martes, 5 de mayo de 2009

COI: menos samba e mais trabalhar

Por Sole Leyva
Viven como quieren. Un recorrido de cuatro semanas por cuatro ciudades dispares del mundo –Chicago, Río de Janeiro, Tokio y Madrid- donde son tratados como reyes. Tienen recibimientos de jefes de Estado. Les dan la bienvenida los presidentes de Gobierno del país en cuestión -menos Obama, listo él-. Se les agasaja, se les lleva a los mejores hoteles y restaurantes, y todos a su alrededor les hacen la rosca. Está “to' pagao”. Si lo hubiera sabido de canijo, de mayor habría querido ser un miembro del grupo examinador del Comité Olímpico Internacional, llamado CIO por algunos en vez de COI por no se qué razón lingüística.

Cuatro de ellos le han cogido gustirrinín al asunto y este año repiten como detectives olímpicos, entre ellos Nawal El Moutawakel, la jefa de los otros 12, dos veces oro olímpico en 400 vallas. Ahora están en Madrid, pulsando la corazonada de la candidatura de Gallardón, su particular M-30 de esta legislatura.

Su labor es muy sencilla. Toman nota de lo que exponen las candidatas, y luego le pasan un informe a los 116 miembros del CIO (o COI, perdonen) que tienen derecho a voto. Su informe no es vinculante, y tampoco tiene un peso excesivo tal y como está el Comité, con tanta intriga y pasilleo, según admiten desde alguna de las candidatas.

La decisión del 2 de octubre en Copenhague más tiene que ver con las influencias diplomáticas y los intereses económicos que con las instalaciones, el medio ambiente, el transporte, el apoyo popular o el legado que pueda dejar en una ciudad los Juegos.

Para que vayan pisando por alfombra roja todo el día, la candidatura de Madrid’16 se ha dejado la friolera de 800.000 euros. Los examinadores se hospedan en el lujoso Hotel Villa Magna, hay cáterings todo el día, tanto para ellos como para la prensa, y a saber qué más. Los del CIO se limitan a tomar notas y hacer preguntas. No trabajan mucho, la verdad, para eso son expertos olímpicos y ex deportistas. Algunos incluso celebran su suerte en la vida bailando, como se vio a algunos de los talluditos de la expedición en Río de Janeiro, donde degustaron la samba brasileña gracias a unas podencas de infarto. Luego dijeron que la candidatura de Río les había dejado buen sabor de boca. Nos ha jodido.

En Madrid, para respetar también los tópicos, tiramos ayer de flamenco, que no es lo mismo ni se le parece, pero, oye, queda muy propio. Los medios de comunicación, entretanto, arriman el hombro. Se pone sordina a lo malo y se magnifica lo bueno. La objetividad parece quedar al margen. Y es que los medios, como empresas que son, saben que si llegan los Juegos a Madrid en octubre, con un saco de millones bajo el brazo, se puede pillar tajada.

Aunque el apoyo popular a la candidatura es de más del 80% -se supera con creces al del resto de candidaturas- todavía quedan unos pocos madrileños con un poco de cordura, que denuncian que esto de los Juegos es muy bonito, pero lo importante es fomentar el deporte y cuidarlo, y muchos ahí se sienten maltratados. Con razón: privatización de polideportivos públicos, canchas destrozadas desde hace años donde los niños regatean surcos, polideportivos sin agua caliente o escasos kilómetros de carril-bici que a veces hay que compartir con hormigoneras. Son algunas de las olímpicas excelencias de este Madrid.

Eso no lo verán mañana en la visita los miembros del CIO. Aunque poco importa. La decisión será pura política y good feeling, y ahí nuestros don Juan Carlos y parienta, que ya han anunciado que estarán en Copenhague -en la anterior elección sólo fue la Reina- tienen las de ganar. Tienen empatía con el CIO. Saben lo que es vivir como reyes.

1 comentario:

  1. Menuda panda de trincones cara dura. Genial el cierre del artículo.

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