racistas del defensa argentino Leandro Desábato. “Negro de mierda y macaquito”, según Grafite; “cagón” y “métete una banana”, según Desábato.

Al final del partido, la policía ingresó en el campo para arrestar y esposar al argentino, que pasó 36 horas entre rejas y sólo salió después de pagar una importante fianza.

Este incidente le marcó excesivamente y le terminó descentrando. Un año después, decidió retirar la denuncia y empezar una nueva vida lejos de su país. Fichó por el Le Mans francés para dedicarse sólo a jugar al fútbol.

De Francia dio el salto a Alemania para jugar en el Wolfsburgo, donde no ha necesitado el recurrente periodo de adaptación. A sus 28 años, pensó que ya había perdido el tiempo bastante en asuntos ajenos al balón y se dedicó sólo a jugar.

Este fin de semana, sin embargo, justo cuando se convertía en máximo goleador de la Bundesliga con 20 goles en 17 partidos, cuando demostraba sus condiciones en el mejor escaparate (también es uno de los máximos asistentes de la liga, el segundo que más regates completa y reparte sus goles entre ambas piernas y la cabeza), decidía recuperar sus viejas reivindicaciones: “Por ser una persona pública no siento el racismo, pero algunos miran raro, se percibe eso”, añadía.

A partir de esta semana, le mirarán más raro aún. Por negro y por su juego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario