viernes, 17 de abril de 2009

¿Fumas, crack?


Por Sole Leyva
Hace pocas semanas un 'confidencial' futbolero despertaba el viejo fantasma del tabaco y los futbolistas. Al parecer, habría uno o varios jugadores del Atlético de Madrid que le dan a la nicotina en el hotel de concentración de Majadahonda. Lo hacen a escondidillas, como cuando eramos 'canis'. Y luego los muy pillos esconden por la habitación los ceniceros atestados de colillas. Son listos. Saben muy bien que, con la campaña que se están marcando, a algunos sólo les falta que los aficionados se enteren de su pasión por los Marlboro, que a los vaqueros puede que les envuelva de glamour, pero a los futbolistas les queda como a un cristo dos pistolas.

¿Pero acaso nos importa lo que hagan en su vida privada? ¿Debería hacerlo? Los tabloides británicos se cebaron bien el pasado verano con el siempre polémico Wayne Rooney. Un fotógrafo le capturó fumando en la piscina de un hotel de Las Vegas durante su luna de miel. Le dieron de lo lindo, pero sin embargo, en los mentideros de los ‘reds’ no se le conoce una afición regular a los cigarrillos. Qué habría que reprocharle a un jugador vital para el Manchester United tras una temporada en la que ganaron Liga y Champions por fumar un pitillo, de relax, junto a la parienta.

Para los puristas –no los amantes de los puros, ojo-, bastante. Muchos de los jugadores que hicieron público que fumaban y fueron pillados ‘in fraganti’ mientras eran futbolistas recibieron estopa por dar mal ejemplo a la sociedad, sobre todo a los niños, que tienden a emular a sus ídolos. Hace 80 años, sin embargo, cuando eran desconocidos los perniciosos efectos del tabaco, era algo común ver fumar a los grandes de la pelota. Los clubes regalaban cigarrillos a sus jugadores e incluso, como en la década de los 30 en el Reino Unido, se distribuían cromos de fútbol con los paquetes.

Jackie Milburn, uno de los capitanes del Newcastle United, reconocía en su biografía que una hora antes de la final de la FA en Wembley de 1951 fue al vestuario a echar una calada. Se encontró a cuatro de sus compañeros envueltos por volutas de humo ensortijadándose en el aire. Como muchos jugadores de esos años, murió de cáncer de pulmón. ¡Y era futbolista!

Aquellos tiempos pasaron. Ahora se sabe que fumar mata, pero los peloteros siguen haciéndolo. Lo hacía la ‘Araña Negra’, Lev Yashin. Uno antes de cada partido. Le relajaba. El mítico Sócrates fumaba también dos paquetes al día mientras era jugador, para años más tarde convertirse en doctor.

Esos mismos 40 cigarros se metía en el pulmón Prosinecki, que bajó a 20 cuando fichó por el Portshmouth en 2001. En buena hora. El ‘pelitos’ David Ginola también la daba al 'cigarrette'. A él le pegaba. Tenía aires de actor de Hollywood. Otro clásico entre los fumadores-futbolistas fue Fabian Barthez, que no se cortaba un pelo en fumar en el 'coach room' del equipo rival en día de partido. Le valió alguna bronca. Dino Zoff, Maradona, Cruyff, Maxi López, Beckham –lo dejó al poco de subir al primer equipo del Manchester- o Sheringham también engrosan la lista.

Faltan muchos por nombrar y no hay muchas encuestas al respecto. Los jugadores no quieren responder. Hay mucho en juego. Una encuesta del año 1999 desvelaba que el 36% de los futbolistas de Primera y Segunda del fútbol francés le daban a la nicotina a diario. Que se lo digan si no a Zidane, que si en 2002 protagonizó una campaña antitabaco, cuatro años más tarde, en la Eurocopa de Austria y Suiza, fue cazado in ‘fraganti’. En la víspera de las semifinales se le vio fumando en la terraza de la habitación junto a Makelele. Al día siguiente marcó el gol de penalty que clasificó a Francia. Aquella Eurocopa, el entrenador de Rumanía dejaba fumar a sus seleccionados. “En el equipo es posible fumar siempre y cuando no se haga en público”, decía Cosmin Contra. Su seleccionador justificaba su decisión: “Prefiero que me lo digan a que lo hagan a escondidas”.

Con la que le está cayendo, sólo faltaba que muchos madridistas supieran que en sus salidas nocturnas al Costello, el Mamá No lo Sabe o el Buda, entre otros, Guti se fuma sus pitillos. Irían a por él. Soy de los que tiendo a pensar que da igual que los jugadores fumen en su vida privada mientras rindan en la cancha. Es su vida. Ellos sabrán lo que hacen. Aunque sinceramente, preferiría que hicieran como Mágico González, y fueran capaces de dar 30 toques seguidos a un paquete de tabaco en vez de fumárselo.

4 comentarios:

  1. Muy bueno! Igual el secreto de Phelps es la marihuana, y no su dieta hipercalórica...

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  2. Leyenda urbana ¿alguien vio fumar a Futre en el banquillo del Atleti tras ser sustituido? ¿está colgado en Youtube?

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  3. Temazo cojonudo, menuda monografía!

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  4. dejadme fumar en paz, cojones. Estoy harta de este tipo de noticias magnificando un asunto que es objetivamente mucho más simple y banal. Ya está bien de tratar a la gente que fumamos como si nos estuviéramos metiendo caballo en vena, coño. Ya está bien.

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