viernes, 17 de abril de 2009

Diez libres y directos: Guti

Por Sole Leyva
A los dioses del fútbol, a los que crean pases de la nada, a los que ven un desmarque antes de que se produzca, con sólo ver la posición de su compañero, su rostro, la intención de sus ojos, les debería estar prohibido sudar. Guti es uno de ellos. Nunca le pediría que corriera arriba y abajo como Lass Diarra. Se le acusa de indolecencia, de no meter la pierna, de no entrenar como el resto. Todos los entrenadores del Madrid, sin embargo, han acabado poniéndolo de titular aunque al principio de temporada lo prefirieran en el banquillo. Saben que con él se pierde contundencia, pero se ganan brillo, chispa, creación. Saben que es único. Un poco de Guti es mucho. Es un tipo normal. Rico y famoso, pero que sigue siendo de barrio. A pocos futbolistas veriáis en un garito de copas standard con sus colegas, haciéndose fotos con todo el mundo, aguantando gritos de apoyo y también insultos. Querría a un jugador así en mi equipo siempre.

Sebastián Dulbeca
Está el que nunca hace nada y el que siempre hace algo (mal, por supuesto): trotar cuando el graderío brama y exige sprint, eludir un partido de pierna tiesa, atusarse el flequillo fuera del book, golfear hasta las tantas... A Guti se le afea por asuntos menores, casi periféricos al fútbol, y en cambio no se le tiene por genio irrepetible en lo que realmente debería interesar a la merengada y demás aficionados: su aportación al equipo y su capacidad para voltear partidos. Le avalan su calidad, su compromiso con el club y su polivalencia (ha rendido como media punta, extremo izquierdo, delantero centro y medio centro). ¿Que no jugó un sólo minuto en las tres Champions casi consecutivas que ha ganado el Real? En la primera (98) tenía 22 años y soportaba el prejuicio de ser el nuevo Redondo; en la segunda (2000) Del Bosque apostó por la defensa de cinco y se quedó sin sitio; en la tercera (02) estaba un tal Zidane...

Paco Calvo
Es el paradigma de la burricie madridista. Nadie más en el Madrid levanta la cabeza del suelo, incluido el absurdo topo de Robben -un mal menor-, pero hay que machacar a Guti. Hasta se pretende entronizar a una medianía como Higuaín, un buen delantero para el Depor. Está claro por qué: el Bernabéu prefiere jugadores que suden y miren para abajo, o inválidos populistas como Raúl, el Hugo Chávez merengue. El equipo natural de Guti, claro está, es el Barça. Que emigre.

Halftown
La carrera de Guti se resume en dos tiempos verbales: ha pasado directamente de ser el futuro simple -será- a pretérito pluscuamperfecto -hubiera sido-.
Su hoja de servicios muestra títulos de los que ha sido un firmante anónimo.
Así, sin transición por el presente, el ínclito Gutiérrez ha evolucionado de futura promesa a agua pasada. Salido de la fábrica de sueños, destinado a acabar en el baúl de los recuerdos.

Rocheteau
Dicho en privado por un entrenador que, como jugador, fue campeón del Mundo (sí, Mundo): "Guti es como un adolescente guapetón, pajillero y granuloso que llega a su primera fiesta. El chico podría ligar, pero no sabe dónde ponerse. Cuando juega de mediocentro, no hace coberturas, ni presiona, ni saca pases fáciles, sólo en profundidad y por uno maravilloso falla nueve. Cuando juega de mediapunta, conduce demasiado el balón y se retrasa porque no tiene paciencia. Tiene un pie izquierdo de seda, vale. Inversamente proporcional a su atrofiado hemisferio izquierdo" [añado yo: el de la lógica]. Si encima toca los cojones en el banquillo, le sacan más tarjetas que a S. Ramos, se desgañita por cada faltita como un cantante Metal con los carrillos de Heidi, firma en su camiseta como un graffittero nerd y es capaz de dejarse un pack bigote + flequillo que haría las delicias de Heinrich Himmler... Perdonad la vehemencia: "Guti sucks..."

Álvaro de Campos
Uno ve en Guti ese capricho burlón e inesperado que incuban los hérores de la indolencia: algo así como el escribiente de Melville atacado a ratos por el Síndrome de Stendhal. Por un lado preferiría no hacer lo que hace, cuando lo hace. Por otro es capaz de desatar en la parte más sensible de la hinchada una sobredosis de belleza incalculable (e improbable) en los dos palmos urgentes de un mediocampo. Es un tipo muy raro. Intuye, siente y adivina con las patas. Desafía con esa estética de trampero de la moda, en la que hay algo de catastrófico con el faldón de la camisa por fuera. A los malditos les sucede que se revelan desde lo insólito, cuando parece que ya no están, que incluso se borraron. Baudelaire llevaba una vulva verde de párvula prendida en la solapa. Más impostura que adorno. Era faltón, creído y desconsiderado. Pero sabía que por dentro le corría una magia propia que sólo se explica en lo extraño. Como lo sabe Guti, de vez en cuando, sin avisar y de otro modo.

John Wyatt
En el colegio nunca hubiera compartido pupitre con él, nunca hubiera sido su amigo, no le prestaría dinero, ni dejaría que él me lo prestara a mí. No me sentaría a comer en su misma mesa, ni comparto sus gustos musicales, ni entiendo sus maneras de divo, ni trago con su altanería de playboy de polígono. Mi chica nunca saldría con su chica, nunca entendí que se enamorara de Bibí Andersen (!!!) ni que pase sus veranos en Marbella. Nada más alejado de mí que El Buda como templo nocturno preferido, que las noches de Tómbola y fotocall como hobby, que el famoseo de garrafón como compañía. Desprecio a Guti con todas mis fuerzas. A mí un personaje así sólo me engaña una hora y media a la semana, una hora y media en la que desmentiría todo lo dicho anteriormente, con un balón en lo pies y travestido de futbolista.

Lola Dirceu
Hay veces que el flequillo no deja medir la distancia del pase. Otras, la tinta de los tatuajes lastra los músculos, incapaces de conectar jugada. A ratos, la gomina ahoga las ideas. Al indolente y genial Guti solo le ha faltado colocar un espejo dentro de la portería para contemplarse. Pero como a Dorian Gray, ahora que el de Torrejón juega el tiempo añadido de su carrera, el reflejo le devuelve una necrosis, una imagen gangrenada que la tribuna no perdona. En Qatar rejuvenecerá.

Nick Panzeri
Para mí, Guti es imprescindible. Cuando juega se nota", decía ayer Schuster en Marca. Sabe de lo que habla. La Liga pasada, la cerró con ¡¡17 asistencias en 27 partidos!! "Es un jugador de clase incomparable", decía Del Bosque, otro que confió plenamente en él. También Capello armó su equipo alrededor (detrás) suyo. Sin embargo, ¿por qué si es tan bueno no ha sido titular con ningún entrenador? Sobre tópicos se fundamenta la crítica que siempre ha perseguido a los jugadores de clase en el Bernabéu. Martín Vázquez, Seedorf y Velázquez ya jugaron esta partida. Y la perdieron. Siempre había algún compañero al lado que parecía correr más. Kaká, prepárate para jugarla tú también.

Pedro Sousa
Me meo en Guti, me meo en su genialidad. Soba el balón, lo acaricia, levanta la vista, ve el hueco y da el pase perfecto. Un corte para el telediario, una pieza de 30 segundos para otro montaje en Youtube. Pero entre escena y escena desaparece, se borra de una convocatoria, se expulsa de un partido y se hunde en las miserias de su mente, que sólo él sabe cuántas tiene. Guti da buenos pases cada tres partidos, es cierto, pero si los diera en el Poli Ejido yo seguiría disfrutándolos y el Real Madrid podría aspirar a cosas mayores. Que se compre un perro y le dé pases en largo.

6 comentarios:

  1. Me estoy enganchando a este blog. Rebosa calidad.

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  2. Me encanta el blog, seguid así!!!

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  3. guti, guti, guti, maricoooon! Desde Salvador de Bahia un espanolito al que le gusta el futbol y adora a guti, aunque sea un bujarrillas

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  4. No puedo estar más de acuerdo con Rocheteau. Enhorabuena por el blog a todos

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  5. Solo hay que ver por lo que pasará Guti a la historia, por el cántico GUTI, GUTI, GUTI, MARICON, no se ha sabido ganar el respeto del mundo del futbol, solo el de los ingnorantes.
    Enhorabuena por el blog

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