martes, 14 de abril de 2009

Los blancos no la meten como Madïn



Por Rocheteau
El problema no es que los blancos no la sepan meter. Es que al fútbol francés le pasa como al basket de playground en Estados Unidos: los blancos no juegan.

Madïn Mohamed Khorogli es de origen magrebí y nació en Roubaix, en el norte lluvioso de Francia, junto a Bélgica. No es blanco. Así que creció con una pelota en los pies.

Madïn Mohamed es un chaval de siete años al que predicen un futuro messi-ánico: convertirá las piedras en goles y multiplicará las copas.

Madïn Mohamed es un chico del que nadie oirá hablar dentro de cinco años. Cuando tenga 20 y ya esté en paro [el paro en Francia ronda el 8%; en Roubaix es el doble; entre los jóvenes de Roubaix, es el doble del doble; entre los jóvenes inmigrantes de Roubaix, el doble del doble del doble], contará en la brasserie de la esquina cuando venían a verle clubs de todo el mundo.

Madïn Mohamed no es sólo un crío malabarista; Madïn Mohamed es un símbolo, como también lo es Roubaix.

Un trastero de Francia adonde se puede llegar en metro desde Lille, atravesando un no man’s land que a principios del XX eran ricas catacumbas de carbón; tras la guerra, una colección de chimeneas de fábricas textiles y metalúrgicas; hoy, el coche escoba de la economía francesa.

En Roubaix, Francia cambia de color. Todo es ocre. Las paredes de ladrillo y la piel de los que las habitan. Como un decorado obrero de Newcastle en una película de Ken Loach. El acento es rocoso. El orgullo, más. La calle, un lugar de paso si no quieres problemas. O la mejor cancha de fútbol. Aquí están las favelas galas. Las de la France black-blanc-beur del Mundial de 1998. Las que nutren la Ligue 1 y, poco después, la Premier.

En Roubaix, la ciudad con mayor porcentaje de extranjeros de Francia, nadie es de Roubaix. Eres marroquí, bereber, senegalés… Los que han nacido allí tampoco son de Roubaix. Siguen siendo marroquíes, bereberes, senegaleses… Por eso los padres de Madïn quieren que el hijo juegue con la selección de Argelia y no con la de Francia.

Los que llevarán a Francia a ganar más mundiales y eurocopas son los que hoy, todavía adolescentes, silban la Marsellesa en el Stade de France.

Rendez-vous dentro de diez años, para ver dónde anda el habilidoso Madïn. Un chico de Roubaix. El coche escoba de Francia. El futuro de su fútbol.



Sifflets lors de la marseillaise
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1 comentario:

  1. magnífica historia y magnífico blog.
    Firmado: uno que pasaba por aquí

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