martes, 26 de mayo de 2009

Otro 'Christmas match' 95 años después


Por John Wyatt
Dicen que sucedió en la Nochebuena de 1914, plena Gran Guerra, en los campos de batalla de Francia, cerca de Armentières. Un grupo de soldados alemanes, del 6º batallón de cazadores prusianos, casi niños, salió de sus trincheras para proponer a sus enemigos del cuerpo expedicionario británico una tregua por Navidad.

Para celebrarlo, los hombres del subteniente Gillespie, la mayoría de un regimiento de escoceses, propusieron, aún a riesgo de que los acusaran de alta traición, jugar un partido contra los infantes del Kaiser en una de las pocas zonas libres de cráteres, en la llamada no man’s land (tierra de nadie).

El encuentro, que se jugó el día 26 de diciembre sobre las 13:30 de la mañana, fue uno de los pocos gestos humanos en mitad de aquella carnicería. Duró una hora aproximadamente y, según testigos (el teniente Johannes Niemann, del 133 Regimiento Real, el artillero Herbert Smith, de la 5ª batería de Cañoneros y el Capitán C. I. Stockwell, del Real Regimiento de Fusileros de Gales), acabó con victoria germana: los Fritz (apelativo de los soldados alemanes) ganaron a los Tommys (su equivalente británico) por 3 goles a 2.

¿Cómo fue posible que un grupo de soldados detuvieran la guerra por su cuenta y riesgo para jugar al fútbol por Navidad? Aunque la contienda ya duraba unos meses, todavía no se había vuelto tan mortífera como fue a partir de 1915. Los ejércitos, como hormigueros gigantes, ocupaban posiciones y construían defensas a lo largo de la frontera francogermana. Aún no se utilizaban en masa terrores tecnológicos como los gases venenosos, los bombarderos, los cañores sobre raíles (el gigante Gran Bertha, capaz de lanzar bombas a 100 kilómetros de distancia, se usó a partir de 1918), los tanques y las ametralladoras.

Aunque la idea se disipaba día a día en las trincheras, donde la disentería hacía más bajas que los obuses enemigos, aún se hablaba del honor, la caballerosidad y la gallardía de otras guerras anteriores más o menos románticas. Sólo así se entiende aquel alto el fuego, las muestras de afecto entre infantes de los dos bandos y la celebración de tan simbólica pachanga.

Chut con botas militares

No es difícil imaginar la escena. El historiador Andrew Robertshaw pinta a los soldados jugando con una pelota de trapo, con dos porterías improvisadas, vestidos algunos de uniforme y otros con los calzones largos que se usaban como ropa interior, corriendo con sus botas militares sobre un suelo nevado, con temperaturas bajo cero.

Esta historia, conocida, contada en algún libro y en algún documental de televisión, tiene una interesante segunda parte no tan conocida. En el vídeo podéis ver como aquel partido ha vuelto a jugarse este mismo año, entre jugadores británicos y alemanes, algunos descendientes de aquellos que patearon el balón entre cráteres de obús. Se ha celebrado en la frontera francogermana, cerca de Armentières, allí donde sus bisabuelos decidieron no matarse por Navidad hace 95 años.

¿Como terminó aquello? El capitán galés C. I. Stockwell se despidió de su homólogo alemán con un apretón de manos y un sencillo «Merry Christmas», volvió a su trinchera y ordenó la vuelta al combate con tres tiros al aire.

Uno de cada tres jóvenes participantes en la Primera Guerra Mundial murió en el barro francés. La mayoría de los supervivientes quedaron mutilados o con graves trastornos mentales.



¿Para qué pongo este vídeo? Muy fácil. Es de la película 'Leyendas de pasión', un pastelazo con Brad Pitt de protagonista. La escena que interesa está en el minuto 5'17. ¿Quién metió un balón en una trinchera?

2 comentarios:

  1. Felicidades, buenísima historia y además complementada con vídeo.

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  2. Dios bendiga el fiutbol, a quienes escriben sobre él como tú lo has hecho.

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